Escribe: Percy Bendezu
T
ras una década de experimentos y un intercambio profesional complementario (obtenido vía offset de la industria coreana), el “Amaru” nació con el objetivo táctico de desarrollar operaciones militares de inteligencia, vigilancia, reconocimiento y fotogrametría aérea con cero riesgo para las tripulaciones aéreas que apoyan a las fuerzas de superficie en el combate del narcotráfico, la actividad ilegal y agentes externos que comprometen la seguridad nacional. La aeronave, sin embargo, pronto demostró aplicabilidad en el desarrollo del país. Mejor aún, ante casos de desastre, donde podría proporcionar la misma información que una aeronave de tamaño normal, pero con un costo de vuelo muy inferior. El UAV sobrevolaría de manera cercana el lugar del desastre, aún en espacios de difícil acceso, y transmitiría datos que permitan tomar decisiones a las autoridades en lugares como el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN).
Transporta además antenas de transmisión HF, un sistema de GPS y un paracaídas de emergencia (que protege los sensores y minimiza los daños a terceros, debido a sus 55 kg. de peso). El “Amaru” es capaz de volar a 130 km por hora, a 1000 mts de altitud, con una autonomía de cuatro horas, en un rango de 30 a 50 km de distancia. Sus misiones se dirigen desde un Puesto de Comando (Shelter) desde donde se monitorea (trackea) su posicionamiento a través de los sistemas de a bordo, en tiempo real. El software Mission Planner le permite pre cargar en su memoria los puntos de
vigilancia, que recorrerá en automático durante la operación. De acuerdo con informaciones proporcionadas por el Coronel Miguel Palomino Fonseca, Director del Centro de Investigación y El Centro de Investigación y Desarrollo de Proyectos (CIDEP) lugar donde nacen los UAV al concluirse la documentación y pruebas de aeronaves como el “Amaru” (o el “Ricuk”), estos pasarán a órdenes de la Dirección de Vigilancia y Reconocimiento Aéreo (DIVRA), donde servirán en el Escuadrón de Aeronaves No Tripuladas N° 303.
El prototipo posee un autocomando “Piccolo” como cerebro, que ejecuta los puntos de vuelo programados en tierra, para transmitir imágenes mediante el uso de sensores diurnos (cámara electro óptica) y nocturnos (cámara infrarroja).
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