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DIOS NO NOS TRAJO HASTA AQUÍ PARA VOLVER ATRÁS
Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás Por: Magda Cristina López Blas
“Pero nosotros nos somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” (Hebreos 10:39)
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EGR | 14 Quiero empezar este artículo con esta cita de las Sagradas Escrituras, para resaltar la importancia de que en estos tiempos no podemos volver nuestra mirada atrás. Ciertamente nuestra vida tiene que estar enfocada en lo que realmente importa, en lo que Dios quiere y demanda de nosotros. Utilizo la palabra demanda, porque nosotros no fuimos creados para hacer lo que nos plazca, sino la voluntad del Padre. No, no tenemos libre albedrío.
El pueblo de Israel fue libertado de la esclavitud, de casa de servidumbre, a través del siervo Moisés. En el caminar por el desierto hacia la tierra prometida se quejaron, porque recordaban lo que comían en Egipto: “…y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de
Volver atrás es una forma de regresar hacia un punto del tiempo o del espacio en el que ya se encontraban, es retornar. La realidad es que la Palabra de Dios no sustenta, no aconseja que retornemos a nuestra vida pasada, incluyendo conductas y pensamientos. La palabra, en un sinnúmero de ocasiones, nos recuerda que por la gracia de Dios estamos de pie caminando hacia la meta. El apóstol Pablo postuló en Efesios 2:1-7: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro


Se nos ha hecho una invitación a proseguir a la meta, a no desenfocarnos, a no mirar el oprobio sino, como todo atleta, correr con paciencia la carrera que tenemos por delante, a conquistar lo que Dios estableció para nosotros (Hebreos 12:2). Por lo tanto, desmayar no es negociable, no es una alternativa para nuestras vidas. Según el diccionario Oxford, desmayar es colapsar, es decaer, es la destrucción o ruina de un sistema.
La Biblia nos alienta a no desmayar, a no darnos por vencidos. Pablo dijo: “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos.” (2ª Corintios 4:1). Y sí, a veces pensamos que el camino es fuerte y que no tenemos las fuerzas para continuar, para salir adelante, y entonces llega a nuestra mente que se nos cierran todas las puertas, que las peticiones que tenemos delante del Señor están bien lejos de cumplirse. Es en ese momento que debemos cancelar todo pensamiento negativo y enviarlo al infierno. Ni en nuestra mente ni en nuestro corazón, debe ha
tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.”
Es importante que recordemos de dónde Dios nos sacó, de que puso nuestros pies sobre la roca que es Cristo, y que estábamos enfermos, desprovistos, esclavos del mundo, pero la misericordia de Dios nos alcanzó. Ahora tenemos vida y vida en abundancia, tenemos salud, prosperidad (material y del alma) y protección. Siempre Dios ha sido un Dios de avanzada, nunca de retroceso. Él nos lleva de poder en poder, de triunfo en triunfo: “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús….” (2ª Corintios 2:14). ber espacio para la duda, ni para la incredulidad. El apóstol Pablo nos manda a fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza (Efesios 6:10), y a renovar nuestro entendimiento (Romanos 12:2).

EGR | 15 Jesús también nos habló de la necesidad de no desmayar. Utilizó la parábola de la viuda insistente y el juez injusto. Ella tenía una necesidad, y era que el juez le hiciera justicia de su adversario. Y aunque el juez no temía a Dios ni a hombre, por la insistencia de la viuda, le hizo justicia. Luego de la parábola, Jesús establece lo siguiente: “Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?” (Lucas 18:1-7). Seamos insistentes, no desmayemos, porque a su tiempo segaremos, a su tiempo recibiremos la respues-
En su carta a los Corintios, el apóstol Pablo nos insta a entender que nuestras dificultades no durarán mucho tiempo, que debemos permanecer firmes: “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” (2ª Corintios 4:16-18). Ninguna situación por la cual estemos pasando invalida lo que Dios ya determinó para nuestras vidas. No nos desesperemos y mucho menos pongamos nuestros pensamientos en el pasado; ni por un instante debemos pensar en mirar atrás.

Recuerda que eres más que vencedor en Cristo Jesús, Señor nuestro. Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás, sino para llegar a la meta y al propósito que él tiene para nuestras vidas. ▪
Referencias:
1. Biblia Plenitud. Versión Reina Valera, Revisión 1960: Editorial Caribe, Miami Florida 2. https://es.oxforddictionaries.com/definicin/retroceder
ORAIÓN PARA SALVAIÓN
Si no conoces a JESÚS como tu Señor y Salvador, haz la siguiente oración en fe: “Padre, vengo a tu presencia arrepentido de todos mis pecados, buscando tu perdón. Tu Palabra dice que un corazón humillado ante ti no será despreciado.

Hoy deseo aceptarte como mi Salvador, creyendo lo que dice Romanos 10:9 que si confieso con mi boca que Jesús es el Señor y creo en mi corazón que Dios le levantó de los muertos, seré salvo. Gracias Señor por mi salvación, y te pido que escribas mi nombre en el libro de la vida. Amén” Si acabas de hacer esta oración, comunícate con nosotros al 787-833-9083. Queremos conocerte y orar por ti.