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Tráfico de Medicinas, Problema Fronterizo Plan Colombia, ¿por qué no Aplica en México?
A lo largo de la franja fronteriza estarían alrededor de 30% de las farmacias de México. De ese tamaño es el negocio. Muchas personas aseguran que no son drogadictas, que están medicadas y su adicción simplemente la consideran una circunstancia médica. Lo cierto es que son millones de personas en la Unión Americana que los consumen y se ven en la necesidad de conseguirlos a como dé lugar. “El otro problema es que mandan comprar, por ejemplo, 100 pastillas de Rivotril; se guardan 50 para ellos y venden entre sus amistades las otras 50”, señala un profesor de la Escuela de Químicos Farmacéuticos Biólogos de Tijuana, con residencia en San Diego, California. “A ellos [quien la pide], del lado mexicano le cuesta 90 dólares la cajita [con 100 pastillas]; si la comprara en Estados Unidos [bajo receta] le costaría entre 900 y mil 500 dólares. Si se queda con 50 pastillas y vende las otras 50 en 70 dólares [cada una], por poner un número, ganaría 3 mil 500 dólares y seguramente cada pastilla la venden en más”.
Mas allá de los cárteles de la droga, (…) millones de ciudadanos y residentes de la Unión Americana se convierten en traficantes también. “Algunos conscientemente, otros sin darse cuenta, pero así es”, señala el profesor. “Desde el que hizo el favor de comprarlas y enviarlas, hasta quien las recibió y le vende a sus amigos y conocidos, todos son cómplices”, indica.
Así, el tráfico hormiga de medicamentos clandestinos en la frontera norte de México y sur de Estados Unidos, “donde ciudadanos comunes se convierten en delincuentes y narcotraficantes”. Todo esto sin considerar que las farmacias fronterizas son también, en muchos casos, fachada de varios cárteles. Sun
Pactada por los entonces presidentes de Colombia, Andrés Pastrana (1998-2002), y de Estados Unidos, William Clinton (1993-2001), la iniciativa buscó esencialmente reducir en 50% el área de cultivos de hoja de coca, materia prima de la cocaína, y de amapola, base de la heroína.
“El Plan Colombia tuvo aspectos positivos. Fortaleció la capacidad de la justicia y de la Fuerza Pública [militar y policial]. A veces se reduce el plan a una estrategia contra cultivos ilícitos. Eso fue lo menos efectivo y menos importante”, adujo el economista colombiano Jorge Restrepo, director del (no estatal) Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, de Bogotá.
“Lo más importante fue fortalecer las instituciones de justicia, la Fiscalía General y la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional. Si bien no fue hacia allí donde se dirigió la mayor parte de recursos, sí fue donde hubo mayor efectividad. Colombia está hoy mejor que en 2000. Hay menos violencia”, declaró Restrepo a EL UNIVERSAL.
Al plantear un “paralelo que se puede hacer con México”, subrayó que “entre más se dirijan esfuerzos en seguridad y justicia a la lucha contra el tráfico de narcóticos, menos recursos se dirigen a la seguridad interna ciudadana”.
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Tras recordar que el plan llegó en un escenario bélico, Restrepo destacó que EU “incluyó una disposición” que impidió que recursos materiales y financieros exclusivos para el plan fueran desviados por la Fuerza Pública a la guerra civil.
(…) La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EU determinó que los cultivos de amapola se redujeron 50% y los de hoja de coca crecieron 15%.
El saldo del plan tampoco permitió calificar a ese país en la actualidad como prototipo a emular en otros escenarios conflictivos de América Latina y el Caribe, como México, el más importante puente para introducir drogas de origen natural (cocaína o heroína) y sintético (fentanilo, éxtasis u otros alucinógenos y variaciones químicas y estimulantes de la anfetamina o metanfetamina) a EU. En una marcada diferencia con México, Colombia entró al plan con la experiencia de 36 años de estar enfrentada a la subversión izquierdista desde 1964. Colombia todavía combate en 2023 al ELN, declarado en 2001 por EU como fuerza terrorista global y pieza central del narcotráfico en ese país en asociación, entre otros, con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), uno de los más poderosos de México. En una similitud crucial entre ambos países, los cárteles mexicanos y colombianos dominan la narcoactividad mundial, desde la siembra de hoja de coca y su cosecha para producir la droga y dirigir la distribución y el tráfico en los mercados, hasta la infiltración política, militar, policial, judicial y empresarial, así como el blanqueo de dinero.
En ambas naciones hay poderosos bloques paramilitares derechistas implicados en el narcotráfico.
El plan fue concebido por Pastrana todavía como candidato presidencial en 1998, cuando ganó la carrera electoral para iniciar ese año su cuatrienio.
En una entrevista que concedió en 2016 a este diario, Pastrana acusó a las FARC de multiplicar “los cultivos ilícitos” porque en el diálogo de paz logró que el entonces presidente, Juan Manuel Santos (2010-2018), aceptara suspender la fumigación aérea de los sembradíos de hoja de coca, con lo que esa guerrilla aumentó “sus ingresos en cerca de 60%” por narcotráfico.
Al condenar a Santos por negociar con las FARC un acuerdo en el que “no se condena el cultivo ilícito, sino el uso ilícito del cultivo”, reprochó: “Santos enterró el Plan Colombia”. Sun