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CONSTITUCIÓN Y DERECHO

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LEGALES

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“Es de madrugada, Tiburcio acostumbrado estaba a recibir la mañana; su labor: proteger a los demás y descuidarse de su vida; indescifrable su edad, sospechada quizás por la adultez de sus bisnietos. Jornadas sin horarios, olvidadas quejas; reclamar derechos es entenderlos y atreverse.

Nunca se niega, cree que ofende hacerlo; el sí le brota antes que oficio le ordenen; en su diccionario de dos páginas y amplios márgenes, predomina una palabra: sumisión.

Cuerpo agrietado, tierra rajada en

Está de servicio, tiemblan sus piernas, solitario movimiento en una oscuridad que no entiende que en el pecho hay sonidos. Un ladrido le recordó que escuchaba su seca tos; una visión de fatalidad lo conminó a observar su escarlata saliva.

Al llegar su supervisor, su cabeza amenazó desprenderse; el fantasma de su mujer la enderezó. A un Tiburcio extrañamente agotado y asombrosamente aturdido el Sol recibió.

Minutos después, ambos cabalgando truenos, en una igualdad sin precedentes en el obrero, el astro lo entregó al Señor. Se liberó el amanecer, luego de Tiburcio recibir su carta de despido”. l

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