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Cristocracia. La nueva cara de la corrupción

Jesús de Nazareth, Hijo de Dios y el Mesías (Cristo en griego), en su tarea última de morir crucificado, prometió, desde la cruz terrible y ensangrentada, entre el escarnios de la gente y los romanos, que no dejaría que muriera en la memoria de los hombres, la historia de su muerte, su descenso al averno y su resurrección de entre los muertos, para la salvación eterna de la toda la humanidad. Ricos, pobres, gentiles y hebreos. Cristo, salvador del mundo.

En la obscuridad y silencio de la catacumba de San Calixto, un grupo de hombres se reúne y rezan a escondidas. Se llaman a sí mismos cristianos, fieles todos, a las enseñanzas de Cristo y primeros devotos del cristianismo, religión cuyo parto fue marcado con el viacrucis y la dolorosa muerte del Cristo (30 dC), el “Ungido de Dios”, el mensajero de Elohim, el Dios único, el todopoderoso. Cristo redentor.

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Tres siglos más tarde, Teodosio I, el Grande, en el año 392, promulgó el edicto de Tesalónica, resucitando y reivindicando a Cristo. De sus difíciles y humildes orígenes en las provincias orientales del imperio romano, como religión de esclavos y trabajadores oprimidos, a religión oficial y exclusiva del imperio que un día, entre el escarnio de la muchedumbre, a una cruz lo había crucificado. El cristianismo como religión de la clase dirigente, y “ungida” como religión de Estado. De las catacumbas, a la Basílica de Letrán. De las tumbas colectivas, a la silla gestatoria Papal. El nuevo Cristo de los poderosos y feroz exterminador de los paganos.

Instalada en Roma, la Iglesia impulsó las expediciones a “Tierra Santa”, para consolidar su autoridad política sobre los reinos cristianos, amenazada por las rivalidades con el Imperio germánico. Además, los Papas querían recuperar el control sobre la Iglesia ortodoxa bizantina, separada del catolicismo romano desde el cisma (por cuestiones de dogma) de 1054. Sin embargo, la falta de sensibilidad de la iglesia católica, la obscena ostentación de sus riquezas y los sórdidos escándalos morales originaron la Reforma Protestante. Cristo a la defensiva.

En 1517, un monje alemán, Lutero, clava sus famosas 95 tesis en la puerta de la iglesia de Todos los Santos, en el ciudad de Wittenberg, Sajonia, Alemania. Dicho acto y la posterior publicación de la obra de otro monje, esta vez francés, Calvino, titulada “’Institutio Christianae Religionis’ constituyen el origen una guerra sin fin entre cristianos católicos y cristianos protestantes (luteranos, calvinistas, anglicanos) conocida como las guerras de religión a lo largo y ancho de Europa. La Contra reforma católica como respuesta. Cristo, aniquilador de herejes.

Los calvinistas afirmaban que la muerte de Cristo en la cruz fue para beneficio exclusivo de los elegidos de Dios (obviamente no éramos nosotros) mientras que los luteranos sostenían que el sacrificio de Cristo fue para beneficio de toda la humanidad, aunque sólo obtienen ese beneficio lo que tienen Fe. Hallelujah. Cristo desmembrado.

En el año del señor, en 1942, Cristo, a bordo de la carabela “Santa María”, llegó al Nuevo Mundo, cuando en realidad era el Viejo Mundo. En su nombre, los nativos fueron bautizados indios y su tierra “Nueva España” y descubrieron que Cristo era misericordioso y que su religión nativa era pagana, que vivían desnudos, en pecado y que para expiarlos, serian “reconvertidos”, de la manos de los buenos y piadosos frailes dominicos y franciscanos y forzados a trabajar en condiciones de esclavitud, al servicio del encomendero (el patrón magnánimo). Cristo el ignoto evangelizador de ultramar.

“Salve Regina, Mater misericordiae. Vita, dulcedo, et spes nostra, salve”. Con inusitado deleite, Rafael Carrera, Maximón supremo, fundador de la República, dictador conservador (apoyado por el clan Aycinena) y presidente vitalicio, escucha las notas del himno nacional de Guatemala, ‘Salve Regina’, cuyas notas resuenan en las naves el templo de San Francisco. Era tan piadoso que Cristo, en su infinita sabiduría, le concedió morir un viernes santo, envenenado, dicen, con raíces de chile chiltepe. Difícil amar a Dios en tierra de indios. Cristo mestizo y cachureco.

Después de su muerte, con el triunfo de la Revolución Liberal en 1871, y la llegada al poder de Justo Rufino Barrios, “El Reformador”. Cristo se convertiría, para la estabilidad del sistema, y la preservación de las buenas costumbres, en el Cristo de los criollos, el Cristo negro.

Julio de 1981, los claros ojos del sacerdote diocesano y futuro beato, Stanley Rother, se cierran para siempre, bajo el límpido cielo de Santiago Atitlán, mientras moría, pensaba en los granjeros de su Oklahoma natal; miles de tz’utujiles lloraron su muerte. Rother era una víctima más de la decisión de un grupo de sacerdotes de unirse a la guerrilla guatemalteca, dada la violenta represión de las dictaduras militares de la época. Denuncia e involucramiento, en contraposición de la posición conservadora de la jerarquía de la iglesia católica local. El Cristo de la opción preferencial por los pobres.

En el “interregnum” de la post guerra, Cristo se convirtió en víctima colateral, con el asesinato de Monseñor Gerardi, y prácticamente desapareció de escena, hasta reaparecer en boca de los corruptos. De los coloquiales y populares “Primero Dios” “Si Dios quiere”, “Ni lo quiera Dios”, “Dios me libre”, varios políticos, a partir del 2011, ungidos por “Sabe Dios quién” aparecieron impartiendo, bendiciones a diestra y siniestra, cada vez que terminaban una conversación o un discurso político, hasta que llegó el pederasta consumado, quien instauró una Cristocracia neo pentecostal bajo el lema de “Dios bendiga a Guatemala”, La delegación de las responsabilidades del Cesar, en Dios. A Dios lo que es de Dios y lo que es del Cesar, a Dios.

Desde entonces cualquier político frijolero, funcionarios sodomitas no binarios, barraganas amancebadas, falsos pastores, y verdaderos narcotraficantes se llenan la boca, repitiendo el nombre de Dios en vano, repartiendo bendiciones y pidiéndole a Dios que “nos socorra”. Ateos y herejes levantando las manos al cielo y obesos mentirosos, unidos en ayunos de oración.

Analfabetas funcionales, que apenas saben leer y escribir, se autoproclaman ungidos del señor, sin haber hojeado la Biblia, porque si la leen, se darán cuenta que Cristo los llamó ladrones. Mateo 23:25. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas ¡porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia”. Cristo prisionero en el inframundo de Dante, en el Octavo círculo, quinta fosa, destinada a los corruptos, en la antesala del Cristo fascismo. Guatemala la gran Meretriz, Cristo en la gran Babilonia.

Elohim, Elohim, tantas veces Cristo, no nos bendigas, sabemos que no somos el pueblo elegido, te suplicamos, envía a Abbadon, el exterminador, ángel justiciero, dueño y señor de las llaves del abismo. (Apocalipsis 9:11). Bendito sea, el que viene en nombre del Señor.

ÉDGAR GUTIÉRREZ

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