LAS “HERRAMIENTAS” DEL ARTE
De la simpleza de las manos al vigor flexible del metal
Una tarde jubilosa de julio del ´91 asistí a una ceremonia extraordinaria e inolvidable.
La sesión magistral del Maestro ecuatoriano Oswaldo Guayasamín retratando al entonces presidente de la República de Bolivia, Jaime Paz Zamora.
Fue en los salones de la Casa Presidencial de San Jorge. Óleo sobre lienzo, montado en un caballete fabricado por el escultor Gonzalo Cardozo. Un espacio ambientado según pedido del pintor con música clásica. Incontables cigarrillos durante el evento y una paleta descomunal (una hoja entera de venesta 122 x 244 cm) y sobre ella, generosos promontorios de pintura, esencia de trementina y las herramientas para el desarrollo de su trabajo. Pinceles, brochas, algunos paños, papeles y ….espátulas.
Tras una mancha general a manera de grisalla, el maestro esbozó una estructura base, invadiendo con trazos feroces el lienzo y de aromas sutiles y penetrantes el ambiente, creando con la imagen que aparecía, una atmósfera de templo. Satisfecho con las primeros trazos y líneas constructoras del retrato ya resuelto en su mente, empezó a blandir sus armas. Esas pequeñas, grandes y flexibles placas de metal, cortando casi sin ruido, el aire que le circundaba hasta hundirse en la masa oleaginosa de su paleta.
A momentos, exhalando un suspiro, lanzaba profundas bocanadas de humo al infinito como queriendo sahumar la sinfonía de colores breves que cobraban cuerpo y vida, configurando los trazos esenciales del rostro. Luces, sombras, penumbras, aparecían detrás del sonido que produce el metal cuando corta el aire, empastando los gestos, las facciones vitales del retratado.
Un par de horas más tarde, contemplaba campante el producto de su solitario embate. En sus manos tensamente venosas, brillaban temblorosas, sus espátulas. Aquellas hojas de metal que crearon para la historia del arte, la Edad de la Ira, El Camino del Llanto, las portentosas Manos y la Capilla del Hombre.
ESPÁTULA EN MOVIMIENTO es un colectivo de artistas que ha elegido a la ESPÁTULA como su medio de expresión plástica. Ese instrumento que, perdido en la nebulosa del tiempo, nos sorprende con su versatilidad y vigencia.
No hay registro seguro de su aparición cronológica en la historia de los utensilios y herramientas. Solo las incontables texturas que vemos petrificada en la profundidad de las cavernas, en los revoques y alicatados de las construcciones. En la memoria de las balanzas a donde trasladaban los polvos valiosos, las dosis necesarias.
Se dice que fueron hechas en diferentes materiales. Hueso, madera, metal….Cuando la utilidad de las manos, ya no podía embestir los soportes, Cuando se necesitaba esgrafiar, adosar, texturar materiales, relievar superficies.
Quizás por ello, en el arte de la pintura, después de ser una herramienta para cuantificar, mezclar y comprobar color, se convierte en un nuevo y vigoroso aplicador de materia artística. Diamante, tipo cuchillo, cuadradas, poligonales o simplemente planas.
Su presencia protagónica y específica acompaña al arte de la pintura a partir de los impresionistas hasta nuestra época. Desde el acero inoxidable hasta los desechables plásticos y polímeros de la actualidad. Incluso los programas informáticos tienen herramientas virtuales con el nombre genérico de ESPÁTULAS. Qué ironía.
Pero nada puede reemplazar su presencia tangible en el quehacer de la pintura. Pues se ha convertido en una extensión del cuerpo, en un arma noble por así decirlo, que contribuye a la creación artística. A la manifestación gráfica del temple del artista, de su energía mental y corporal, de su destreza.
Trazos vigorosos, empastes sutiles, huellas y relieves de riqueza cromática gestual, planos plenos, esgrafiados, figuras realistas, desdibujadas o simplemente abstractas, como las que podemos contemplar en la presente muestra, en diversos lenguajes plásticos y estilísticos.
Eso y más es la ESPÁTULA, una contribución eficaz y certera de la infinitud creativa del ser humano.
Javier FERNÁNDEZ CIUDADANO DEL MUNDO
ADDA DONATO
ROSENDO ALIAGA
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RONAL CANDIA
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ESCARLET SALVATIERRA
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