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Lectura Política Noé Mondragón Norato

Los viejos liderazgos en la UAGro están agotados. Muchos se encuentran en la etapa previa a la jubilación. O fueron generosamente “recompensados” con las más altas categorías académicas y la politizada asignación de “becas al desempeño o perfil Prodep”, cuyo acceso docente es controlado, supervisado y aprobado desde la propia rectoría. La poca disidencia que existe no tiene acceso a esos beneficios. Basta con doblar la cerviz y someterse a la dictadura del exrector Javier Saldaña Almazán vía su personero,Alfredo Romero Olea, para tener derecho a ellos. Javier creó así, un corporativismo universitario sustentado en el control de esos viejos y cansados liderazgos al interior de la base laboral, como eficaz fórmula para aquietarlos, atemperar las aguas políticas y perpetuarse en el ejercicio de la rectoría. Y, por otro lado, la infamante y nunca denunciada amenaza docente con las calificaciones que se otorgan como “premio o castigo” a los estudiantes como forma de inducir e inclinar su voto a favor del personaje del cual esos mismos docentes obtendrán nuevos favores en claro y continuo reciclamiento de los corrompidos tráficos de influencias. No hay Derechos Humanos externos que sancionen esta práctica miserable. Porque ya existen al interior de la Universidad y para variar, son controlados por el rector en turno. Literalmente, un PRI redivivo. Una verdadera mafia en el poder con la que ni siquiera el presidente AMLO puede lidiar. Ni combatir. El declive llega, sin embargo, al propio monarca universitario. Hay que ir a los hechos.

EL RETIRO OBLIGADO. – Entre sus allegados, Javier Saldaña ha soltado la versión: quiere jubilarse de la UAGro no solamente obteniendo todos los méritos académicos inimaginables y más falsos que un billete carrancista —otorgados ridículamente por sus corifeos—, sino siendo rector. Es decir, con la categoría más alta por cobrar. Le quedará la mano caliente por el desaseado manejo de las finanzas universitarias.

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Y no se quiere ir añorando ese control. Ni su acomodado nivel de vida. Para eso, el rector actual tiende los rieles de la previsible infamia y cochinero en que se convertirá la próxima elección de septiembre: 1.- Javier Saldaña quedó con visibles secuelas del Covid-19. Eso, sumado a su edad, lo acosan. Limitarán de algún modo, su capacidad física para recorrer durante su campaña proselitista, todas las preparatorias y facultades que integran la UAGro. Por eso, acomedido y complaciente, el rector Alfredo Romero Olea ya lanzó el primer dardo venenoso en diciembre pasado. Aseguró que la próxima elección “es muy cara y por eso podría operarse el voto electrónico”.Es decir, la misma herramienta con la que se reeligieron violandosu propia normatividad y estatutos, los dirigentes de los dos sindicatos universitarios. La “genial” propuesta del rector en turno se liga necesariamente, a un previsible y cantado fraude electoral. Porque ese sistema de votación no lo tiene ni lo ha perfeccionado el INE. ¿Cómo podría confiarse en un voto electrónico manipulado a placer y groseramente desde la rectoría? Es similar a cuando el PRI contralaba la elección presidencial desde la Secretaría de Gobernación. 2.- El otro escenario que ya se prepara, es volver a poner la mayor cantidad de “candados”posibles para evitar el registro de otros aspirantes a la rectoría. Se trata de que Javier Saldaña vaya solo y sin competencia alguna a la elección que renovará rector. Así como lo hizo en 2013 y 2017. ¿Es así como entiende la democracia el dos veces rector? ¿Es decir, ganar por la fuerza de una literal imposición? Si la democracia de la participación, las opciones para votar y el voto libre y bien contado no se abren con urgencia en la UAGro, estará condenada de por vida, a ser esclava de los futuros dictadores y tiranos que se encumbren en la rectoría. Y si la comunidad universitaria organizada no protesta y mira anestesiada, cómo la misma mafia de siempre se reparte el poder, percibiéndolo desde la sectaria preservación de sus intereses, el feudo no se romperá. La base laboral digna, de pensamiento rebelde e indispuesta a seguir el perverso juego de los atropellos sistemáticos a sus derechos, debe ir por el ya basta. O arribaremos progresivamente a la distopía planteada por Aldous Huxley en su libro Un Mundo Feliz. Así de torcidos, manipulados y

obedientes.HOJEADAS DE PÁGINAS…

Para confirmar que el plus de la gobernanza no la favorece, la alcaldesa de Chilpancingo, Nor- ma Otilia Hernández Martínez, asume que la seguridad pública “también es responsabilidad de la ciudadanía” y llamó a fortalecer la cultura de la denuncia para acabar con la impunidad. Lo que la alcaldesa no admite o soslaya, es que cualquier tipo de denuncia es frenada en los ministerios públicos “a recomendación expresa” de las propias autoridades que ahí despachan. Es un secreto a voces. ¿Acaso interviene la alcaldesa para frenar eso? ¿Cómo lo ha hecho? Los males mayores de la gobernanza terminan carcomiéndola.

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