2 minute read

Diputada Yoloczin llama a sumar esfuerzos contra violencia que costó la vida al

Byron Omaet fué un niño de 8 años, guerrerense, originario de Coyuca de Benítez, víctima de violencia intrafamiliar, que murió en Monterrey a causa de las lesiones causadas por su padrastro.

Byron vivió una desafortunada historia de maltratos y de desnutrición, que no tuvo la oportunidad de salir de la espiral de violencia en su propia casa. Durante un tiempo vivió con una familia adoptiva que lo trató bien y le enseñó que había mucho más por lo que valía la pena superar el sufrimiento. Pero su madre biológica regresó a reclamarlo, y al tener que irse con ella volvieron los golpes y los insultos, y un padrastro que al final lo mató con saña inexplicable el pasado 24 de enero.

Advertisement

Esos fueron los hechos, y esos fueron los motivos de la muy sentida alocución que hizo ayer la presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso local, Yoloczin

Domínguez Serna, cuando lanzó un llamado puntual a sumar los esfuerzos de todas las instancias públicas y privadas del estado y del país, para erradicar la violencia intrafamiliar.

Sobre todo para proteger a los más vulnerables, las niñas y los niños, que son, en palabras de la legisladora, “la parte más sensible de la sociedad, la parte más sensible y amada de las familias”, para quienes

niño Byron

debe enfocarse todo el apoyo y los cuidados, el respeto y la vigilancia de sus derechos humanos en todos los ámbitos, pero especialmente en el seno familiar.

Domínguez habló del duelo y de la indignación que hay sobre todo en la comunidad escolar de la primaria Alfredo B. Bonfil de Coyuca de Benítez, que fue donde inició sus estudios el pequeño Byron hace unos años, antes de ser llevado a Monterrey. Pero en esa escuela no se volverá a escuchar su voz ni sus risas en el patio y los salones donde quedaron los pocos recuerdos de juegos y escasos momentos felices que llegó a conocer en medio de la espiral de violencia físi- ca, verbal y psicológica que tuvo que enfrentar la mayor parte del tiempo en su propia casa.

La muerte de Byron y su figura infantil se han convertido en un símbolo de todo lo que está mal en nuestra sociedad, al llevarnos a “reflexionar sobre qué sociedad estamos formando–como se preguntó la presidenta de la Jucopo-: él entró a nuestro corazón y lo recordaremos; nos duele porque sus ilusiones fueron truncadas por la crueldad y la irresponsabilidad de quienes más debían velar por su bienestar, y como legisladores sólo nos resta procurar que los delitos contra las niñas y los niños no sean tolerados, que se castiguen se- veramente; y sobre todo trabajar por erradicar todo tipo de violencia intrafamiliar, especialmente cuando afecta a los niños”.

De ahí su llamado enérgico para fortalecer la protección de nuestros pequeños y que estos casos no se repitan nunca más. Pero también fue un llamado a todas las instituciones públicas y privadas, con las autoridades educativas por delante, para hacer conciencia de la gravedad del fenómeno de la violencia en las familias; en la necesidad de respetar y hacer respetar los derechos humanos de las niñas y de los niños, y para mejorar las leyes contra esa violencia. Por Byron y por todos los niños de México…

This article is from: