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ENTREVISTA AL PROFESOR IGNACIO JAVIER LÓPEZ
Ignacio Javier López es profesor de español en la prestigiosa Universidad de Pensilvania. Su trayectoria investigadora abarca varios ámbitos de la cultura española, centrándose específicamente en el arte literario hispánico y períodos como el Realismo o el Surrealismo. En la siguiente entrevista tratamos sobreel inmortalGaldósyel realismoen España.

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- Galdós apareció en el contexto del realismo español. ¿Podría dar algunaspinceladassobreestecontexto?
Galdós es, sin duda, el máximo representante español del Realismo decimonónico. Pero, en realidad, apareció a comienzos de la década de 1870 en el contexto de un Romanticismo tardío y exhausto que todavía ha de producir obras importantes cinco años más tarde de la mano de autores como Pedro Antonio de Alarcón (las mejores novelas de éste, que es un escritor romántico, aparecen a partir de 1874). En estos años aun no puede hablarse de Realismo. Es un momento en que domina en los ambientes literarios españoles una corriente alternativa: se trata de un idealismo de inspiración germánica, que produce en nuestra literatura obras importantes como Pepita Jiménez (1874) o Las ilusiones del doctor Faustino (1875), las dos debidas a Juan Valera. A Galdós dicho idealismo no pareció atraerle, pero sí se notan en sus comienzos influencias románticas. Sus primeros intentos literarios fueron en el teatro, con una obra (hoy perdida) de inspiración romántica, a juzgar por su título. Me refiero a La rebelión de los moriscos. Elementos románticos hay también en sus tres primeras novelas, La Fontana de Oro, La sombra y El audaz; y otro tanto ocurre con algunos de los episodios de la primera serie, dedicados a las grandes gestas nacionales, títulos como Trafalgar, Gerona, Zaragoza. Finalmente, domina el dramatismo romántico en la primera parte de Gloria, publicada en 1877, aunque escrita en 1874.
Al Realismo Galdós llega evolucionando desde estas posiciones iniciales, y dicha evolución se percibe por primera vez en los episodios de la segunda serie. Pero la preferencia por el Realismo es evidente y definitiva en 1876, con la publicación de Doña Perfecta. En esta novela todavía hay rasgos de las tendencias estéticas anteriores (Romanticismo, Idealismo), como demuestra el desenlace melodramático de laprimera versión (desenlace que el autor corrige al publicar la segunda edición en diciembre de 1876), o la concepción de la obra como una visión simbólica de la realidad nacional, esto es, el entendimiento de la novela como un viaje al «corazón de España», como dice el autor mismo. Pese a estas reminiscencias de las otras estéticas del momento, Galdós adopta la estética del Realismo en Doña Perfecta marcando por vez primera el camino por el que ha de seguir la novela nacional que, en granmedida,escribeélmismo.
El Realismo, en la década de los setenta del siglo XIX, era un movimiento de tendencia analítica que llegaba a España procedente de Francia, en mayor medida por influencia de Balzac. Entre sus características principales, según se ven en la citada Doña Perfecta, ya observamos una preferencia por la descripción y por la atención al desarrollo de los personajes, en vez de dar prioridad al suspense y a las sorpresas del argumento. Y más importante que ningún otro rasgo, un detalle que Galdós aprende de Balzac; a saber: el desarrollo de todos los personajes de la novela, incluso los secundarios. Manuel de la Revilla, el crítico literario más importante de los años 1870 en España, ya destacaba esta novedad al reseñar la novela e indicar que, en Doña Perfecta, no hay personaje, por insignificante que pueda parecer,quenotengaun caráctermagistralmentedelineado. Este magistral desarrollo de los personajes ha de ser la marca del Realismo galdosiano. Es un rasgo que pervive más tarde, y que incluso influye en nuestro entendimiento del autor. La mayoría de nosotros recuerda los personajes más que las novelas, y está bien que esto ocurra porque hay personajes que saltan de una novela a otra teniendo un vivir que no queda reducido a una obra concreta. Los personajes de Galdós son creaciones que persisten en el imaginario cultural del lector. A comienzos del siglo XX varios escritores (p.ej., Unamuno, Cernuda, Bergamín) ya destacaban que, para ellos, el mundo novelesco galdosiano no es tanto un mundo de obras como un universo habitado por personajes inolvidables; en su poema «Díptico español», Cernuda describió esta vivacidad de los personajes galdosianos como la «Españamágica»,estoes,la España inolvidablequenoesde estemundo.
- Enfrentarse alaobradeGaldóses unretoporsugranextensión,seha hablado de una distinción en dos grupos entre novelas de la primera época y contemporáneas. También se ha dicho que en él obra y pensamiento tienen un cierto paralelismo. ¿Cómo explicaría la división que le he referido y sus posturas ideológica, literaria y sobre la clase media?
Su preguntaenunciavarias cosas queson importantestodas ellas,pero también son asuntos diferentes que conviene delimitar. De modo que tratémoslosporseparado.
A) Enfrentarse a la obra de Galdós es un reto por su gran extensión, Galdós escribepocomás omenos durantemedio siglo (1870-1920) ylo hace con prodigiosa regularidad, algo raro entre los escritores españoles. Publica cuarenta y seis novelas históricas (o sea, las cinco series de los Episodios Nacionales), veintiocho novelas de diversa extensión (entre las de la primera época, las «contemporáneas» y las «espirituales») y un número de obras de teatro que no conocemos por completo (digo esto porque la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, por ejemplo, enumera ocho obras dramáticas, pero estudiosas de su teatro, como Maryellen Bieder o Rosa Amor del Olmo, han ido publicando material nuevo recientemente). A esto hay que añadirle la narración corta y la obra periodística. En fin, estamos hablando de másde cientítulos,algunosdeellosobrascimerasdenuestraliteratura. Esa producción inmensa y, sobre todo, su regularidad, son poco comunes en autores de la literatura española. En esto Galdós es comparable, considerando como digo dicha regularidad y laextensión de la obra, a nombres comoLope deVega,Calderón,Baroja,Valle-Incláno, más recientemente, Juan Goytisolo.
Y aquí viene lo importante: como muchos de estos autores, Galdós no sólo escribe mucho y regularmente, sino que, al producir una obra a lo largo de mucho tiempo, publica novelas que evidencian una importante evolución a medida que cambian los gustos literarios del momento. Esta evolución convierte su figura en algo extraordinariamente complejo, llegando a confundir o sobrecoger al lector. Se trata de una obra que parece inabarcable; y hace que el estudioso que se atreva a dar una explicación de su genio, parezca a ratos pedante y con frecuencia ofrezca un panorama incompleto. Pero intentemosveresta complejidad,aunque seaagrandesrasgos.
He hablado de sus orígenes románticos, a los que sigue el Realismo definitivamente introducido en 1876, con Doña Perfecta. Galdós no es el primer autor que publica obras ideológicas pero será el autor más importante del géneroen la España del XIX, sobreponiéndose a otros como Alarcón oPereda, que también practicanelgénero.
Sigue, en la década del ochenta, el Naturalismo, escuela que Galdós introduce en la novela en España en 1881, con La desheredada. Es Galdós también el primero que supera este Naturalismo en 1885, tras la publicación de Lo prohibido; y busca, como dice un capítulo de Fortunata y Jacinta, una salida «espiritual» al mismo. Hay más: Galdós introduce magistralmente en la novela seria, el tipo de narración que los ingleses describen como «based on a true story» (basada en un hecho real). Me refiero a La incógnita y Realidad Más tarde, cuando en España empiezan a conocerse las novelas «espiritualistas» de los autores rusos (Dostoyevski, Tostoi), Galdós nota que él ya lleva tiempo practicando este tipo de novela en que un personaje, inicialmente abominable por su carácter o hechura, es capaz de inspirar la piedad o la lástima al enfrentarse a un destino inexorable. Recuérdese, por ejemplo, el avaro Torquemada, y esa maravilla de nuestra literatura, y de la literatura en cualquier lengua, que es Torquemada en la hoguera (1889), la únicanovelacortaescrita porGaldós.
Luego tenemos una serie de novelas que el autor publicó y no tuvieron gran éxito en el momento de aparecer, pero que han sido reconocidas más tarde como obras superiores por el público o por la crítica. Ricardo Gullón rescató, en los años sesenta, una novela de Galdós que hasta entonces había sido poco atendida, y notó su modernidad al compararla con el mundo de Kafka:merefieroa Miau (1888),hoyconsiderada, junto a La de Bringas (1884), otra obra rescatada también a posteriori, una obra maestra del humor galdosiano. Buñuel tomó obras consideradas menores, como Nazarín o Tristana,ylasconvirtióen títulosuniversalmentereconocidos. En fin, ya he dicho que corro el riesgo de parecer pedante, de modo que me limito a apuntar un detalle final para concluir con esta dificultad galdosiana debida a la complejidad y extensión de su obra. Me centro en la novelahistórica.
