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Opinión

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Pérez Ricart

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La Guardia Nacional no estará en la Sedena, pero un General en retiro continuará dirigiéndola.

La Guardia Nacional no estará en la Sedena, pero el 80 por ciento de sus miembros (y subiendo) seguirán siendo militares.

La Guardia Nacional no estará en la Sedena, pero sus soldados seguirán viviendo y durmiendo en los cuarteles construidos en terrenos del Ejército.

La Guardia Nacional no estará en la Sedena, pero las armas, chalecos, automóviles y helicópteros a su alcance seguirán siendo parte el inventario militar.

La Guardia Nacional no estará en la Sedena, pero –-al menos por ahora–- no será una institución civil.

ser un gran jurista para entenderlo. En segundo lugar, un compromiso real y tangible en fortalecer las policías estatales y dotarlas de facultades de investigación. Poco o nada ha hecho el gobierno en este esfuerzo; poco o nada se pretende hacer en el futuro. El tercer elemento: impulsar una reforma militar que obligue a la Sedena a dejar atrás dinámicas de opacidad –-varias de ellas reveladas la semana pasada y que tocaron el corazón del Ejército. Sin estas condiciones mínimas, la integración de la Guardia Nacional a la Sedena implicaba construir una casa sin cimientos. Y si una edificación no es estable, esta se agrieta, se hunde, se cae.

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Antonio Gonzalez

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Antonio Gonzalez

Periodico el Faro de la Costa Chica es una publicación diaria que se imprime en sus propios talleres con circulación en la región de la Costa Chica de Guerrero, Tlapa y Oaxaca

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A pesar de la decisión de la Corte de señalar como inconstitucional la transferencia de la Guardia Nacional a la Sedena, nada realmente cambiará al interior de la organización. Continuarán el limbo jurídico, las líneas de responsabilidad cruzadas entre militares y civiles y las incertidumbres laborales de los guardas nacionales. La decisión de la Corte fue correcta, más no resuelve el embrollo en el que está metido el gobierno federal –-y tampoco tenía por qué hacerlo.

Recapitulemos. Las razones del presidente para transferir la Guardia Nacional a Sedena no eran menores. Algunas de ellas entendibles, incluso necesarias: resolver problemas administrativos, disipar dudas laborales y volver más eficaz el flujo de recursos –-temas que traté en una columna de hace algunos meses (1). La institución está compuesta, en su mayoría, por soldados prestados por el Ejército en “oficio de comisión”–- una figura tan ambigua como desconcertante para el soldado. Para el gobierno, la manera más sencilla de resolver y rearmar el Frankenstein era juntar todo bajo una misma secretaria, la Sedena.

Lo más sencillo, sin embargo, no siempre es lo mejor. Faltaban tres elementos para dar este paso.

En primer lugar, un acuerdo político que cristalice en una reforma constitucional. La iniciativa presidencial era un fraude a la letra de la carta magna. No había que

Hoy el Gobierno está en una situación imposible. Ya derrotado el plan de transferir la estructura de la Guardia Nacional a la Sedena, quizás convenga comenzar a labrar el camino opuesto: trasladar el presupuesto, las instalaciones, el personal de la Sedena y todo lo consecuente a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Es un derrotero más largo, pero el correcto, el constitucional. Habríamos perdido varios años, pero se enmendaría el error histórico –-desde mi punto de vista, el mayor de este gobierno–- de renunciar a la construcción de una fuerza federal de corte civil.

Desde el gobierno, lastimosamente, no hay señales que llamen al optimismo. A finales de la semana pasada, el presidente anunció que, en septiembre de 2024, pasadas las elecciones, enviará a un nuevo Congreso de la Unión otra iniciativa para que la Guardia Nacional sea transferida a la Sedena. El presidente apuesta por aplastar en las elecciones y resolver en un mes lo que no pudo hacer en seis años. Un tiro al aire. La estrategia significa patear el balón hacia adelante y renunciar a utilizar este último tramo de gobierno a fortalecer la Guardia Nacional a costa de la Sedena –-en estas circunstancias, el único camino posible. No sucederá ya en esta administración.

La Guardia Nacional continuará viviendo y sobreviviendo entre la incertidumbre operativa, laboral, jurídica y política. Y de esto, la Corte no es la culpable.

