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Historia

seguridad y economía en las comunicaciones por mar y tierra con las ciudades de Cádiz, San Fernando y otros puntos ventajosos de la provincia, y la posibilidad de dar salida a los ganados, cereales y manufacturas de todas clases en las expresadas poblaciones, que enlazando la riqueza con el movimiento y tráfico de las diversas especies de consumo, vivifiquen el comercio interior de la provincia”.

Solo habían pasado tres meses de la redacción del diario de García Icazbalceta.

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Trayectoria

Humanista de gran prestigio

Desde esta perspectiva nos acercamos a esta obra y comprobaremos lo que vio aquellos ojos infantiles en nuestra ciudad.

En la primera parte explicita que lo que va a escribir sirva de “placer y utilidad” al lector; que los paseos van a hacer por la tarde; que anotará el tiempo y su evolución; que tomará “lo más notable que encuentre por el camino”.

Llega a la villa el día 5 de mayo en una falúa a través del río tardando “tres horas desde Cádiz a Chiclana”.

Ese mismo día realiza el primer paseo por la Alameda del río y deja sus primeras impresiones sobre ella. Más tarde fueron a un campo. Y añade: “Nuestra casa es de un piso” –la casa se hallaba situada al final de la calle Huerta Chica, en la plaza de España–.

Al día siguiente, además de la Alameda, estuvo en Santa Ana visitando la capilla que aún conservaba las huellas de las dos ocupaciones militares: “la capilla está medio arruinada que, aunque llena de piedras y escombros, hace ver que fue hermosa”.

Del mismo modo nos va a referir otros paseos más alejados de la villa en coche o en burro al Fontanar y al Doctoral en donde nos describe cómo la noria regaba la huerta y añade que es “una casa con jardín y huerta y varias norias. Estaba arruinada y la renovaron”.

[Continuará en el próximo número]

Transcurridos muchos años después de su estancia en nuestra ciudad, García Icazbalceta, se convirtió en un hombre humanista de un gran prestigio tanto en México como fuera de él, siendo reconocido por diversas academias hispanoamericanas –incluida las nuestras de la Historia y la de la Lengua –de la que fue miembro correspondiente– por sus múltiples estudios históricos y bibliográficos. Aunque antes de los treinta este hombre de tanto mérito no había publicado ninguna de sus obras, salvo una traducción. Sin embargo, llevaba muchos años estudiando la historia de México a través de libros y documentos que caía en sus manos, incluso comprándolos con su propio peculio. Una esmerada educación y un rico bagaje cultural le sirvió para convertirse en los siguientes años en un historiador y filólogo imprescindible en la historia de México.