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MISAEL TAMAYO NÚÑEZ
La oposición pudo reunir este domingo 26 de febrero a unas 500 mil personas en defensa del INE o, mejor dicho, en contra del Plan B de la reforma electoral. Además de la concentración en la Ciudad de México, se organizaron movilizaciones y marchas en otras ciudades. En Guerrero por ejemplo, líderes de los tres partidos opositores se manifestaron con “su” gente en Acapulco, Chilpancingo y Zihuatanejo, con el slogan de “mi voto no se toca”.
La oposición esta vez no le tuvo miedo al zócalo capitalino y lo planearon con suficiente tiempo para llenar la plancha de la Plaza de la Constitución, con una marcha que lució multitudinaria, y por la que desfilaron personajes de los tres partidos que perdieron con la llegada de Morena al poder, y que hoy están aliados no por la democracia, obvio, sino por la red de privilegios que montaron para auto proteger sus intereses, red que hoy está siendo en parte trastocada con reformas que eran justas y necesarias en este país, donde un consejero electoral se lleva una millonada cada mes, y en la que a los estados se les quitó la libertad de tener a sus propios consejos electorales y organizar sus propias elecciones, teniendo incluso su propia ley local.
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Se piensa que el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), es un organismo como en su momento lo fue el Consejo Estatal Electoral que calificó al elección de 2005, cuando el PRI perdió la elección para gobernador frente al primer candidato del PRD. No es así. Tras la reforma al INE (antes IFE, prueba de que el INE sí se toca), que impuso el gobierno de Enrique Peña Nieto y que fue avalada por los partidos de oposición con base en el “Pacto por México” (hoy conocida como alianza “Va por México”), los estados dejaron de tener su propia estructura electoral y los consejos desaparecieron como tales.
Ahora se tienen institutos, que dependen directamente del Instituto Nacional Electoral, aunque el organismo tenga una estructura paralela en las entidades federativas.
Es ahí donde se habla de duplicidad de funciones, pues se tiene una estructura para organizar las elecciones locales, y otra para organizar las elecciones federales, asuntos que bien se pueden compactar, aunque sea el mismo INE el que califique los comicios.
Todos estos detalles los ignora la mayoría de la gente, pero aún cuando así es, y aunque ayer se manifestaron más personas que en la marcha rosa a favor del INE, previo a la discusión de la propuesta de reforma electoral que pudo frenar la oposición, y por lo que finalmente el presidente López Obrador envió una segunda propuesta, llamada “Plan B”, es seguro que una encuesta o, más aún, una consulta seria, revelaría el verdadero sentir de la población de México.
Esta nueva propuesta llamada Plan B obviamente es suficientemente light para no tener que recurrir a un cambio constitucional. Pero también es suficientemente novedosa para poner en alerta a la oposición, tan acostumbrada ya a mantener sin rubor a la “burocracia dorada” en el sector electoral, para poder utilizarla cuando fuese necesario, a costa de nuestro lomo, mediante el pago de impuestos.
Los partidos se dividen también sin rubor los asientos en el Consejo General del INE, por lo que los consejeros palomeados por ellos, responden a los intereses de panistas y priístas, sobre todo, aunque esta vez el PRD también busca su asiento.
Todo esto a cambio, claro, de jugosos sueldos, prestaciones, compensaciones, bonos, préstamos y jugosos retiros al momento de que se les acaba la chamba.
Por lo tanto, ellos saben por experiencia que quien tiene control del Consejo General, tiene el control de todo lo electoral. Lo saben porque lo han practicado desde que ese organismo se llamaba IFE, y no obstante que su espíritu original era el de ser un organismo ciudadanizado. Nada que ver; los grupos de poder enquistados en los partidos jamás le dejarían a la población el poder de organizar y calificar una elección, sin su influencia.
Por eso, nadie en su sano juicio avalaría todas esas cosas truculentas, si no fueran maquilladas con falsos gritos de defensa a la democracia. Y como prueba, amable lector, baste saber que el mismísimo INE le acaba de corregir la plana al líder nacional del PRI, por no respetar precisamente la democracia interna de su partido.
En el caso del PAN, son de escándalo sus pleitos internos, tanto a nivel nacional como en los estados, justamente por falta de democracia. En el PRD, de igual manera, los Chuchos se han ido rolando las presidencias y cargos de dirección en el ex partidazo de izquierda, hasta juntarlo con sus opositores, teniendo todos un enemigo común, pero sin consultar para ello a las bases del partido. Luego entonces, ¿de qué democracia hablan?
Ayer gritaban “Mi voto no se toca”, en tratando de confundir a la gente. Esta vez ya no dijeron de manera descarada que el INE no se toca, porque el asuntillo éste ya se ventiló lo suficiente para entender de qué se trata realmente.
Por eso ahora se inventaron lo de “mi voto no se toca”, cuando en ningún momento el Plan B trastoca el derecho a votar de nadie, y solamente se enfoca en un ligero reacomodo de la estructura electoral, tanto a nivel nacional como en los estados.
En resumen, la oposición miente. Ninguna estructura administrativa, aunque se trate de organismos descentralizados, puede permanecer sin cambios, a menos que así les convenga a ellos, aunque no nos convenga a nosotros.
Ciertamente el INE tendrá menos dinero, porque en tiempos no electorales no tiene por qué manejar el mismo presupuesto. También es verdad que se plantea reducir la duplicidad de funciones compactando áreas. Y, sobre todo, se elimina la figura que administra el dinero dentro del instituto y que, a su vez, respondía a los intereses del consejero presidente en turno, teniendo en los hechos el mismo rango que un miembro del consejo. Así de grave está el asunto del INE. Realmente la “mafia electoral” existe y su sede es el edificio rosa de la Ciudad de México. Con el Plan B, no se podrá modificar del todo, pero aun lo poquito les afecta. Mi voto no se toca, me sumo. Pero mi dinero tampoco. Basta de trogloditas del presupuesto.