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Carlos
Ramírez
Lo que queda claro es que estamos frente a un modelo conocido de sucesión presidencial: la de Plutarco Elías Calles, con su minimaximato y la imposición de su poder transexenal hasta que chocó con la decisión pétrea del presidente Cárdenas.
La sucesión del 2024 está clara: continuidad garantizada transexenal de la 4T y, de modo inevitable, el liderazgo visible o invisible de López Obrador a partir del 1 de octubre de 2024. De las cuatro corcholatas, Ebrard abrió de manera imprudente su juego y mostró que de ser candidato y ganar, ejercerá el poder absoluto y absolutista para sí y no para la 4T, y menos para su hermano López Obrador. Política para dummies: La política es el reino de la ingenuidad, aunque se paga siempre muy caro. El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.
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