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"La escuela católica avanza en sintonía con el caminar de la Iglesia y comprometida en la construcción de un presente y futuro mejor"

Teresa Vives Pertusa. Carmelita misionera teresiana y nueva presidenta de EC

Victoria Moya Segura. Directora del Departamento de Comunicación de Escuelas Católicas

Teresa ha sido elegida presidenta de EC en la última Asamblea, celebrada en abril de este año. Su elección refuerza el compromiso de Escuelas Católicas con la continuidad y fortalecimiento de su labor educativa, manteniendo una identidad basada en los valores de la fe y el servicio. Ella es una gran representante de este espíritu de la organización, como lo demuestran las primeras palabras que pronunció tras su nombramiento: “Soy con vosotros y junto a vosotros afrontaré los retos y desafíos que se presenten, y trabajaré por la sostenibilidad de nuestros centros, y el cuidado de la vida que se nos confía en nuestras comunidades educativas”.

Teresa, bienvenida a EC. Para la institución tu aportación va a ser muy valiosa y para ti, sin duda, una gran responsabilidad. ¿Cómo has vivido tu nombramiento y cómo estás viviendo estos primeros 100 días en los que estás inmersa?

A decir verdad, todavía estoy asimilando este acontecimiento que ha irrumpido en mi vida, y que ha supuesto una gran sorpresa que se va prolongando en el tiempo, pues se van concatenando otras responsabilidades y compromisos, que ciertamente están vinculados a este nombramiento y que voy descubriendo poco a poco. Me siento por una parte aprendiz, y por otra ha sido una llamada a salir de mi parcela congregacional para ensanchar la tienda, para caminar, compartir, colaborar y hacer mías las palabras de santa Teresa de Jesús, que “determiné hacer eso poquito que es en mi”, para construir el bien común.

Todos formamos parte de una misma familia de escuela católica y tú conocías bien a EC antes de tu nombramiento, pero ahora vas a tener la oportunidad de vivirla y sentirla desde una nueva perspectiva. ¿Qué sensaciones tienes en estos primeros momentos?

Es cierto que conocía a EC. Siempre he asistido a las asambleas y seguido de cerca el servicio extraordinario que presta a las instituciones educativas. Pero una cosa es ser un miembro más de esta familia y otra estar en el corazón de la misma. Siento una profunda admiración por todas las personas que trabajan en la organización, tanto en el ámbito nacional como en el autonómico. En estos momentos, y creo que es normal, te invade una sensación de vértigo.

En tu opinión, ¿cómo puede ayudar EC a las instituciones y a los centros?, ¿qué es aquello que crees que nunca debería perder de vista?

Considero que EC tiene una gran trayectoria en ofrecer ayuda a través de los servicios y proyectos que lidera. ¿Quién no reconoce su dinamismo en ofrecer espacios de encuentro, reflexión y discernimiento sobre temas que afectan a la educación y circunstancias de las mismas instituciones? Es evidente el compromiso en la defensa de sus intereses ante la administración pública u otras instancias, en favorecer la información, el asesoramiento, la formación, el acompañamiento y un largo etc. Todo esto ya lo hace, pero haciendo honor al nombre lo que realmente nunca se puede perder es la esencia de la institución, su identidad, ese “quién soy y para quién” El papa León XIV nos ha invitado a ser puentes, pues eso, tenemos que ser mediación y promover un modo de ser y hacer que deja huella, que genera vínculos y que es propio de los seguidores de Jesús maestro.

Cada responsabilidad es un servicio al bien común, una mediación a través de la cual el Señor va conduciendo y guiando a su pueblo para que se realice su sueño de fraternidad universal

Y, ¿cómo sueñas tu papel en EC?

Quisiera que los ejes de misión que marcan el rumbo de mi Institución y de mi vida se pudieran hacer realidad también en este nuevo servicio. Siento que cada responsabilidad es un servicio al bien común, una mediación a través de la cual el Señor va conduciendo y guiando a su pueblo para que se realice su sueño de fraternidad universal.  En este proceso cada gesto, por pequeño que sea si está imbuido de amor es precioso y válido. Por tanto, sueño con ser constructora de comunión allá donde este servicio me lleve; sueño con ser capaz de reconocer la belleza en la realidad, personas e instituciones porque todos somos portadores de dones y de posibilidades para los demás; sueño con poder aportar mi granito de arena para restaurar la belleza allá donde esté velada a causa de las dificultades, de la dificultad en establecer relaciones basadas en la caridad, de la pérdida de sentido de cuerpo eclesial, de todo aquello que pone en peligro el caminar juntos y el vivir con esperanza; sueño con poder vivir tan atenta a la realidad que sea capaz de percibir los latidos del corazón de Dios en la vida, en las personas, en los acontecimientos, para escuchar y responder a esa llamada que consiste en seguir dando vida al proyecto de la escuela católica como aportación de valor a la sociedad tan necesitada de sentido.

