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¿Colapsará el IMSS al Absorber al Insabi?

Raúl Rodríguez

Tan cierto como que el Seguro Popular (SP) fue un fraude y el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) un rotundo fracaso al pretender sustituirlo, falso es que el IMSS colapsará al absorber la tarea de dar atención médica gratuita a la población no asalariada.

El Seguro Popular, surgido en 2003, era un mecanismo de financiamiento que entregaba recursos federales a las secretarías de Finanzas de los gobiernos de los estados. Esto es, solo transfería recursos (casi 190 mil millones de pesos en 2019, su último año de funcionamiento). Nunca dio servicios médicos (consultas, medicinas, cirugías). Estos los proporcionaba el sector salud de cada uno de los estados.

En la lógica de un seguro, había una cuota de afiliación, de la que quedaban exentos las familias con ingresos inferiores a los 27 mil 500 pesos trimestrales o con ingresos menores a los 48 mil 600 pesos trimestrales, pero con al menos un niño nacido o una mujer embarazada.

El resto de las familias pagaban una cuota de incorporación que fluctuaba entre dos mil y once mil pesos (según nivel de ingreso) para una póliza de tres años.

El caso es que los recursos federales del SP muchas veces se retuvieron en las tesorerías estatales, no se entregaron a los servicios de salud o se desviaron hacia otros fines, incluido el latrocinio. En 2018, por ejemplo, la Auditoría Superior de la Federación detectó que los estados “perdieron” 892 millones de pesos del Seguro Popular.

Con este diagnóstico, el actual gobierno canceló el Seguro Popular y creó el Insabi que inició funciones el primero de enero de 2020 como órgano descentralizado de la Secretaría de Salud, para dar servicio gratuito y directo a todos aquellos que no contaran con seguridad social.

Fuentes consultadas en el sector salud atribuyen la inoperancia del Insabi a que tuvo que cubrir el remanente del Seguro Popular y atender la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia de Covid-19, lo que lo llevó a gastar en tres años (2020, 2021 y 2022) un presupuesto de poco más de 302 mil millones de pesos.

El pasado 29 de abril, el Congreso aprobó en fast track la desaparición del Insabi y la transferencia de sus servicios al IMSSBienestar. Oído así y sin más explicaciones que las aportadas por la propaganda opositora, resulta imposible que el Seguro Social —con sus mil 819 unidades y clínicas para sus 74.9 millones de derechohabientes (57% de la población)— pueda atender, sin colapsar, a 66.4 millones sin seguridad social. La clave aquí está en una soslayada diferenciación: una cosa es el IMSS tripartita (ordinario) y otra el IMSS-Bienestar. Aquel es financiado por cuotas obrero-patronales y aportaciones federales y éste, creado el 31 de agosto del año pasado para dar atención médica a la población sin seguridad social, es un organismo público descentralizado con patrimonio propio. Por ley, los recursos del IMSS ordinario no pueden ser utilizados en el

sin 4T

sistema IMSS-Bienestar, nos recuerda Marcos Bucio, secretario general del Seguro Social, consultado al respecto. Aquel no compromete a este. IMSS-Bienestar es la continuación del IMSS-Coplamar iniciado en el gobierno de José López Portillo y continuado, con otros nombres, por subsecuentes gobiernos. Sus programas, ya con trece estados adheridos a su Plan de Salud, atienden en sus clínicas y hospitales a 26.4 millones de mexicanos sin seguridad social. Sun

Emilio Lezama

global” que le conviene una alianza del G7 en contra de China. No hay un país que pueda beneficiarse geopolítica y económicamente tanto como nosotros. Y sin embargo, México está ausente. En lugar de estar negociando con las grandes potencias del mundo, México ha decidido flotar sobre la inercia. En lugar de tener una estrategia clara y agresiva para aprovechar el nearshoring, México celebra una sola planta automotriz de Tesla en Monterrey. Las consecuencias son amplias.

En la plácida ciudad de Hiroshima, la misma que en 1945 se convirtió en la primera víctima de un ataque nuclear, en 2023 se unen los mandatarios de las democracias más ricas del mundo para intentar resolver el conflicto de Ucrania y plantear otros paradigmas globales. El problema del G7 es que fue creado en una época de una hegemonía indiscutida de Estados Unidos sobre el mundo, una época en la que Europa estaba dispuesta a seguir ciegamente a Washington y en la que el dominio del norte era tan avasallador que las economías emergentes podían ser desplazadas de las grandes discusiones sin ninguna consecuencia. Esa realidad ya no existe.

Rusia dejó de pertenecer al grupo del G7 en 2014 y se convirtió en una fuerza antagonista. La irrupción de China es la amenaza número uno para la hegemonía de Estados Unidos. La India es la quinta economía más grande del mundo, y bajo el liderazgo carismático de Narendra Modi ha empezado a asumir su rol como potencia mundial. Todo esto amplía la importancia de incluir a lo que se denomina “el sur global” en la conversación. Sin estas economías y con poca diversidad regional, hoy en día el G7 ha perdido legitimidad, relevancia y poderío, y por ello cada vez más buscan invitar a países del sur global a ser parte de estas reuniones en búsqueda de consensos más amplios. Hay tres temas principales sobre la mesa en esta ocasión; Primero, Japón quiere proponer acuerdos que den pasos importantes para el desarmamiento nuclear. Esto no sucederá. El segundo tema será la guerra en Ucrania. El tercer tema es China. China no es una nueva potencia y a diferencia de Rusia, China es un país que puede competir en más áreas que lo militar. Por eso mismo, China es más estratégico, entiende su poder económico y sabe usarlo. A EUA esto le preocupa, y busca usar el G7 para crear un contrapeso al ascenso chino. El magnetismo de China es muy fuerte y a mucho del “sur global” les apetece y lo necesitan.

Es en ese espacio donde debería entrar México. Nuestro país es uno de los pocos del “sur

Le guste o no a los gobiernos mexicanos, México es una potencia regional que no ha sabido ni querido asumir su rol en el mundo. Esto lleva sucediendo muchas décadas, pero en este momento hay una ventana de oportunidad única que tenemos que aprovechar. México necesita generar una estrategia internacional mucho más asertiva; por un lado no puede darse el lujo de desperdiciar la oportunidad económica que representa el aislamiento de China.

El Itamaraty lo tiene muy claro, es Brasil o México y siempre será así. En Palacio Nacional esto no se entiende y la adulación por Lula y una idea bolivariana romántica e implausible ciega los intereses nacionales. No es una cuestión de orgullo, está en juego el potencial económico de nuestro país. La posibilidad de generar una economía más robusta que nos ayude a hacer lo que Lula hizo, sacar a gente de la pobreza y también lo que Lula no logró, generar menos desigualdad de una forma permanente. Brasil, al igual que Corea, India e Indonesia, están reunidos en estos momentos en el G7, México duerme en el Palacio Nacional. Sun

*Se Congrega con más de 3 mil Habitantes de Ocosingo.

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