Católicos mexicanos, insípidos y tibios Página 2
23 de noviembre de 2014
AÑO 20
Periodismo católico; FE QUE SE HACE CULTURA
No. 1011
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«Una Iglesia pobre y para los pobres»: Papa Francisco
P
ersonajes de dentro y de fuera de la Iglesia católica se han «sorprendido» por la capacidad comunicativa del Papa Francisco. No se trata de una improvisación: ha trabajado un modo comunicativo anclado a lo mejor de la tradición cristiana: primero el gesto, después el signo y, al último, la palabra. Vamos a poner un ejemplo. El tema de las regaderas en la columnata de Bernini, que abraza la Basílica de San Pedro. El anuncio no fue hecho por el Papa sino por su limosnero. Desde luego, la iniciativa (el gesto) es de Francisco, quien no obstante, recibe todos los días a los dignatarios del mundo, no pierde perspectiva y obser-
Pórtico Por Jaime Septién
jaimeseptien@elobservadorenlinea.com
Gestos, signos y palabras va cómo hacer que la caridad de la Iglesia llegue a los que poca caridad humana alcanzan. Después, el signo. En este caso, el signo es un «medio pobre»: las tres duchas para que puedan bañarse los cientos de sin techo que mendigan alrededor de la Plaza de San Pedro. Una humilde iniciativa que debería tener
repercusión en todas las plazas del mundo, más aún, del mundo católico. La inversión es mínima, pero no se trata de montos: se trata de amor al pobre. El Papa le ha transmitido una orden a su limosnero: que en su cuenta de banco no quede ni un euro, que esté siempre en ceros. Al final de la cadena –nosotros la ponemos al principio—, la palabra. El Papa dice que le gustaría «una Iglesia pobre y para los pobres». Después de este ejemplo –junto con los muchos que ha dado— lo que diga me convence. Lo siento y lo sé real. Es el testimonio que acompaña a la caridad verdadera. La caridad de Cristo, esa que nos habría de urgirnos si nuestro corazón no fuera de piedra.
OSSERVATORE ROMANO / AFP
En la foto, el Papa Francisco compartiendo los alimentos en las instalaciones de una asociación civil que provee de comida caliente a los pobres; una de las muchas acciones con las cuales nos recuerda que ser católicos es ocuparse por los más desfavorecidos. En pleno Vaticano, el Papa ha ordenado poner duchas para las personas sin hogar; esto se replicará en diversas parroquias de Roma. Monseñor Krajewski, el «Limosnero del Papa», ha señalado que el Vaticano pagará. Para esto debería servir el dinero, para ponerlo al servicio de la dignidad de las personas; que no quede un solo euro sin gastar (para ayudar al que sufre) ha dicho el Papa a Monseñor Krajewski. Página 14
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