En el hermoso Valle Swat, en Pakistán, vivía una niña musulmana llamada Malala. Su casa era humilde así como también lo era la escuela que su padre dirigía. Malala no podía esperar por crecer para asistir a clases y descubrir sus talentos
A pesar de que la educación es un derecho de todas las personas, su madre nunca tuvo la oportunidad de aprender a leer y escribir. Sin embargo, Malala siempre tuvo la esperanza de ser diferente. Ella quería probar a todo el mundo que las mujeres podían tener sueños grandes también.
Pero el sueño de Malala se convirtió en una pesadilla cuando un grupo llamado los Talibanes tomaron control de su valle. Ellos prohibieron la mayoría de cosas que a ella le gustaban, desde escuchar música hasta tomarse fotografías, incluso volar cometas.
Los talibanes creían que las chicas, en lugar de ir a la escuela, debían casarse, cubrir sus cuerpos de pies a cabeza y nunca salir de casa sin su esposo o sus hermanos. Era como estar en prisión sin haber hecho nada malo
En un abrir y cerrar de ojos, los talibanes destruyeron cientos de escuelas para mujeres e hicieron que los padres temieran enviar a sus hijas a clases. Malala y el resto de estudiantes se preguntaban qué podían hacer para detener esa locura.
Tal
Ellos
sus futuros ir a la escuela.
En la televisión local compartieron su historia, y muy pronto, se le pidió a Malala que escribiera un diario acerca de su vida bajo el gobierno Talibán para BBC. Ella solía escribir bajo el nombre de una heroína de sus favoritos cuentos Pashtun, "Gul Makai".
Pero para los talibanes no había nada más terrorífico que una mujer dispuesta a hablar. Un día, Malala y dos de sus amigas, recibieron un disparo cuando iban camino a casa de la escuela. Malala estaba muy herida. Todos en el mundo sufrieron por ella.
Cuando Malala despertó, ella no podía reconocer en dónde estaba. Había sido trasladada a un hospital en Inglaterra, muy lejos de su hogar. Pero niños y niñas de todo el mundo le habían escrito deseándole los mejores deseos. ¡Tenía una gran pila de cartas por leer!
Malala no sólo mejoró, sino que se hizo más fuerte. Ella sabía que su historia era la historia de millones de chicas también. Con la ayuda de su padre, ella creó una fundación para mejorar la vida de esas chicas y su educación.
Dos años después, se convirtió en la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz.
Malala trajo con ella algunas amigas valientes de Pakistán, Nigeria y Siria, que también merecían reconocimiento.
Malala viajó por todo el mundo, desde la Casa Blanca hasta campos de refugiados, hablando de que todos los niños tenían el derecho de asistir a una escuela.
Pero pronto, cuando se acomodo en su nueva casa en Inglaterra, era tiempo de ir a clases.
