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Opinión

MISAEL TAMAYO NÚÑEZ DESPEJAR Palabras Mayores

El presidente no descansa. Sigue en su afán de transformarlo todo sabiendo que le queda ya muy poco tiempo en Palacio Nacional. Pero, además, considerando que una vez iniciado el proceso electoral de 2024 básicamente no se podrá hacer gran cosa en el Congreso de la Unión.

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Recordaremos que el año pasado, tras el aborto de la reforma eléctrica por parte de la oposición, AMLO empujó una reforma a algunas leyes secundarias, como la Ley Minera, para proteger al litio de la depredación de los capitales nacionales y extranjeros. E hizo uso de algunas facultades constitucionales que aún tiene el Estado Mexicano para recuperar el papel hegemónico de la Comisión Federal de Electricidad en el sector, como también intervino para someter a las empresas privadas generadoras de energía, que sólo pueden hacer este trabajo pero no distribuir el fluido eléctrico, como lo estaba haciendo la española Iberdrola, de la cual el expresidente Felipe Calderón es asesor, y que disfrazaba mediante falsas sociedades la venta de electricidad a supuestos socios, como Coca Cola, Oxxo y cientos de empresas más.

Nueva Ley

Sin embargo, esos ligeros cambios a la Ley Minera tenían el objetivo de rescatar el Litio, pero no para acotar, controlar o equilibrar al resto de las actividades mineras, sobre todo la metálica

La nueva propuesta del presidente de la República, enviada a la Cámara de Diputados a finales de marzo, es justa y necesaria. No sólo porque tenemos una ley un tanto cuanto obsoleta, pues data de la era salinista, en 1992. Sino porque ya no se ajusta a los cambios constitucionales que a lo largo de 30 años se han ido realizando, para incorporar aspectos novedosos en el derecho internacional, particularmente lo que protegen a los pueblos indígenas del planeta, su cultura, costumbres y tradiciones.

Por ejemplo, por decreto de la Suprema Corte de Justicia de la Unión toda actividad que impacte la vida de las comunidades indígenas y afromexicanas, debe ser sometida a consulta pública, libre e informada, aspecto que la vieja ley no contempla.

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