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La deuda conmigo. No pude jugar a ser nino.
Mi experiencia laboral inició a muy temprana edad cuando era niño, se podría decir que hice de todo, no fui un niño que debía levantarse temprano todos los días para ir al kínder y estar temeroso por regresar a casa con los zapatos sucios pues mamá me regañaría, tampoco llegaba a casa a hacer la tarea que la maestra me dejaba para que al terminarla pudiera sentarme a ver mi caricatura favorita en la tele, yo fui el niño que se despertaba temprano por qué debía ir a trabajar.
No recuerdo en orden cronológico cada uno de mis trabajos, pero recuerdo haber vendido pan, de esos que se vende en canastas muy grandes aún en algunos pueblos de México, también fui mecánico o bueno, me gusta decirlo así pero en realidad no sabía nada de la reparación de un auto, si recuerdo algo de ese trabajo y es que en realidad no me gustaba del todo, pues los adultos me jugaban bromas pesadas que terminaron asustándome y ya no quise volver, también recuerdo que me iba con toda mi familia a piscar café durante horas hasta que llenáramos una cantidad considerable de canastos de bejuco, pero sin duda el trabajo que más recuerdo de mi niñez es ese en el que mi mamá me preparaba bolsas con ciruelas para salir a venderlas, caminaba mucho y no podía regresar a casa con sobrantes de mi mercancía, en mi camino de regreso una señora siempre me compraba mis ciruelas, incluso cuando ya se habían agriado por la temperaturas altas del pueblo, incluso a veces me ofrecía algo de beber y comer.
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Crecí y el trabajo para mi siempre estuvo presente, mis papás pudieron inscribirme a la primaria, pero inicié un par de años después de la edad promedio, cabe mencionar que sí pude ver en la tele mi caricatura favorita después de un tiempo, la veía en casa de un amigo, por que en casa no teníamos, mientras hacía mis tareas yo debía ayudar a mamá a atender la tienda, que era el negocio que tenía en ese entonces.
Más adelante me iba con mi papá a trabajar en la obra, pues toda su vida ha sido albañil, ahí aprendí muchas cosas, mi fuerza aumentó, conocí personas y también sus historias, la hora de la comida era gratificante como un intervalo en un día muy cansado, nos íbamos todos a su respectiva casa ya muy tarde y hay algo que tengo muy grabado en la memoria de esta etapa, regresaba a casa con los tobillos cenizos llenos de cemento y los brazos adoloridos de cargar costales y hacer mezclas.
Terminé mis estudios con buenas calificaciones y reconocimientos, me gradué y antes de mi nombre hoy puedo poner la palabra Ingeniero, soy el primero de 8 hermanos y hermanas que pudo estudiar, me hubiera gustado que también ellos lo lograrán, al contar esta historia no quiero generar un sentimiento de lástima ni de tristeza, la finalidad es hacer conciencia sobre la situación que se vive en México, todos en nuestra niñez tenemos el derecho a la infancia, pero lamentablemente la situación económica de muchas familias no lo permiten así, ya que actualmente el 7.1% de los más de 29 millones de niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años realizan actividades laborales.
La tasa de trabajo infantil es casi el doble en las áreas rurales que en las urbanas y esta situación involucra al 73.2% de niños y 26.8% de niñas, así que si tienes la oportunidad de comprarle un dulce, fruta, o una limpieza del parabrisas de tu coche a un niño o niña, hazlo, muchas veces pensamos solo en que los papás de esos niños los explotan para ganar dinero, pero en el niño directamente impactaras dándole un poco de alivio, pues no sabes si están condicionados a cierta cantidad o incluso al abuso físico si no entregan dinero a su cuidadores.
Ten en cuenta que el Día del Niño ellos lo “celebran” trabajando todos los días.