El Comentario Semanal




Aun año de su fallecimiento recordamos la obra y trayectoria del artista visual Gil Garea, precursor del arte contemporáneo en Colima, interesado siempre en la experimentación de las artes visuales, así como en los lenguajes y las propuestas de las nuevas generaciones del arte y la cultura.
Sus piezas y proyectos expositivos tuvieron como constante un estrecho vínculo a su historia personal, a sus trayectos emocionales y reflexivos.
Cercano colaborador y estimado amigo del museo Del Paso, la última exposición individual que presentó en Colima tuvo lugar en nuestras salas, bajo el título Lejos de todo. Un proyecto que se desarrolló durante el año 2014 con una amplia selección de piezas dedicadas a explorar los estadios de la observación, interpretación
y re significación desplegados por el autor en la concepción de su obra.
Múltiples variaciones de rostros, retratos, criaturas marinas y personajes de la cultura pop como caricaturas, futbolistas y muñecos de infancia dieron origen a diversas expresiones plásticas y gráficas surgidas de la experimentación, principal estrategia de creación
utilizada por Garea.
El proyecto curatorial fue concebido como indagación y registro de las propuestas visuales y vitales más recientes de Gil en esa época, así como una recopilación de sus reflexiones en torno a su trayecto como artista, sus influencias y la expresión artística como sentido de su propia existencia.
Las piezas reunidas estaban signadas por el retorno a elementos, técnicas y materiales básicos junto con la recuperación de objetos cotidianos para intervenirlos y reinterpretarlos desde diversos procesos creativos.
Los seriales que integraron la exposición Lejos de todo en el Del Paso fueron presentados en ese entonces, como una primicia para al público dado que Gil regresaba
a las salas museales después de una ausencia de diez años. Tales obras caracterizaron la etapa de evolución que hasta esa época había desarrollado como pintor/creador/ productor/artista visual, al mismo tiempo que registraban su extenso rango técnico y temático haciendo posible no asignarle un perfil o estilo preciso, sino más bien amplificarlo y expandirlo en el ámbito de las artes visuales.
Las obras de Gil Garea ya sean gráficas, dibujos, esculturas, cerámicas, pinturas u objetuales constituyen no solamente su legado artístico sino también una bitácora de sus propias reflexiones artísticas y existenciales.
* Tita Ochoa Rivera es museóloga y curadora del Museo Universitario Fernando del Paso
Escribir sobre otros autores, en algún momento se convierte en algo cansado y tedioso, y en la mayoría de las veces, la aventura que nos motivó termina por desvanecerse y quedamos altamente decepcionados cuando descubrimos que el personaje estudiado, realmente no aporta nada al oficio que pertenece. Pero hay algunos personajes que esperan en silencio a su investigador para abrirse de par en par como una puerta de las cantinas de antaño y poner al descubierto un camino de conocimiento inagotable, donde, el que se asoma, termina por beber agua del manantial inagotable.
Recientemente falleció don Genaro Hernández Corona (23 de diciembre de 2022) y con él se cierra un ciclo de vida de una de las mentes más importantes del humanismo y la investigación histórica en Colima. Pareciera que la historia del historiador se transformara de nuevo en un testimonio singular de la misma historia: el ciclo de vida se ha completado en silencio. La flama apagada de su vida, nos indica que es momento de renovar el ciclo y dar paso a las nuevas visiones históricas.
Muchas veces vi a don Genaro Hernández Corona vistiendo su guayabera blanca y siendo muy atento con todo aquel que se acercara a conversar, muy pocas veces me acerqué con él. Hasta la fecha, me lamento no haberlo hecho más, siempre lo escuche de lejos. Algunas veces lo vi en presentaciones de sus libros y nunca imaginé que, como si fuera una escena de la película Avengers: Infinity War, aquella en la que el Doctor Strange usa la gema del tiempo para ver a través de 14,000,605 millones de futuros alternativos que solo tendrían una oportunidad para estar frente a frente del villano y así poder vencerlo (Thanos).
