
3 minute read
La Lógica Detrás de la Tregua y Liberación de Rehenes por Hamás
Las metas políticas enunciadas por Israel para su operación en Gaza han consistido desde el inicio principalmente en dos. Una es el desmantelamiento de las capacidades militares y de gobierno de Hamás. La segunda es la liberación de los rehenes que Hamás y la Jihad Islámica capturaron durante sus ataques del 7 de octubre. Hamás entiende muy bien el valor estratégico de la toma de rehenes. Ya en el pasado, esa organización ha sido capaz de intercambiar más de 1000 prisioneros palestinos por un solo soldado israelí (Gilad Shalit, en 2011). Uno de los prisioneros liberados en ese momento fue nada menos que Yahya Sinwar, quien actualmente dirige el gobierno de Hamás en Gaza y quien encabezó la planeación de los ataques del 7 de octubre.
Esto, naturalmente presenta una contradicción desde una perspectiva estrictamente militar. Pero la militar no es la única perspectiva que está siendo considerada en torno a la tregua e intercambio señalados. En el texto de hoy, lo comentamos.
Primero, Israel es un país en el que cada vez que alguna organización terrorista secuestra rehenes, se produce un movimiento social enorme. Para la sociedad civil de ese país, el rescate de sus rehenes (soldados o civiles) se vuelve prioritario, incluso al costo de sacrificar cuestiones de seguridad. Esto frecuentemente entra en conflicto con la posición de los tomadores de decisiones que tienen otro tipo de prioridades de seguridad nacional, las cuales podrían ser vistas como más de realpolitik y menos humanitarias.
Segundo, lo anterior es algo que Hamás, tras décadas de conflicto con Israel, entiende muy bien. Por eso, cuando los atentados terroristas del 7 de octubre fueron planeados, uno de los objetivos centrales fue el secuestro de rehenes. Tantos como fuese posible, sin importar su nacionalidad, género, edad o procedencia.
Tercero, el secuestro de rehenes, y especialmente de civiles, mujeres, ancianos y niños, genera múltiples beneficios a las organizaciones perpetradoras de los ataques. Esto incluye el incrementar las dificultades logísticas de una operación militar que pretende destruirles, la presión psicológica que se puede producir al difundir videos o notas relacionadas con los rehenes, la guerra de nervios que se desata y por tanto, sumando lo que señalo, el cúmulo de concesiones que Hamás o la Jihad Islámica pueden conseguir.
Esto convierte, para Hamás, el secuestro de rehenes en una victoria múltiple, considerando, además de todo, que, de manera inusitada, en esta ocasión estamos hablando de más de 240 rehenes, incluidos civiles de múltiples nacionalidades. Por un lado, la proyección de fuerza que les otorga la captura en sí -las más recientes encuestas en Palestina, por ejemplo, muestran que el 75% de la ciudadanía en Cisjordania y Gaza, aprueba los atentados cometidos como parte de su lucha de resistencia- y lo que esto les hace crecer.
Por el otro lado, Hamás obtiene una victoria simbólica y política adicional al intercambiar rehenes por prisioneros palestinos que se encontraban en cárceles israelíes.
No obstante, también hay que considerar que, en esta ocasión en específico, especialmente porque entre las personas secuestradas hay civiles de múltiples nacionalidades, Hamás navega por un delgado hilo al seguirlos reteniendo indefinidamente. Por ejemplo, (…) Rusia.
Esa combinación de factores ocasiona que las negociaciones y las decisiones al respecto de los rehenes no sean cosa fácil, lo que las ha prolongado durante siete semanas. Por ahora, se decide liberar, en fases, al menos a 50 rehenes a cambio de un cese al fuego temporal mínimamente de 4 días, el cual hasta el momento de este escrito está siendo respetado. Dicho eso, hay que entender que esta treguaintercambio, que, por supuesto ha sido bien recibida por múltiples actores, es solo parcial.
Del lado israelí, la pausa era necesaria por un lado para calmar la presión interna señalada por el movimiento social a favor de la liberación de rehenes que no hacía otra cosa que crecer.
En EU, la guerra en Medio Oriente se convirtió desde un inicio en un tema de política interna, y actualmente, la opinión pública estadounidense está valorando muy negativamente la gestión de Biden del conflicto, y hoy se opone mayoritariamente a seguir armando a Israel.
En la carrera que menciono, Israel buscará aprovechar todo el tiempo que tenga disponible para seguir adelante con su meta de desmantelar la infraestructura militar y política de Hamás. De ahí que el sector militar se opusiera a otorgar treguas. Pero una guerra, como sabemos, nunca se limita a lo militar. Y en el entorno político, local y global, las negociaciones entre enemigos, aunque no siempre sean visibles o aparentes, y aunque sean negociaciones por acuerdos parciales, siempre son factores que deben leerse en paralelo con lo militar. Sun