Qué tanto le busca Claudio X. González si ya tiene a su candidata presidencial. Para qué pierde tiempo si es la mejor de su elenco de 13 aspirantes. María Lilly del Carmen Téllez García, nombre completo de la Senadora Lilly Téllez, representa mejor que ninguno de ellos lo que hoy es la oposición al Presidente Andrés Manuel López Obrador y a Morena. En medio de tantos precandidatos corruptos, desprestigiados y hasta fugitivos, que se hacen llamar “perseguidos políticos”, Lilly Téllez por lo menos no tiene orden de aprehensión ni le ha aparecido, hasta ahora al menos, una fortuna incongruente con su trabajo como conductora de noticias. Si alguna duda sobre ella había, se desvaneció después de la ceremonia solemne de entrega de la medalla Belisario Domínguez, el miércoles 19: Lilly Téllez tuvo el arrojo de darle la espalda a Elena Poniatowska, la galardonada, para ser ella la única resplandeciente en el Senado. Con eso ratificó que es capaz de sacar provecho de todo como sea.

La “outsider” que han esperado los opositores a López Obrador ya está frente a sus ojos: Es una conservadora del talante de Cecilia Romero y Margarita Zavala, es también una “libertaria” en lo económico —que es neoliberalismo vil— y posee, además, los atributos físicos de una mujer madura. Es la Gloria Álvarez de México.

En el terreno de las lealtades, Lilly Téllez tiene convicciones endebles y acomodaticias, como los más prominentes de la oposición: Obtuvo la Senaduría por Morena, pero mudó al PAN y a Vox, las antípodas, y después de abominar a Margarita Zavala y Felipe Calderón, se les rindió.

Hasta su coordinador de precampaña presidencial, Roberto Gil Zuarth, es de las filas de Calderón, aunque debería preguntarle a su compañera Senadora

Josefina Vázquez Mota si este abogado es de fiar en el manejo de recursos y en conseguir votos. Aunque sólo terminó la secundaria, no importa: Lilly Téllez tiene el lenguaje estridente que gusta a priistas y panistas. No tiene ninguna experiencia de

Gobierno, pero tampoco importa, porque ya prometió que meterá a López Obrador a la cárcel y con eso basta.

Sí: Lilly Téllez encarna, como pocos, el populismo de derecha que cree que es el antídoto contra el populismo de izquierda con el que asocia a López Obrador y Morena. Y por eso es la mejor candidata que puede tener la oposición que reivindica el modelo neoliberal.

A diferencia de los políticos tradicionales del elenco opositor, mujeres y hombres, Lilly Téllez no tiene el tamaño del desprestigio que ellos arrastran, aunque si Claudio X. González hace que la postulen, como jefe que es de la oposición, tendrá que asumir el repudio contra PRI, PAN y PRD. Ante los 13 precandidatos presidenciales de la oposición, Lilly Téllez destaca y, en particular, ante el talante de Santiago Creel, Gustavo de Hoyos, Juan Carlos Romero Hicks, Demetrio Sodi e Ildefonso Guajardo, hasta brilla.

A la Senadora le ayuda también no tener el perfil de Enrique de la Madrid y Claudia Ruiz Massieu, hijo y sobrina de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, quienes instauraron en México el depredador modelo neoliberal, ni se parece a José Ángel Gurría, Secretario de Hacienda de Hacienda de Ernesto Zedillo, ni a Beatriz Paredes, operadora de enjuagues de Enrique Peña Nieto.

Y es claramente una mejor apuesta Lilly Téllez que los exgobernadores Francisco Javier García Cabeza de Vaca, Miguel Ángel Mancera y Silviano Aureoles, quiene en cualquier momento caen en la cárcel o se dan a la fuga.

Así es que no hay mucho de dónde escoger y la mejor carta de la oposición contra López Obrador y Morena es Téllez. Salvo que Claudio X. González decida otra cosa. Es el que manda.

Por cierto, el Gobernador Enrique Alfaro ha decidido también buscar la candidatura presidencial, no por el partido Movimiento Ciudadano, sino por la coalición del PRIAN o sólo con el PAN si cumple con el PRI tras la paliza en el Estado de México. Su problema es que el rechazo popular en Jalisco le da para muy poco…

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