En aquella memorable escena de la película,
Tony Stark le pregunta al Doctor Strange si van a ganar, a lo que Dr. Strange responde “no hay otra manera de salvar el universo”. Los hechos del pasado, combinados con los hechos del presente que, al instante se convierten en historia, dan una pauta de comunión, en la que el Doctor Strange y don Genaro Hernández Corona guardan un secreto en común: cambiar el curso del futuro para vivir mejor.
Como los héroes de Marvel, yo también tuve una oportunidad de hablar por un instante con don Genaro Hernández Corona, y puedo decirlo con mucha valentía que ese encuentro breve como un relámpago, fue uno de los momentos más perfectos donde el maestro y el aprendiz cruzaron los caminos para avanzar, instantes donde la luz se renovó y el cauce del río volvió a tomar fuerza en el cauce del tiempo.
El 28 de abril de 2022, ofrecí una conferencia (El amor, lo místico y lo cotidiano en los sonetos de Arcadio Zúñiga y Tejeda) para ingresar a la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, misma que respondió el historiador de Atoyac, Jalisco, Eduardo Ruelas.
Ese día, el asombro de mi corazón fue enorme, en primera fila se encontraba don Genaro Hernández Corona dispuesto a escuchar mi discurso y su presencia fue todavía mayúscula, cantó la emblemática canción del poeta de Atoyac: La barca de hora.
Cantó como nunca imaginé que lo pudiera realizar, lo hizo Todo a pulmón, como el nombre de la canción del argentino Alejandro Lerner, y que Nicho Hinojosa le hizo un cóver.
Esa noche pude estar frente al último de los grandes humanistas colimenses (colimense por adopción). Don Genaro Hernández Corona nació el 2 de febrero de 1927 en Pátzcuaro, Michoacán y lo hizo en la una de las fechas emblemáticas de la devoción religiosa del Estado de
Colima: el Día de la Candelaria, festividad que se celebra en Tecomán, Colima. Quizá el azar lo puso frente a la fe a Dios y esta devoción lo llevaría a tender puentes con la memoria y el corazón.
Gran parte de sus trabajos de investigación están relacionados con este tema: San Felipe de Jesús en la historia de Colima y Los cristeros toman el puerto de Manzanillo.
Ambos libros son una puerta para conocer el universo de don Genaro Hernández Corona, son piezas indispensables para la historia de Colima, la historia reciente y la historia pasada. La historia de Colima y los historiadores colimenses le están en deuda. El legado de su obra debe ser un puente hacia el futuro.
En Colima hay historiadores que ostentan grandes aportes y son chachalacas. La vida de don Genaro Hernández Corona es una lección de vida para todos nosotros. En su funeral, rosas y crisantemo blancos cercaron su féretro. En el horizonte del tiempo la vida se balancea. La de don Genaro Hernández Corona es un fuego perpetuo.
PABLO, como muchos adolescentes de su edad, duerme en un cuarto desordenado, con juguetes en el suelo y algo de ropa tirada por aquí y por allá. En su mesa de noche hay una lampara encendida y un libro sobre los animales de la selva, junto a su almohada una linterna apagada. A un costado de la cama, la habitación tiene una ventana cuyas persianas están abiertas, a través del vidrio, se ve la lluvia caer. Se escucha un trueno. PABLO se levanta un poco asustado, mira la lampara y se tranquiliza, cierra los ojos lentamente. Se escucha un trueno más fuerte y la habitación se oscurece.
PABLO brinca del susto, saca rápidamente la linterna debajo de su almohada, casi se le cae, pero logra encenderla. Ahora se medio ilumina la habitación, PABLO se tranquiliza y enfoca la luz a un lado y al otro de la habitación. PABLO se levanta, toma una espada de juguete del suelo y la sostiene contra su pecho mientras recorre con pies y luz todos los rincones.