Cuando los autores de la generación del 98 empiezan a publicar sus novelas históricas (Paz en la guerra, Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera, Cara de plata, El aprendiz del conspirador, El escuadrón del Brigante...), literalmente revolucionan el entendimiento de la historia en la novela española. Cambian los principios de la narración y de la historia, promocionando la interpretación sobre ladescripción, el mundo interior sobre la cronología, la intrahistoria sobre la Historia, etc. Lo que tendemos a olvidar es que el Galdós de la última serie de los Episodios nacionales se anticipa, y supera con creces, a los autores del 98 en estas novedades. Cánovas, el último episodio escritoporelnovelista canario, es mucho más moderno que las primeras novelas históricas de Unamuno, Valle-Inclán o Baroja, que se publicanporlas mismasfechas.
B) Distinción en dos grupos entre novelas de la primera época y «contemporáneas».
Esta división, hoy considerada estándar, entre novelas de la primera época y las novelas españolas contemporáneas, es en realidad bastante problemática. Primero, destaquemos los hechos. El término «novelas españolas contemporáneas» lo diseñan Galdós o su editor (Miguel Honorio de la Cámara) al publicar la segunda edición de Doña Perfecta en la editorial La Guirnalda. Esta editorial será la encargada de publicar toda la producción galdosiana durante década y media. Galdós o Cámara, su editor, debieron entenderque convenía, quizá como simple reclamo editorial, ofrecer una nueva clasificación de la obra del autor para distinguir el tipo de novela que comienza con el título de 1876, de los episodios que el autor lleva publicando más tiempo. Nace así el concepto «novela española contemporánea», aplicado a Doña Perfecta. En mi edición de esta novela, de próxima aparición en la editorial Cátedra, presento la evidencia documental: la portada de la segunda edición en la que aparece el término «novela española contemporánea» por primera vez. Se trata de «española» porque no es traducción del francés o de otras lenguas; y «contemporánea», porque no es histórica. Pronto, el concepto «contemporáneo» quiere señalar al lector que la novela se ofrece como incitación —tomo esta idea de Stephen Gilman, quien lo tomó de Américo Castro—paralareflexión sobre elmundocontemporáneo.
Pero aquí surge el problema: Doña Perfecta es hoy considerada «novela de la primera época» pese a haber sido la primera novela «contemporánea». Esto se debe a que los críticos, por ejemplo Menéndez y Pelayo en su discursode respuesta a Galdós, conmotivo de la entrada de éste en la Real Academia, tomaron una idea que estaba en germen en Galdós, y la convirtieron en clasificación estándar de su obra. En una carta a Giner de los Ríos, con motivo de la publicación de La desheredada, el novelista declara que con esta obra él comienza su «segunda manera». Y los críticos, tanto los contemporáneos (Clarín, Ortega Munilla, Tomás Tuero, Pardo Bazán) como los posteriores (Casalduero, Ricardo y Germán Gullón, etc.), han aceptado esta clasificación que normalizó la edición de las Obras completas a cargo de Federico Sainz de Robles en la editorial Aguilar. Se trata de una edición que reitera esta clasificación entre «primera época» (La Fontana de Oro, La sombra, El audaz, Doña Perfecta, Gloria, Marianela, La familia de León Roch)y «contemporáneas» (de La desheredada en adelante), una clasificación que en realidad no es de Galdós, pero que procede de sugerencias suyas (como la carta aGiner,ya citada),yque hoyesaceptadaporlamayoríade loscríticos. Esto no quiere decir que no haya objeciones a esta clasificación. Particularmente importante fue la que presentaron en su día un grupo de distinguidos investigadores británicos (Richard Cardwell y Brian Dendle), quienes consideraron que la división es artificial, en la medida en que el pensamiento galdosiano está caracterizado por una serie de constantes, que permiten reconocer la religión del futuro, de que hablara Daniel Morton en Gloria, en la piedad que exhibe Benina en Misericordia. Se trata de novelas separadas por década y media, y que pertenecen a distintos grupos, primera época Gloria; contemporánea, Misericordia. Esta recurrencia de temas, en fin, conviertedichaclasificaciónen inútil.