Sustituyes en el cargo a Ana María Sánchez, religiosa de la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, quien ha terminado su mandato después de cuatro años. Todos agradecemos enormemente su aportación, que seguirá inspirando nuestra labor. Cuéntanos cómo ha sido ese “traspaso de poderes” con Ana María.

Siento una gran admiración por Ana María porque asumió la presidencia en momentos bastante complejos y ha dejado su impronta con su talante y sus convicciones.

La verdad es que no hemos tenido mucho tiempo para compartir, pero sí creo que el suficiente para hacerme una idea de lo que supone asumir esta responsabilidad. El relato de lo que ha supuesto para ella la presidencia y de cómo lo ha vivido, me ha inspirado confianza. He sentido una conexión inmediata con ella y espero poder caminar dando continuidad a su legado de ser facilitadora de encuentros, de poner énfasis en la identidad evangelizadora de la escuela, en la necesidad de caminar juntos y de reavivar la pasión por la educación. Desde este espacio deseo decir GRACIAS, Ana María.

No podemos olvidar la generosidad de tu institución al acceder a que prestes este servicio para toda la escuela católica. ¿Prevés complicado compaginar todas tus obligaciones?

Solo tengo palabras de agradecimiento, pues desde el primer momento me han animado a prestar este servicio a pesar de ser conscientes de lo que supone una responsabilidad más en los tiempos que corren y con los frentes que tenemos abiertos. Bueno, tengo que decir que me ha dado confianza el que Ana María compartiera que este servicio no le ha impedido dar respuesta a sus compromisos congregacionales. Es cierto que ahora hay que hacer cuadrar tres agendas distintas: la de provincial, la de presidenta de la fundación y la de Escuelas católicas. Vayamos paso a paso.

¿Qué retos y qué desafíos crees que enfrenta hoy en día la escuela católica?

Pienso que en esta sociedad tan fragmentada donde el estilo de relaciones que se establece está en gran parte en función de los propios intereses, la escuela católica tiene la oportunidad de testimoniar que la educación es un acto de amor y por eso es creativa, abierta, resiliente, audaz, solidaria, comprometida. Todos estos valores contribuyen al proceso de transformación y de humanización de las relaciones con uno mismo, con los otros y con la creación, con Dios y con las distintas instancias sociales.

Me siento por una parte aprendiz, y por otra ha sido una llamada a salir de mi parcela congregacional para ensanchar la tienda

Y para terminar con unas palabras de esperanza, ¿con qué fortalezas cuenta y qué aportaciones puede realizar a la sociedad?

La escuela católica cuenta con grandes fortalezas. La primera y más potente es la Buena Noticia de la que es portadora. Es la fuente y origen de toda iniciativa y acción transformadora, no olvidemos de dónde venimos: nuestros fundadores/as fueron hombres y mujeres de profunda experiencia de fe que supieron mirar la realidad y dar respuestas de sentido a las necesidades del momento; esa misma experiencia hoy, es garantía de futuro. Estoy convencida de que cuando la escuela ahonda sus raíces y bebe de las fuentes del Evangelio su vida es sólida, aporta valor a la sociedad y nada ni nadie le puede arrebatar la esperanza de seguir aportando caminos de solidaridad, de igualdad, de compromiso, de proximidad y unidad, de diálogo y apertura a la diversidad y pluralidad. Podríamos decir con Terencio que “nada de lo humano me es ajeno” para decir que la escuela católica, desde el sentido de misión que la caracteriza, avanza en sintonía con el caminar de la Iglesia y de la humanidad y comprometida en la construcción de un presente y futuro mejor.

BIO

TERESA VIVES

Teresa Vives Pertusa nació en Daya Vieja (Alicante) y cuenta con una amplia trayectoria en el ámbito educativo y de gestión institucional. Es licenciada en Lingue e Letterature Moderne por la Universidad de Pisa (Italia) y diplomada en Educación Infantil por el Istituto Magistrale Giuseppe Carducci de Pisa (Italia) y en Espiritualidad por el Instituto Teresianum de Roma. A lo largo de su carrera, ha ejercido como docente en Educación Infantil, ha sido representante de la entidad titular en centros de su institución y ha desempeñado diversas responsabilidades en equipos de titularidad y animación provincial. En la actualidad, es presidenta del Patronato de la recién creada Fundación Educativa CMT y, desde 2021 es animadora provincial de la Provincia Francisco Palau de Europa.

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