Se escuchan siseos y una pequeña risa. Algo cae y se arrastra por el suelo. La luz de la linterna se detiene por un momento en una bufanda verde que está en el piso junto al closet, pero tras unos segundos sigue su recorrido por los juguetes. PABLO pasa cerca de la ventana y ve la sombra de una garra tras él. Asustado, se gira e ilumina la rama de un árbol , se tranquiliza un poco y se voltea en dirección a la cama.
PABLO tropieza y ve la linterna parpadear al chocar contra el suelo a unos pasos de él. Asustado, PABLO cierra los ojos e intenta mover los pies. SERPIENTE (una serpiente verde) lo mantiene atrapado. PABLO abre los
ojos, ve a la serpiente y un grito se ahoga en su pecho. Mueve los pies rápidamente e intenta golpearla sin fuerza con su espalda.
SERPIENTE sisea al recibir un golpe y suelta a PABLO. PABLO rápidamente se pone de pie e intenta golpearla mientras se impulsa hacia la linterna. A los dos pasos tropieza con algo, rueda por el piso y cierra los ojos con fuerza. Se escucha una risa. SERPIENTE se acerca rápidamente a PABLO y éste se voltea hacia ella. PABLO abre los ojos, levanta temblorosamente su espada y mira a SERPIENTE fijamente.
Empieza a dejar de llover. SERPIENTE se detiene frente a Pablo con el ceño fruncido. PABLO se levanta lentamente, cada vez menos tembloroso hasta estar parado firmemente y mira con seriedad a SERPIENTE.
SERPIENTE se balancea un poco lado a lado y ataca. PABLO la detiene con su espalda y esquiva. SERPIENTE roza el brazo de PABLO al esquivar.
PABLO se sorprende, mira su brazo, y voltea a ver a SERPINTE. Las nubes despejadas el cielo y la luz de la luna ilumina a SERPIENTE poco a poco. PABLO se ve la piel esponjada de SERPIENTE, y borlas en la punta de su cola. SERPIENTE queda colgada de la espalda de PABLO, inmóvil.
PABLO levanta su espada de juguete y sostiene la bufanda, la estira y ríe. PABLO se pone la bufanda al cuello, camina hasta la linterna, la recoge, la enciende, y da pasos evitando los juguetes del suelo para llegar a su cama. PABLO se acuesta y extiende la mano hacia la lámpara de noche, se detiene antes de alcanzarla. PABLO sonríe divertido, se voltea y apaga su linterna. Se duerme sonriendo, iluminado por la luna.
Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño Rector
Joel Nino Jr Secretario general
Vianey Amezcua Barajas Coordinadora general de Comunicación Social
Jorge Vega Aguayo Director general de Prensa
José Ferruzca González Director del periódico El Comentario
Yadira Elizabeth Avalos Rojas Coordinadora de edición y diseño
Nuevamente este año 2023 tendremos la oportunidad de presenciar el Festival de Cine Francés en su versión en línea denominado originalmente “My French Film”. En esta ocasión se presenta como cada año, una selecta lista de cortometrajes y largometrajes de reciente manufactura, que de manera previa serán elegidas y premiadas por parte de un jurado internacional, ya que representa también una competencia en el que dicho jurado internacional selecciona y anuncia al final del evento, lo premios a las mejores obras cinematográficas.
Este festival otorga la oportunidad de conocer películas en su mayoría inéditas y que generalmente se presentan en festivales de cine especializados.
Con cerca de una treintena de cintas francesas o de habla francesa, y en un año con programación de cintas en su mayoría dirigidas por mujeres, de manera gratuita podremos disfrutar durante un mes, del 13 de enero al 13 de febrero, dicha selección fílmica en decenas de plataformas de video a la demanda, y con subtítulos en varios idiomas, entre ellos en español.
Evento que el año pasado tuvo más de 11 millones de conexiones de acuerdo con sus organizadores, y quienes reconocen otra opción para ver el séptimo arte sin demeritar la importancia de verlas en la gran pantalla, quienes señalan que
ha funcionado como otra manera de alcanzar nuevos públicos en el mundo.