Yo opino lo contrario. Me parece que nuestros colegas británicos describieron la evolución de Galdós con grandes brochazos, sin cuidar de importantes detalles que merecen atención. Para empezar, no creo que sea válido hablar de regularidad (en mi opinión, y como ya he dicho anteriormente, el novelista evoluciona grandemente con el tiempo), y la perspectiva que se basa en dicha regularidad es una simplificación. Opino, además, que la división entre «primera época» y «contemporáneas» es acertada. Esta clasificación ha quedado definitivamente establecida en nuestro entendimiento de Galdós. También es cierto que, desde el punto de vista analítico, este no es un tema candente de la crítica contemporánea. Pero importa destacar que hay, en efecto, una diferenciasignificativa entre el tipo de novela filosófica que es Doña Perfecta, y el modelo de ficción que Galdós aprende leyendo a Zola, y que introduce en el mundo novelesco español con La desheredada, en 1881. Galdós deja de considerar la novela como res cogitans (materia pensante, ideológica) para convertirla en res dramatica, esto es, entiende al personaje comoresponsabledesu propiodestino.
C) Posturas ideológica y literaria de Galdós sobre la clase media
La clase media es el gran filón novelesco de Galdós; y esto es así porque el novelista siempre pensó que dicha clase era la protagonista social del momento que le había tocado vivir. La aristocracia, que había cumplido su papel histórico, hacía rato que había perdido fecundidad o capacidad de regeneración. Y el pueblo era incapaz todavía de protagonismo debido a que permanecía en la más abyecta ignorancia por unas políticas educativas que no habían llegado a escolarizarlo e ilustrarlo. El pueblo, en efecto, había tenido el protagonismo en ciertos momentos decisivos, como fue la guerra contra Napoleón. Perocarecíadelosmediosparaencauzarelpresente.Eldinamismo correspondía a la clase media, que en un comienzo pugnaba por abrirse espacio en el contexto social; y que más tarde domina con su dinamismo la escena, disolviendo, consuafirmación,lasotrasclases.
En una de sus primeras reflexiones literarias, su artículo «Observaciones sobre la novela contemporánea en España», el autor declara suinterésporeldinamismo deestegrupo,que asciende enla estructura social, y que busca valores que lo definan. En ese texto dice Galdós que la novela ha de ser expresión de lo bueno y lo malo que define a esa novedad social que es la clase media. El interés por esta clase persiste, aunque con modificaciones, en un contexto diferente, treinta años después. Me refiero a lo dicho por el autor en su discurso «La sociedad presente como materia novelable», pronunciado en 1897, con motivo de su ingreso en la Real Academia. En este segundo escrito, el novelista comenta en qué modo pueblo y aristocracia pierden su identidad para integrarse en una clase nueva formada por la «aglomeración» —dice Galdós— de individuos que vienen de a la desmembración de la riqueza perdida (como ocurre con los hermanos del Águila, en Las novelas de Torquemada), o que proceden del pueblo y han sido redimidos por la educación o el trabajo próspero (piénsese en la hermana de Jacinta, o en Maxi Rubín en Fortunata y Jacinta). Se trata de una clase intermedia,muydinámica, en laque caben los puestos de la Administración del Estado (comoelpobreVillaamil,pero también Cadalso, en Miau), el profesional (el simpático médico, que aparece una vez y otra en sus novelas, y para el que el autor se inspiró en el doctor Manuel Tolosa-Latour, gran pediatra, y fundador del Hospital del Niño Jesús de Madrid), el usurero Torquemada o el perdis de buena familia, constantemente a expensas de los usureros, como Villalonga o JoaquínPez.
- La crítica de Pérez Galdós es extensa pero qué diferencia podemos apreciar entre la de sus coetáneos, la que se realizó durante la Guerra Civil, la del extranjero. ¿y qué diferencia la crítica sociológica del estudio intrínseco de sus textos?
Para no caer en generalizaciones excesivas, déjeme hablar un caso que conozco bien, porque lo tengo reciente: se trata del estudio de Doña Perfecta.
