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Nada sucede, ¡hasta que sucede!
En política nada está escrito. Todo el que respira, aspira. Son algunas de las frases con las que suele ilustrarse el hecho irremediable de que nadie es dueño del destino. Las situaciones y las ventajas pueden cambiar en unos segundos.
Sucedió en Guerrero en 2021, el INE retira la candidatura a Félix Salgado Macedonio. Quienes abrieron el “fuego amigo” contra él al interior de Morena, y los adversarios del PRI, PRD y PAN se relamían los bigotes.
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Pero la candidata fue su hija Evelyn Salgado Pineda, y ganó la gubernatura.
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Marquelia Gro. Col. ISSTE
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Los opositores no le daban un año en el gobierno. Transcurre ya su segundo año como gobernadora en el que ha priorizado el diálogo y la conciliación política, como lo hizo en Iguala durante la ceremonia oficial por el 201 Aniversario de la Bandera de México, acto en el que hizo un llamado a unidad de todas las fuerzas políticas para sacar adelante al estado.
“Aquí no hay partidos políticos. Más allá de los colores está nuestra patria, y aquí la patria es primero, por eso tenemos que salir unidas y unidos todas y todos, ese es el llamado que realizo, a la reconciliación, a la unidad, al trabajo de todas y de todos, desde las diferentes trincheras”, expresó la gobernadora.
Quienes apostaban a que su juventud la llevaría a errores que le harían dejar el cargo en 12 meses, no contaron con la madurez política que la mandataria guerrerense ha demostrado ante los problemas históricos de la entidad, y que en política, nada está escrito.
En diciembre de 2022 Alejandro Moreno Cárdenas alias “Alito” logró que le aprobaran extender su periodo como dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) hasta el año 2024, con lo cual se entendía que alcanzaría a “palomear” a los candidatos priístas en los estados del país.
Particularmente en Guerrero donde tiene uno de sus mayores aliados, el senador Manuel Añorve Baños, y a uno de los principales opositores a la extensión de su dirigencia, el ex gobernador Héctor Astudillo Flores, quien en congruencia a su postura –algo poco común entre la clase política-- renunció al Consejo Político del PRI.
Desde entonces se ha especulado que el ometepequense tendría segura la reelección ante su amistad con “Alito”, y hasta daban por muertas las aspiraciones del oriundo de Chilpancingo, cuyo grupo encabeza la dirigencia estatal, por ser candidato a Senador.
El jueves 23 de febrero la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó un anteproyecto que invalida las modificaciones a los estatutos del PRI que permitían la ampliación de su dirigencia a Moreno Cárdenas.
La determinación de dicha comisión da la razón no solo a Héctor Astudillo, sino también al senador Miguel Ángel Osorio Chong y a la senadora Claudia Ruiz Massieu que se han opuesto a la minidictadura partidista de “Alito”.
De confirmarse la decisión en la próxima sesión de Consejo General de la autoridad electoral, ¿se darían por muertas las aspiraciones políticas de Manuel Añorve? De no aprobarla el Consejo General, ¿morirían las de Astudillo?
A meses de las definiciones por las candidaturas presidenciales y las de los propios estados el maniqueísmo resulta una falacia ante las muchas posibilidades que podrían ocurrir. Aún faltan muchas definiciones y acuerdos políticos que, aunque difíciles, no son imposibles tanto al interior como al exterior del PRI.
En política, nada sucede, ¡hasta que sucede!
Aprovechando el “jueves pozolero”, el ex gobernador Héctor Astudillo Flores y el ex candidato de la alianza al gobierno de Guerrero, Mario Moreno Arcos, sellaron su histórico compromiso frente a los líderes del priísmo del centro del estado, y teniendo como testigos a los miembros de la dirigencia del PRI en Guerrero.
¿En qué consiste este pacto? En que contra todo pronóstico y pese a que Mario Moreno es hoy por hoy el mejor calificado en las encuestas para ser el candidato a senador por Guerrero en las filas del tricolor, ayer anunció que volverá a competir por la alcaldía de Chilpancingo, dejándole al ex gobernador Astudillo la posibilidad de que se postule como candidato a senador.