“My French Film”, representa el primer festival de cine completamente en línea en el país galo, que ha ganado terreno desde hace 3 años en oferta de cine en línea, lo que se atribuye en parte a la pandemia, sin embargo, sigue adeptándose y ahora superada la crisis, sus organizadores esperan contar con un número creciente de audiencias.
Para acceder a este evento cinematográfico de manera gratuita, solo basta registrarse en el sitio My French Film Festival, y disfrutar del cine francés, que en lo personal es de lo mejor que hay dentro del séptimo arte y rara vez decepciona.
Profesor Investigador de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima
¡Fantástica! Es lo menos que se puede decir sobre la última producción cinematográfica del mexicano Alejandro González Iñárritu.
Bardo: crónica de unas cuantas verdades comienza con una toma general del desierto fronterizo entre Estados Unidos y México. En medio del desierto, deambulan, como fantasmas, los inmigrantes latinoamericanos, atrapados en el sueño americano.
El eje argumentativo de la última película de Iñárritu es la migración, que viene desde el Génesis, y que hoy, ante los embates del capitalismo salvaje, arroja en cada país, miles de desplazados.
Son los trasterrados de la tierra. Aquellos que, ante la imposibilidad de vivir materialmente en sus países, toman el camino incierto del nomadismo.
El desplazado es el viajero de ninguna parte.
En la película Bardo, el primer desplazado es el propio cineasta, que después de vivir durante dos décadas en California, decide regresar a México para recoger sus pasos.
“México, ciudad bella y fea”, afirma el protagonista desde una terraza del centro histórico.
La película narra la migración voluntaria del cineasta que quiere tomar distancia de su México, pero al mismo tiempo le duelen sus orígenes.
El regreso del artista a su ciudad natal le permite al autor establecer una relación paradojal, de amor y odio, con su propia ciudad.
En la película Iñarritu ama México, a sus padres, a sus amigos; es un apasionado de la salsa de Héctor Lavoe y Willie Colón, pero le duele la decadencia mediática en
la que ha caído, y la crisis de los bardos y los periodistas, que viven mendigando un like en las redes sociales.
En la película la plataforma Amazon compra la baja California. México y América latina viven en el deliro apasionante que producen la violencia y la inmensa pobreza. Sus gobernantes son simples marionetas que se la pasan enredados en sus negocios turbios.
Bardo es un cuestionamiento profundo sobre una sociedad mediatizada, que como afirma el despechado de Mario Vargas Llosa, cayó en la ‘cultura del espectáculo’.
El film es implacable con el artista contemporáneo que lo único que le interesa es estar contemplándose en el espejo mediático. El artista del siglo ya no es quien conmueve al mundo con su obra. Es el ser enajenado de las redes sociales.
El vocablo ‘bardo’ significa vate, poeta; pero también, según la cultura budista, alude al tránsito entre la muerte y la resurrección.
México es el país de los vivos y los muertos.
La película de Iñárritu es una auto ficción existencial sobre uno de los cineastas más importantes del siglo.
El film es implacable con el artista contemporáneo que lo único que le interesa es estar contemplándose en el espejo mediático. El artista del siglo ya no es quien conmueve al mundo con su obra. Es el ser enajenado de las redes sociales.
En una época donde el cine se ha infantilizado hasta el punto de convertirse en una caricatura, Bardo es una excelente película que nos indica que, en el arte y el cine, aún hay esperanza.
Alejandro G. Iñárritu es un cineasta que ha obtenido tres Premios Óscar. Bardo: falsa crónica de unas cuantas verdades está nominada a la mejor película internacional de los Premios Óscar 2023. Esperemos que el próximo 12 de marzo el cine latinoamericano tenga una grata sorpresa.
hector.f.martinez@correounivalle.edu.co
Es un cuestionamiento sobre una sociedad mediatizada que cayó en la ‘cultura del espectáculo’.
