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Angélica Macotela de Serra

Auténtica reina de belleza

Por Carlos Morán

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Había una vez una princesa llamada Angélica, era atrevida, valiente y la consentida de su padre quien le enseñó a vivir como Dios manda, el resto, se lo debe a su madre, Elena Escobar Bado, quien estricta, fuerte, pero amorosa, la llenó de valores para enfrentar el mundo sin temor alguno. Nació hace 50 años en el seno de una familia tradicional, es la tercera heredera de cinco hermanos, así que, ocupar un sitio especial como el que siempre creyó, no fue fácil. Cursó la primaria, secundaria y en el bachillerato decidió que ser autodidacta y darse un barniz de cultura, era suficiente para competir en un mundo en donde las mujeres no tenían la libertad que hoy presumen. Creció con espíritu libre sin saber que su belleza, valentía y seguridad la llevaría a una de las pasarelas que en esos años en Chiapas era manejada por Federico Serrano. Sucedió que siendo presidente de Tapachula, José Antonio Aguilar Bodegas, y un grupo de honorables ciudadanos, decidieron elegir a la belleza que representara a la capital económica de Chiapas en el concurso Señorita Chiapas, no tenía que haber previo al concurso una selección para elegir a la representante, así que designaron con el permiso de sus padres, sabidos que tenían a la ganadora y seguros de que era la más hermosa para traerse la corona, a Angélica Macotela Escobar, quien representó a Tapachula en el certamen Miss Chiapas 1990. Tenía tan solo 19 años, así que la maestra Marza Elorza, conocedora de la historia y el arte universal, la instruyó culturalmente mientras los modistos se encargaban de realizar el vestuario que luciría en la pasarela. Tuxtla Gutiérrez fue la sede que albergó a todas las bellezas para una noche en donde el glamour, la adrenalina y los nervios predominaban en aquel salón que reunía a la crema y nata de la sociedad chiapaneca. El rumor de que Tapachula estaba representada por una belleza extraordinaria y única inundó el estado, por lo que previo al concurso todos aseguraban que Angélica Macotela Escobar, era ya la Miss Chiapas 1990. Todos la veían en el nacional… El actor Gonzalo Vega, fungió como maestro de ceremonia dirigiendo el concurso y quedándose maravillado cuando conoció a la representante de Tapachula, fue así que sin límites la anunciaba -¡Y ahora con nosotros la bellísima representante de Tapachula!- y aparecía Angélica toda belleza, toda juventud y todo encanto levantando una ola de vítores. Entre los estelares de la noche se encontraba Alberto Antoniotti Monje, animador de radio, teatro y televisión guatemalteca, corresponsal de Televisa, quien entusiasmado haría una crónica del certamen y convertiría el evento en internacional, conductor que había viajado de Guatemala a Tuxtla Gutiérrez para apoyar a la representante de Tapachula. Los manejadores del evento le restaron puntos a la representante de Tapachula al sugerirle que debía cortarse la cabellera, que debía prestarle uno de sus vestidos a otra concursante, pero la Miss Tapachula se negó porque era parte de su armadura , desobediencia que le restó puntos y entre puntos y puntos menos… la noche del concurso, la gran final llegó. Su ingreso al escenario tomó por sorpresa a todos, su imagen pulcra y sus pasos seguros, mostraron a una mujer que sin título ni corona, era ya una reina de la belleza. Así que… el final sucedió así. La noche era única y tras una pasarela final en donde toda la audiencia estaba convencida que la representante de Tapachula, se convertiría en la nueva reina de la belleza, el certamen terminó en un escándalo cuando el jurado calificador entregó las tarjetas a Gonzalo Vega, quien anunció que Tapachula, había sido calificado con el tercer lugar. El mismo actor, mostró su sorpresa, no podía creerlo, sabía que no era lo justo, estaban castigando a una autentica belleza y ganadora.

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