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Control de parásitos internos en vacas

Control de parásitos internos en vacas lecheras lactantes

Por MVZ David Sigfrido Jiménez Villaseñor

Ala mayoría de los ganaderos lecheros les preocupa el costo de su producción. La principal inquietud está relacionada con las pérdidas causadas por enfermedades que se pueden prevenir. Conocer la manera de reducir o prevenir estas pérdidas es muy valiosa para la eficiencia de una operación, ya que éstas son causadas por enfermedades que son usualmente acumulativas después de un periodo de tiempo. La ganancia obtenida por el control de la enfermedad es la diferencia entre la cantidad de la pérdida prevenida gracias al programa de control y el costo de este.

Aún más, en el análisis económico de un problema por enfermedad, el éxito está en la habilidad de detectar y evaluar pérdidas a medida que van ocurriendo. Sin embargo, la medida de la pérdida real involucrada es, con frecuencia, difícil de señalar, porque existen muchos factores económicos involucrados o, por otro lado, los parámetros apropiados para medir la cantidad de la pérdida pasan inadvertidos. Existe una necesidad de un examen específico y sensiblemente adecuado para detectar la presencia de una enfermedad subclínica como, por ejemplo, el parasitismo. El examen de determinación de parásitos por el método de flotación ha demostrado ser un examen que puede ser usado para detectar con exactitud enfermedades parasitarias gastrointestinales en todas las especies animales.

La mayoría del ganado vacuno es víctima de parásitos internos en algún momento de su vida. El impacto por pérdidas de producción, causado por los parásitos internos, varía dependiendo de las áreas geográficas, las condiciones climáticas, los tipos de gusanos, el nivel de exposición a los parásitos, los programas de control de parásitos y el manejo de los pastos.

Más aún, la edad, la dieta, las condiciones de salud, el grado de la lactancia o de gestación y el nivel de producción, afectan la respuesta del animal hacia los parásitos. Las pérdidas económicas debidas a la ausencia de programas o a programas inadecuados de control de parásitos, pueden variar desde $200 hasta $2,000 pesos por cabeza, por temporada.

Con relación a los parásitos internos en vacas lecheras, está establecido que aún pocos parásitos presentes durante la lactancia temprana interfieren adversamente, afectando tanto la producción de leche como la eficiencia en la crianza. La razón por la cual una vaca lechera altamente eficiente, que pese más de 600 kilogramos, pueda ser afectada por lombrices parasíticas es complicada.

Los cambios en la fisiología del abomaso que incrementan su pH son la base para señalar un daño parasítico. Básicamente el daño causado por un reducido número de parásitos puede ser catalogado en un proceso en dos pasos:

Los parásitos pueden causar una demora en el paso de materiales digeribles a través del tracto gastrointestinal que disminuye el apetito y reduce la ingestión de materia seca; de este modo se afecta la habilidad de la vaca para cumplir con sus necesidades nutricionales durante el periodo de producción de leche. Los parásitos pueden también bajar la digestibilidad de la proteína cruda. Se ha demostrado que los efectos adversos del parasitismo en la lactancia temprana pueden ser aumentados al incrementar el estrés a un animal ya estresado y que la lactancia induce a una depresión temporal del sistema inmunológico aumentada por el parasitismo si no se controla adecuadamente.

Un alto número de parásitos puede causar problemas más serios incluyendo: diarrea, anorexia, pérdida de peso, deshidratación y eventualmente la muerte. El parasitismo como enfermedad subclínica afecta la producción de leche de la siguiente manera:

1. Pérdida de la producción de leche

Estudios realizados en Estados Unidos y Canadá, han demostrado que las vacas lecheras lactantes pueden perder desde 50 hasta 550 kilogramos de leche por lactancia, debido a los parásitos internos. Las grandes respuestas de lactación vinieron de ganado desparasitado en el momento de parir y de nuevo de seis a ocho semanas más tarde. El objetivo de estos estudios fue mantener a las vacas libres de parásitos durante los primeros 100 días de lactación y al remover los parásitos durante la etapa temprana de la lactancia, la pérdida de producción debida a los parásitos internos fue tanto como 3 kg por cabeza diarios.

2. Retardo en el crecimiento

Una de las mejores herramientas para criar vaquillas saludables es desparasitarlas. Las pruebas de desparasitación de vaquillas llevadas a cabo en Minnesota, Wisconsin y Vermont, demostraron que las vaquillas desparasitadas pesaban 48 kg más que las no desparasitadas y alcanzaron tamaño y peso de crianza (340 kg) entre 30 y 60 días antes que las no desparasitadas.

