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Estar de corazón en cada cosa

Teresa Vives Pertusa. Presidenta de Escuelas Católicas

Estoy apenas aterrizada como presidenta en esta parcela de la Iglesia que es Escuelas Católicas y camino con oído de iniciada y mirada atenta para no perderme nada importante de esta experiencia que pone ante mí un horizonte nuevo. Me asomo a esta ventana, que es el espacio “directo al corazón”, para compartir palabras que resumen reflexión, sueños, anhelos, deseos, esperanzas y que conecten con el corazón de quienes las leen.

El Evangelio de Mateo nos dice: “donde está tu tesoro está el corazón” y yo me atrevo a decir que donde ponemos el corazón encontramos siempre un tesoro, algo valioso y digno de ser cuidado. ¿Dónde está nuestro corazón hoy?, ¿dónde nuestros afectos, nuestros deseos, nuestras preocupaciones? Cada experiencia es un girón de vida que deja huella y donde coexisten en un único movimiento interior el crecer y expandirse cuando nos dejamos afectar y tocar por las mediaciones.

¿Cómo no conservar en el corazón el inmenso y profundo legado del papa Francisco como fuente de esperanza y de inspiración en el cotidiano vivir? Sus palabras han sido una invitación a ir a la esencia de nuestro ser. Con su estilo y talante directo, veraz, desenfadado y a la vez exigente, nos ha instado a mirarnos para descubrir la hondura del ser que no puede guardarse para sí, sino que tiene que salir con toda la energía, vitalidad y pasión de un corazón que derrocha amor y se deja tocar por la realidad y por ende decide encargarse de aquello que afecta al prójimo. Es la llamada a responder cuidando y dando vida.

Deseo ser rostro de una Iglesia que se deja conducir por un corazón que busca la verdad y el sentido de la vida, que facilita el encuentro y acoge la pluralidad

Y en este contexto jubilar donde la esperanza lo envuelve todo, nuestra mirada pasa del legado del papa Francisco, a la novedad del papa León XIV. Una vez más, el Espíritu Santo, que hace nuevas todas las cosas, nos abre a una nueva etapa en la vida de la Iglesia, de la humanidad. Nos pone ante grandes retos y desafíos instándonos a adoptar una actitud de apertura, sencillez y compromiso a través de algunas de las primeras palabras que nos dirigió el papa el día de su elección: “Queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cerca, especialmente de aquellos que sufren”. Yo deseo ser rostro de una Iglesia que se deja conducir por un corazón que busca la verdad y el sentido de la vida, que facilita el encuentro y acoge la pluralidad de dones, que se deja interpelar por la vulnerabilidad, confrontar por la realidad y guiar por el Espíritu en los procesos de discernimiento para amar y servir a Dios y al prójimo.

Para terminar, solo decir que cuando entré por primera vez en la sede de Escuelas Católicas sentí que muchos años de historia, de servicio incondicional y profesional me saludaban. Y ahí en los rostros, en las miradas, en los gestos y en las pocas palabras intercambiadas, percibí que hay mucho corazón en el quehacer cotidiano. Siento que todos somos protagonistas y testigos de una historia que se va construyendo y narrando entre todos.

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