El escritor mexicano Jorge Zepeda Patterson, Premio Planeta de 2014, aseguró que leer novela es una herramienta para crear valores en los seres humanos en los tiempos presentes, de tanto egoísmo.
“La novela es el mejor recurso para construir solidaridad, también tolerancia. En la medida en que me puedo meter en 300 páginas a sufrir y tener alegrías con la realidad del otro; en esa medida estoy en capacidad de preocuparme por los sufrimientos de un personaje que no soy yo”, afirmó este domingo en entrevista con EFE
Zepeda Patterson promociona en estos días su quinta novela: El dilema de Penélope, un thriller vigoroso que será presentado el 9 de febrero en la librería Mauricio Achar del sur de la capital y que denuncia la corrupción y el aumento del racismo en el Mundo.
En Estados Unidos, el expresidente republicano Dan Thompson hace campaña para regresar al poder y su equipo idea una estrategia para llenar de lodo a sus enemigos. El escritor usa la ficción para denunciar la tendencia de los políticos de ensuciar a los rivales, más que construir proyectos.
“Donald Trump inauguró una tendencia de un tipo de campaña que degrada la política, consistente en la descalificación del adversario más que en la construcción de argumentos propios; no hay límites en las ideas para jugar sucio”, consideró.
Penélope en zapatos de tacón
Es una atractiva mujer capaz de alborotar el
barrio cuando viste falda y zapatos de tacón. Hija de un noruego y una mexicana, Penélope Hunt recibe una oportunidad para enderezar su vida, al ser nombrada directora de un centro de ayuda a pandillas en Los Ángeles.
En pocos días logra que los líderes de las dos bandas principales, de origen hispano, se sienten a conversar, pero una serie de atentados atribuidos a la comunidad latina la ponen al borde de la muerte.
La historia, que se lee como si uno viera imágenes en el cine, presenta varios conflictos, a través de los cuales el autor provoca la reflexión.
“Intenté en la novela, como un thriller de suspenso en el contexto de la degradación de la política, en una campaña sucia, sin límites. Con tal de sacar adelante el triunfo de su candidato, los equipos están dispuestos a inflamar los medios y los odios”, contó el también analista político.
El narrador cree que en tiempos de redes sociales la política se ha frivolizado y lleva una carga de reclamos, pasiones insatisfechas y miedos.
En la novela, un periodista obsesionado con ganar el premio Pulitzer investiga los asesinatos atribuidos a hispanos y paga con su vida. Zepeda Patterson acepta que eso ocurre poco en Estados Unidos, pero en México es algo común.
“En México hay poderes salvajes; originalmente la mayor parte de las agresiones a la prensa surgió de ellos, pero luego, frente a la impunidad, hoy observamos que
muchos ataques proceden de otros intereses y la mitad de las agresiones a periodistas, no necesariamente de los asesinatos, tienen un origen político”, estimó.
La hipocresía de los tiempos modernos Doctor en ciencias políticas, además de economista, Zepeda Patterson cree que la hipocresía reina en la política y existe un doble discurso desde los tiempos de la globalización.
“Todo este evangelio de vamos abriéndonos porque somos un gran planeta significa que circulen las mercancías, que circulen los capitales, pero no las personas. Los queremos como consumidores, para espolear recursos, pero no los queremos a ustedes; esa es la idea”, dijo.
En el caso de México, el escritor reconoce logros del gobierno de López Obrador, pero acepta que el discurso del mandatario ha dividido al país.
“Yo creo que la polarización a la que apela López Obrador todo el tiempo tiene que ver con el discurso de progresistas contra conservadores, corruptos contra los intereses populares, etcétera, y tiene mucho de cálculo político”, reflexionó.
-¿Hay esperanzas en el futuro?
“Si uno quisiera tener hijos tolerantes, sensibles a los otros, yo sugeriría a los padres introducirlos en el hábito de la lectura, al sumergirse en esas aventuras, van a resultar mejores seres humanos”.