Los primeros lectores, cuando aparece la novela, consideran que se trata de un alegato del autor contra la intolerancia que se ha impuesto en la política a comienzos de la Restauración la cual se inicia, con particular acento represivo, en 1875. Vemos estas opiniones en lectores importantes, que publican las primeras reseñas de la novela, tales como Urbano González Serrano, Manuel de la Revilla o en un jovencísimo Clarín, que en 1876 comenzaba suandaduracomocrítico.
Con el paso del tiempo la novela se desvincula del contexto, y se entiende como el enfrentamiento dramático entre ciudad y campo, entre modernidad y tradición, entre una España con ansias renovadoras (Pepe Rey) y una tradición que se resiste al cambio (Perfecta Rey de Polentinos). En De Fuerteventura a París Unamuno dedica un poema a hablar de Doña Perfecta como una novela que despertó en él el sueño liberal frente a la España castiza y adormecida, contenta de sí misma y cerrada al cambio.
Sabemos que Buñuel quiso hacer una película basada en esta novela, aunque finalmente no pudo porque los derechos de autor habían sido cedidos a otra persona. Pero podemos asumir que el director de Las Hurdes podría haber seguido este camino mostrando la disparidad que existe entre el redentor y el objeto desus cuidados, entrelacivilización ylabarbarie, entremundo urbano y lascreenciasancestrales.
La guerra civil de 1936 acentuó esta visión enfrentada de las dos Españas, y pronto el personaje de Doña Perfecta se ha de convertir en mito capaz de representar la realidad española. Ocurre esto entre los españoles del exilio, que comienzan la recuperación de Galdós con motivo de su centenario, en 1943. Esta visión va a dominar el entendimiento de Galdós durante al menos tresdécadas.
Desmoralizados por la derrota de la República, e influidos por el tremendismo, la corriente literaria que se impone en España en la década de los 40 del siglo XX, los críticos de la postguerra ven la novela como un símbolo fatalista del atávico odio de los españoles por sus semejantes. Se trata de la imposibilidad del español para aceptar que el prójimo puede tener razón o, al menos, razones (para decirlo con una expresión que tomo del Juan de Mairena machadiano); al que hay que escuchar, etc. ¡Ojo!, esta es una visión exagerada, simplista, ytotalmente distorsionada de la novela (¡yno digamos ya de los españoles!), pero recuerdo que era la visión que dominaba en el mundo universitario estadounidense cuando yo llegué a los EE.UU. en la década de los setenta. En los seminarios de doctorado se enseñaba esta división como si se tratara de un artículo de fe: Doña Perfecta era el ejemplo de que los españoles no estaban capacitados para la democracia; o, como dice Gilmanen un momento memorable de su por muchas razones gran libro Galdós y el arte de la novela europea, los españoles vivían reiteradamente ese momento en que Perfecta pide a Trabuco que mate a Pepe Rey. La idea se repetía sin reservas, como digo, y tuvo tanto éxito que el estudioso costarricense Rodolfo Cardona la repite, sincuestionarla, en la introducción a su edición de la novela. Esta visión, dicho a grandes brochazos, también prosperó en los países del este de Europa, particularmente en la Unión Soviética. Aunque en este casono se trata de una visión de los españoles, sino del entendimiento de la literatura según las doctrinas literarias oficiales de la Unión Soviética, herederas del plejanovismocríticoque dominódurantedécadasendicho país. Perovolvamos a los EE.UU. porque el hispanismode estepaís va a ser la gran lanzadera del entendimiento internacional de Galdós. La visión antes detallada es dramática y simple; es también inadecuada. ¿En qué sentido son los hechos narrados en Doña Perfecta exclusivamente españoles? ¿No ocurren sucesos parecidos en, digamos, Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos? ¿No se dan los mismos ambientes en la literatura italiana, por ejemplo en las novelas de Ignazio Silone? En fin, ¿no ocurre lo mismo, con gran frecuencia además, en el cine norteamericano cuando un personaje educado y razonable, procedente de los estados del norte, visita los estados retrógrados del sur, habitadosporunaélitedespóticayunapoblaciónignoranteycorrupta?
