
3 minute read
"Para mí, el significado de pedagogía es acompañar y hacer el camino con mis alumnos"
from Revista EC 118
Jacobo Suárez Matallana. Colegio Santa Ana y San Rafael (Madrid)
Podría haber sido abogado. O periodista. Incluso agente forestal. Pero eligió (o fue elegido) un destino también incierto pero desafiante: ser maestro. Y es que Jacobo es de esos que demuestra que hay que perderse un poco para poder encontrarse.
Alguno puede pensar que la vocación le vino tardía, a los 30 años, pero no es del todo cierto. Desde siempre, sin darse cuenta se había dedicado a la educación realizando apoyo escolar mientras estudiaba Derecho, dando clases particulares, viajando de campamento como monitor, etc.
Y es que el saber educar no tiene edad. Como si las vueltas de la vida no sumaran también sabiduría. Él llegó con una mochila cargada de experiencias, trabajos dispares y una vocación que no sabía que llevaba dentro. Cuando, con 29 años empezó como educador en un centro de Educación Especial, descubrió que eso era lo que había ido buscando. Así llegamos a una de las mejores decisiones de su vida (sobre todo para sus alumnos), estudiar Pedagogía Terapéutica… ¿Por qué no?, pensó. Y ese “¿por qué no?” fue la llave que abrió su verdadera vocación.

Desde entonces, 20 años de camino recorrido. Primero como educador en un centro de Educación Especial y más tarde en el Colegio Santa Ana y San Rafael como PT en Secundaria. 20 años en los que ha hecho de su aula un rincón poco convencional, un refugio, un territorio libre de prejuicios, una isla creativa donde aprender se parece más a vivir que a memorizar.
En su clase no todo es currículo. Se habla de Historia y Matemáticas, sí, pero también se baila, se juega, se pinta, se resuelven dudas que no salen en los libros, se leen noticias, se escucha. Mucho. Porque para este maestro, educar es escuchar de verdad. Ser presencia y acompañamiento.

Tal vez sea su mirada abierta o su formación ecléctica la que le permite conectar con tanta facilidad con sus alumnos. Quizá sean también sus dispares aficiones, su pasión por la montaña, los pájaros o la literatura las que impregnan sus clases de humanidad y curiosidad. Sea como sea, lo que ocurre en su aula no es común. Él mismo la define como el mundo de Alicia en el país de las maravillas. Pero este mundo sí es real. Jacobo es el que hace la magia pero sin sombrero y sin locuras.
Sus alumnos son su porqué vital, los que hacen que ame su profesión. Alumnos con nombre propio y, por supuesto, con su propia historia. María, Álvaro, Clara, Jaime, Dani, Lucía... Y tantos otros que han dejado huella en su carrera y en su vida.

A veces olvidamos que la educación está llena de héroes discretos, de sombrereros que no están locos. De personas que, sin hacer ruido, cambian vidas. De maestros que acompañan y hacen camino junto a los alumnos porque así entienden la Pedagogía. Así es Jacobo.
Gracias por enseñarnos que cada “¿por qué no?” puede ser el principio de una aventura maravillosa y vital. Seguiremos creyendo en la educación. ¿Por qué no vamos a hacerlo con maestros como Jacobo?