Con información e imagen de EFE
“La novela es el mejor recurso para construir solidaridad”: Zepeda Patterson
(15 de agosto de 1954)
Don Manuel Sánchez SilvaEn el invierno de 1922 llegó a Colima la compañía de revistas de José Campillo, considerado por aquel entonces, como uno de los impulsores más entusiastas del teatro frívolo.
La atracción principal del elenco estaba representada por el Trío “GarnicaAscencio”, integrado por las cancioneras Julia Garnica y las hermanas Blanca y Ofelia Ascencio, célebre conjunto que había cosechado merecidas ovaciones en todos los lugares en que actuaba.
Raúl C. Rodríguez -que después se hizo famoso a través de los micrófonos de la “W”, con su programa “El cartero del aire”- era el pianista oficial del trío, a quien Agustín Lara también acompañaba cuando aquél ejecutaba sus canciones.
Agustín empezaba a destacarse como compositor. Su primera canción, “Imposible”, le había abierto las puertas de la notoriedad, como creador de un estilo nuevo dentro de la música vemácula.
Hasta los primeros años veintes, la música popular no había evolucionado. Los viejos ritmos de danzas, valses, tangos y corridos, mantenían la tradición, de acuerdo con la técnica antigua, a base de música lenta y desmayada, y letra pesimista y drástica.
Agustín introdujo innovaciones trascendentales, ritmos audaces y calientes, en donde un extraordinario dominio del contra punto, daba novedad y riqueza al derroche de musicalidad.
Por lo que hacía a la parte literaria, el extraordinario lírico produjo también una revolución, expresando el eterno sentimiento del amor, con palabras nuevas y conceptos distintos.
Raúl C. Rodríguez, nacionalmente conocido por “Raulito”, era un pianista verdaderamente excepcional. No sabía música, pero dotado de una intuición musical única, ejecutaba al piano, con facilidad y elegancia, todas las melodías que memorizaban con sólo escucharlas. Poseía además el don del acompañamiento, que es rara cualidad, pues abundan los casos de músicos consagrados que resultan un fracaso al acompañar la más sencilla de las canciones.
Las muchachas del trío Garnica-Ascencio experimentaban por Agustín un sentimiento de admiración respetuosa, por la belleza de sus canciones, pero preferían ser acompañadas por Raulito, aduciendo, entre otras cosas, que Agustín, temperamental y anárquico, jamás tocaba igual la misma melodía, observación perfectamente justificada.
La compañía de Campillo se presentó en el teatro Hidalgo, que hasta los terremotos de 1941 mantuvo una tradición de arte que enorgullecía a los colimenses. Era un local pequeño, pero bien acondicionado y de buen gusto, que llenaba las necesidades del público.
Por ahí pasaron las mejores compañías de ópera, de drama, de comedia y toda clase de diversiones. Alfredo Grazziani, Mercedes Mendoza, Consuelo Escobar de Rocabrona, Alberto López Conti, Manuel Tamez, María Teresa Montoya, Celia
Montalbán -la inolvidable “Walkiria”-, Esteban Casanova; Ly Wong- o el maravilloso mago de la prestidigitación- y tantos otros representativos del arte.
El trío Garnica-Ascencio actuaba en las dos partes en que el programa se dividía. Primeramente, las cancioneras presentaban ataviadas con el típico traje nacional y eran acompañadas por Raulito. Su rúbrica inicial era “México bello”, tras de la cual continuaban con cinco o seis canciones mexicanas que el público aplaudía frenéticamente y obligaba a visar.
¡Oh!, qué hermosas canciones aquellas: “Recuerda que te amé con todo el corazón…”¿Por qué en tus ojos llenos de encanto, veo una lágrima…?” “Coni, coni, coconito…”
En la siguiente parte del espectáculo, el trío se presentaba en traje de noche para ejecutar la música de Agustín Lara, quien personalmente acompañaba al piano y la concurrencia se entregaba con apasionada admiración, ante el influjo de aquella música sensual y delicada a un tiempo mismo, con el amor pecaminoso, ofrecido por una hermosa mujer.
