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Bodegas Nexus & Frontaura

La ‘familia’ de vinos Nexus & Frontaura; abajo, Camino Pardo . NEXUS & FRONTAURA

BODEGAS NEXUS & FRONTAURA VINOS CON ESTILOS DIFERENTES

Identidad y riqueza de un territorio

Experiencia única. El objetivo es disfrutar con ‘esa’ copa de vino, que acompaña tantas ocasiones y que aporta una armonía en la que todo fluye

En el mundo del vino, cada uno ha forjado su historia de forma diferente. En el caso de Camino Pardo, gerente de Bodegas Nexus & Frontaura, su visión se identifica «con una necesidad cultural: representa una tradición, una historia familiar, un paisaje, un patrimonio natural y la singularidad de nuestras zonas de producción».

Esta necesidad se concreta en interpretar cada año la naturaleza de la que somos un instrumento, reflejando la riqueza de los territorios y la identidad de su origen. «Nuestro origen es el viñedo, unas cepas que son seres vivos a los cuales hay que respetar, atender y permitirles demostrar su personalidad. Y aquí nace nuestra identidad: suelos calizos, arcillosos y calcáreos, en los que el sol constante, la personalidad aguerrida de la tempranillo, el clima extremo y los vientos ingratos se transformarán en rojo pasión».

Los vinos Frontaura y Nexus reflejan la riqueza de esos territorios y la identidad de su origen. Ambas DO distan pocos kilómetros entre sí, y su materia prima principal es la variedad tempranillo. Y, sin embargo, sus estilos son diferentes. pas viejas de Toro, su topografía de suaves ondulaciones, abrazadas por el curso del río Duero en su camino hacia Portugal, que crea un microclima con cierta humedad, suavizando los vientos sobre terruños pedregosos y de textura arenosa, aliñado por un clima continental extremo, y por la luz constante que nos regalan una fruta diferente y concentrada. «Me entusiasma la sutil interpretación de nuestros vinos de Toro: jugosos, cálidos, ricos en fruta, color y aromas. Animo a descubrir esta pequeña región de vinos poderosos que tradicionalmente regaban las mesas de las Cortes de Europa.

Nexus Es una ráfaga de refinamiento, rojo sensual que despliega un abanico de sabores que te piden más. La protagonista es la fruta y el equilibrio entre el potencial de la variedad tempranillo con la elegancia de un proceso de elaboración que requiere mimo y paciencia, lo bueno se hace esperar.

«Proponemos lo nuestro, pero lo importante es la experiencia sensorial propia, el vino es un placer y percibimos sus propiedades a través de las impresiones que nos comunican nuestros sentidos: aromas, colores, brillo, untuosidad, estructura, aspereza, sabor, golosidad o armonía; hasta que podamos personalmente constatar que en la degustación intervienen todos nuestros sentidos: la vista, el tacto, el oído, olfato y gusto».

Cada uno debe así formar su criterio propio, y en cada ocasión dejarse llevar un poco, ya que en el vino está ese componente tan inherente a él que son nuestras emociones, el momento específico de su consumo y con las personas con las que lo compartimos.

«Mi pasión por el vino –continúa Pardo– tiene que ver con la ruta femenina de entender las emociones: ser conquistada por los detalles para que éstos nos embriaguen con su sensualidad, armonía, esa curiosidad por descubrir sutilezas, tintos aterciopelados, que abrazan tu paladar cálidamente, y al mismo tiempo con una frescura que te permite sentir que esa experiencia es única. El objetivo no es beber, sino disfrutar ‘esa’ copa de vino, que acompaña tantas ocasiones y que nos agrada porque aporta una armonía en la que todo fluye, convirtiéndose en una experiencia única».

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