3. Factores de riesgo:

El ganado parasitado está afectado no sólo por los parásitos en sí, sino también por el daño indirecto que los parásitos ocasionan en el sistema inmunológico. Un reciente estudio demostró que el ganado desparasitado tenía menores problemas de salud que los no desparasitados. El ganado que pastorea tiene el riesgo más alto, ya que su exposición a los parásitos es mayor que la de aquellos que están estabulados.

4. Eficiencia de la reproducción:

Estudios sobre la desparasitación llevados a cabo con vacas adultas de raza en Minnesota, Georgia y Florida han demostrado que los parásitos pueden tener un efecto perjudicial en la eficiencia de la reproducción. En estos estudios, el ganado desparasitado tuvo desde 9% hasta un 22% de mayor eficiencia en reproducción, comparándolo con ganado no desparasitado.

El aspecto económico del parasitismo no sólo implica el desarrollo de los parásitos en ganado de pastoreo y estabulados, sino que también involucra la preexistencia del parasitismo en los sistemas. Conocer si los parásitos están presentes y dónde se encuentran es el primer paso para establecer una estrategia de control en una operación.

Existen varias maneras para determinar si una estrategia de control de parásitos es necesaria para ganado lechero. El primer paso es determinar qué tan expuestos están los animales a un ambiente contaminado de parásitos. La transmisión de parásitos en ganado lechero frecuentemente ocurre en el pastoreo o en potreros de ejercicio, así como también en potreros de tierra.

El examen fecal es todavía la mejor respuesta para determinar la presencia de parásitos, se debe localizar un lugar adecuado para efectuar el examen fecal. La mayoría de los laboratorios utilizan una técnica fecal que fue desarrollada para animales pequeños como ovejas, donde solamente pequeñas cantidades de materia fecal son esparcidas diariamente y los huevos de los parásitos se localizan con facilidad. En vacas lecheras, donde el volumen diario de materia fecal es mayor, la técnica debe ser más precisa. Una muestra falsa negativa ocasionaría un sentido de seguridad falso permitiendo una pérdida innecesaria en la producción.

Una vez establecida la presencia de parásitos, se puede implementar una estrategia de control. Tres pasos son necesarios para el éxito en la prevención del parasitismo:

Un producto desparasitante debe ser altamente eficiente con un 98% de eficacia contra todos los parásitos internos importantes y en todas sus etapas de desarrollo, incluyendo los gusanos pulmonares.

Una de las razones más importantes para que el tratamiento sea efectuado a mediados del invierno es para que el ganado esté libre de parásitos durante el tiempo de secas. Si el producto aplicado no remueve completamente estos parásitos, los animales los estarán incubando durante todo este tiempo, arrojando continuamente huevecillos al ambiente, manteniendo el ciclo activo y al mismo tiempo incrementando los costos de mantenimiento durante todo este período.

Seleccionar el producto correcto:

Seleccionar el tiempo apropiado para el tratamiento:

El mejor desparasitante utilizado en el tiempo equivocado es siempre una pérdida de recursos. El tratamiento puede ser administrado a todo el hato, individualmente o en una combinación de los dos.

El tratamiento del ganado debe suministrarse al inicio o a mediados del invierno (enero) y nuevamente a las 2 o 4 semanas de iniciarse el temporal de lluvias (finales de junio).

El tratamiento individual debe suministrarse en el momento de parir o antes y nuevamente 6 semanas más tarde. El tratamiento puede ser suministrado durante el periodo de transición, justo antes de parir.

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El tratamiento combinado se da cuando se suministra en el invierno a todo el ganado seguido de un tratamiento individual durante todo el año a las vacas después de parir.

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Manteniendo y monitoreando el programa de tratamiento, los beneficios económicos provenientes de la estrategia de desparasitar mejoran año con año, porque al reducir la contaminación que los parásitos provocan en el ambiente de las vacas, su control es más fácil de alcanzar. Las revisiones anuales de materia fecal son una excelente manera de monitorear la forma en que el tratamiento está funcionando.

Desparasitar ganado lechero es una tarea que va más allá del tratamiento clínico de la enfermedad; el tratamiento del parasitismo puede ser dirigido primero hacia la eliminación de la amenaza de una pérdida económica y segundo hacia la prevención o eliminación de los parásitos.

Es muy importante seleccionar el producto menos costoso y más efectivo, combinando con la ciencia de saber cuáles animales necesitan ser tratados y cuándo es el momento más propicio para llevar a cabo el mejor programa general posible.

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