Figuraba en esa compañía un artista multiforme: Ricardo Beltri, que lo mismo componía un tango, que realizaba el vuelo de gigantes en una barra fija o desataba la hilaridad de la concurrencia con su humorismo de pobretón resignado y festivo.
Los jóvenes de aquella época no se perdieron ninguna función. Todavía no se abría la taquilla cuando ya formaban cola los engomados petimetres reclamando
El trío “Garnica-Ascencio”
su localidad, y al levantarse el telón ahí estaban ellos, ocupando las primeras filas del lunetario con el cuello congestionado por el nudo de la corbata y el pelo peinado hacia atrás, con impecable tersura, y trascendiendo a talco “Mavis” y a loción “Mon Parfum”.
Ricardo Beltri y Blanca Ascencio se querían. El genio artístico del bohemio y la gracia de la cancionera, colocada en el plano de la fama, se atrajeron como un imán recíproco, formando una pareja que conquistó todas las simpatías. A los pocos días de encontrarse la compañía en Colima, los jóvenes locales buscaron la ocasión de hacer amistad con los componentes; y a poco se tuteaban con la mayor parte de ellos, que facilitaron la confianza, con esa sencillez de trato y falta de protocolos que caracterizaba a todos los bohemios trotamundos.
En el extremo sur del portal Hidalgo estaba por aquella época un hotel de importancia. El edificio tenía dos pisos habiendo perdido el superior a causa de los terremotos de 1941. En ese hotel se alojaba Ricardo Beltri y las muchachas del trío Garnica- Ascencio.
El tango estaba de moda por ese tiempo y los jóvenes de ambos sexos vivían bajo la influencia de su ritmo lánguido y de aquella literatura sudamericana, que parecía encontrarse reñida con el optimismo. En todos los tangos figura siempre alguno que se va para no volver, o se muere de tristeza por el amor de una pérfida. Semejante inclinación al drama, motivó que algún observador ladino y chocarrero dijera que los tangos eran actos de comisaría con música.
La invasión musical, venida desde los barrios bajos de Buenos Aires, había obligado a nuestros compositores a forzar su inspiración y seguir la corriente. Esparza Oteo, Tata Nacho, Espinoza de los Monteros. Luis Alcaraz, Gonzalo Curiel y, desde luego Agustín Lara, se adentraron también por los sinuosos vericuetos de la tonada monorrítmica y empezaron a hablar de “percantas”, “ventos”, “farras” y “chamullos”.
Ricardo Beltri también compuso tangos. Uno de ellos, “Payador”, comió con éxito por lo agradable de su melodía y lo
sugerente de su letra.
Cierta noche, o mejor dicho cierta madrugada, en que un grupo de amigos jóvenes se habían desvelado en la inocente ocupación de hablar bien de las mujeres y mal de los hombres, recayó la conversación en la temporada de revistas de la compañía de Campillo, especialmente en el trío Garnica-Ascencio y sus acompañantes. Y alguien propuso: -Vamos pidiéndole a Beltri que nos cante “Payador”-. La idea prendió y el grupo se dirigió al hotel, acallando las protestas de quienes trataban de evitarlo en atención a las más elementales consideraciones: ¡eran las tres de la mañana!
Los amigos se apostaron en la banqueta de la plaza, frente a los balcones del hotel, y empezaron a gritar desaforadamente: -¡Beltri! ¡Beltri! ¡Despierta! ¡Ricardo!
Y Ricardo despertó, y con él seguramente todos los huéspedes del hotel. Se abrió uno de los balcones y por él apareció el artista, enfundado en su bata de noche y, con los ojos tiesos de sueño, saludó a los trasnochadores escandalosos, que le pidieron su tango “Payador”.