De este modo, Mario competiría por tercera ocasión por la presidencia de la capital del estado, y Astudillo se postularía por segunda vez al Senado de la República, cargo que ocupaba en 2005, cuando pidió licencia para lanzar su primera y fallida candidatura a gobernador por el tricolor, comicios que perdió contra el perredista Zeferino Torreblanca Galindo.
Mario renuncia así a lo que sería su camino natural de regreso a repetir como candidato a gobernador en 2027, cosa que Astudillo ya no necesita.
En cambio, en Chilpancingo Mario Moreno tendría ciertamente los 3 años de proyección política que requiere para estar vigente cuando llegue la siguiente elección para gobernador -y eso si gana- pero de ahí a mantener los números que maneja ahora nadie se lo garantiza.
Es como hacer el paso de la muerte de las suertes charras, como puede que caiga bien, o puede que caiga mal, en medio de las patas dos yeguas brutas. No olvidemos que las alcaldías son las que más desgaste le cobran a los políticos, sobre todo en estos tiempos de cuchillos y hachas, y muchos se han quedado en el intento de proseguir sus carreras en el servicio público. Ni siquiera Astudillo hizo ese atajo peligroso, pues cuando fue candidato a gobernador por primera vez, venía del Senado. Mientras que la segunda vez era diputado local.
En cambio, Astudillo va a la comodidad que dan las poltronas del Senado, donde se hace mucho ruido pero se pelan pocas nueces. Un lugar que da buen estatus político, sin mucho esfuerzo, sin grandes sorpresas y cero desgaste.
Y si a eso le agregamos que
Astudillo no es del tipo de políticos bravucones que les gusta andar en todas las procesiones, ni tampoco llamar la atención al estilo de Niurka, aunque sea con escándalos, pues menos se le batirán las aguas.
A menos que…el secreto de todo esta nueva historia que se escribe en el PRI, esté en las suplencias. Y como ahora se estila que los suplentes sean hijos, esposas, o parientes de los políticos, pensando mal para acertar, Astudillo podría llevar a su hijo Ricardo como suplente, para en determinado momento solicitar licencia y dejarle el encargo.
No lo sé, sólo estamos ante un supuesto que, sin embargo, tampoco sería descabellado y más bien es el camino más seguro para lo que ahora llaman el “relevo generacional” de la clase política, cosa que muchos han intentado y pocos han logrado.
Lo que sí, es que con este pacto, la dupla Mario-Astudillo pone un paso adelante al interior del PRI, y frente a ellos queda la dupla Añorve-Figueroa, con todos sus pro y sus contra.
Parece ser, entonces, que el objetivo final del “pacto del pozole” estilo Chilpancingo sería frenar las aspiraciones de reelección de Añorve, aprovechando que Astudillo tiene también el control del partido, vía Alejandro Bravo Abarca, quien fue nada menos que el jefe de su oficina de asesores.
Claro, en política nada está escrito. Falta poco para que arranque el proceso electoral, pero de aquí a esas fechas todo puede suceder y nada puede concretarse. No olvidemos que del plato a la boca se cae la sopa. Falta que se tome en cuenta al aspirante del partido aliado, el PRD, donde ya levantaron el dedo Evodio Velázquez y el propio ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, quienes siguiendo el ejemplo tendrían que sentarse a pactar para que no los agarren las prisas.
También se tendría que considerar el plan del PRD, de salirse de la alianza y pactar con PAN y MC. De ser así, el PRI iría prácticamente solo a la elección de 2024, al menos en el plano estatal. Y ese escenario es adverso para todos, con Morena como puntero en la presidencia de la República. Simplemente el escenario de 2018 se va a repetir, es lo más seguro, y entonces el PRI, PRD, solos o aliados, solamente pueden aspirar a la curul que se gana perdiendo en urnas, la de primera minoría. Como dijo un ciego: Veremos.