Y en demostración de una gentileza realmente extraordinaria, accedió Ricardo, que ajustándose la fornitura de un precioso acordeón profesional empezó a ejecutar su melodía: “Noche de pena, de amor y olvido, en que llegan viejos recuerdos, ya nada queda de aquel cariño que se ha tornado en soledad…”
El espectáculo era realmente sugestivo. En la diáfana noche costeña, tachonada de estrellas, cuatro o cinco locos sentimentales escuchaban conmovidos a otro loco más, que desde un segundo piso desgranaba los arpegios de su instrumento sollozante y entonaba su canción predilecta, en el silencio de la ciudad dormida.
Cuando el grupo se despidió, las campanas llamaban a misa y en las calles solitarias se recortaban las siluetas de los vecinos madrugadores. Amanecía.
Alberto José Destéphen Soler (San Luis, Comayagua, Honduras,1968). Hondureño, originario de San Luis, Comayagua; Ingeniero Electricista Industrial graduado de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Msc. en Matemática Educativa de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (HN), con estudios en la carrera de Física de la UNAH. Entre sus libros destacan: Raíces Nocturnas (1998), Palabras con Tierra (2002), Manzanos del Edén (2005), La Cortesana
(2008), Rugidos y Cantos de Pájaros (2010) del cual ha producido un CD musicalizado de Poemas Seleccionados. “Salve Invierno” (2015) con CD musicalizado. Instantes Infinitos (2019) y el libro de narrativa Memorias de San Luis, pueblo de grandes luchas, trabajo y dignidad escrito junto a Nancy Lara Smart (2019), Telegramas del Mar (2022).
En el umbral, Ulises. En la hendidura del tiempo incesante en el subconjunto del cosmos; en un punto, implora el desdoblamiento en otro.
En el minuto cero parte Ulises; sucesos en paralelo de su éxodo en conductos curvos. Penélope es la noche. Ulises distante.
PENÉLOPE en la noche del instante; la promesa en el corazón, duerme en la espera. Por túneles, Ulises a la velocidad de la luz; su hijo TELÉMACO distante.
PENELOPE fiel de la noche en el corazón, a la promesa de la eternidad de las palabras sumergidas en el cetro de lo infinito…
En un espiral, la copa de Ulises resistiendo los embates del mar, es el portal de las infinitudes. En la noche de Penélope, cada noche, es la noche mía y de Penélope el portal, lejos del futuro de la noche de Ulises.
La luz se llama a sí misma
Engarzada la noche en el vientre de multicuerdas la luz en sí misma sueña un infinito sueño en sucesiones de números perfectos/ la belleza.
Soplo imperecedero, el ojo de las palabras se divide en longitudes de ondas, mundos invisibles, grafías magnéticas de incontables ambiciones, de innumerables lunas y soles en sus rutas.
Ecuaciones oscilantes en el olimpo de la oscuridad, poesía primaria de la belleza, la fuerza del péndulo eterno sostiene las irradiaciones en explosiones y predice los prófugos espejismos del mundo Afrodita y la angustia de la ausencia, el infierno es entropía de polos distantes; convergen los viñedos, los juegos de los árboles de la incertidumbre a la merced del álgebra matemática de los poliedros del universo.
Los sentimientos son geometrías emergiendo del agua de los mares; el cosmos jubiloso de estallidos continuos en el altar de los prismas de las incertidumbres.
Encontrar la varita mágica de los sueños, sumergirse en el País de las Maravillas de Alicia, traspasar los tiempos en un agujero de gusano; regresar al niño de las canciones eternas.
Sí, pequeñito con el barro en las manos, con la luz perfecta de aventuras.
Volver en la memoria, con los sueños de los juegos /alma; los barcos zarpando a las calles de piratas y navegantes...
El océano inmenso del cerebro dilatado, nutriendo el milagro de la existencia de los niños en las tardes de rojizos cielos, las incontables tormentas de invierno sacudiendo las campanas del espectro. Venus en el mismo mar que soñé.