La visión telúrica de Doña Perfecta, que tantísimo éxito ha tenido en el mundo académico norteamericano, es producto inicial de las enseñanzas de losexiliadosespañoles(AméricoCastro,Joaquín Casalduero,AntonioSánchez Barbudo, Carlos Blanco Aguinaga...) los cuales, desmoralizados ante las sucesivas derrotas del sueño modernizador, consideraron que España era un país sin capacidad de redención por la intolerancia atávica de sus moradores. En el caso español esta visión dependía de la experiencia histórica de la derrota republicana y la larga dictadura franquista posterior. Esta visión encontró en los EE.UU.un caldo de cultivo ideal, en concreto porque respondía a los modelos colonialistas, y al paternalismo, que el mundo académico norteamericano ha tenido desde antiguo respecto al mundo hispano en general, y que tuvo respecto a la España del franquismo en particular. Dada la difusión internacional que alcanzó el galdosismo en los Estados Unidos, la visión de que venimos hablando ha persistido en el discurso crítico y en el imaginarioculturaldesucesivasgeneraciones.
Dicho lo anterior, quiero aclarar también que el galdosismo encontró en los EE.UU. un espacio y un desarrollo, que inicialmente le fue negado en España. El estudio de Galdós triunfó en los EE.UU. donde se desarrolló como disciplina a partir de la celebración del centenario del escritor canario. No se podía hacer entonces lo mismo en España por motivos obvios, pues la censura no veía a Galdós con buenos ojos, considerándolo escritor liberal y anticlerical. Pocos recuerdan hoy que, en 1964, Antonio Pildáin, obispo de Canarias, amenazó con excomulgar a todos aquellos que colaboraran con la recién abiertaCasa MuseoPérezGaldós enGranCanaria.
Producto del interés por Galdós en las universidades norteamericanas, unido a las enormes posibilidades de investigación que ofrecen dichas instituciones académicas, son los grandes trabajos que salieron de ellas debidos a profesores (tanto españoles como de otras nacionalidades) que enseñarona Galdós en Norteamérica. El decano de los estudios galdosistasen los EE.UU. es sin duda Joaquín Casalduero. Los nombres de otros galdosistas importantes los he mencionado ya. No voy a añadirmásporque seguro que me dejo alguno en el tintero, yno quiero que eso ocurra. Basta con asomarse a las páginas de cualquier número de Anales galdosianos, la revista creada por Rodolfo Cardona, catedrático emérito de la Universidad de Boston, la cual lleva publicándosecincuenta años.
Otra importante iniciativa que debemos a la magnífica capacidad organizativa de nuestros colegas norteamericanos es la creación de la Asociación Internacional de Galdosistas, inicialmente dirigida, y creada, por el profesor Chad Wright, y que hoy dirige la profesora Akiko Tsuchiya; organización que en la actualidad consigue juntar a los especialistas anualmente en simposios y congresos dedicados a todos los aspectos de la obra de Galdós, y cada cuatro años colabora con el Congreso Internacional que patrocina el Cabildo Insular de Gran Canaria bajo la sabia dirección de la profesora Yolanda Arencibia. Estos congresos han permitido encuentros de hispanistas de todo el mundo, facilitando la comunicación y haciendo posible el diálogo entre los profesores españoles y los de otros países, en especial Norteamérica,el ReinoUnidoydel oesteeuropeo.
-¿Qué caracteriza la técnica novelesca y el lenguaje galdosianos?
Algunosescritoresdelsiglo XXcriticaron aGaldós porcarecerde estilo; consideraban que el autor tenía carácter, pero no estilo, según dijo Ortega en La deshumanización del arte. Menudearon las críticas contra el escritor durante el momento en que triunfan las vanguardias (Valle-Inclán, Antonio Espina...) en la década de los 20 del siglo XX, y se repitieron entre algunos escritores de posguerra (Juan Benet, Francisco Umbral). Desde el punto de vista del estudioso, estas perspectivas sonsimplistasypueden estar motivadas por razones que no paso a evaluar, pero que nada tienen que ver con el mérito literariodelnovelista canario.
Empecemos con el lenguaje galdosiano. En 1882, en el prólogo que escribió para El sabor de la tierruca, la novela de Pereda, Galdós habla de las enormes dificultades con que se encuentra el escritor para escribir con la lengua hablada. La lengua de la literatura, dice Galdós, está acartonada, presa de los malos gacetilleros y peores escritores. El afán del escritor es conseguir asimilar la lengua escrita a la lengua hablada. Esta transformación es de una importancia decisiva en el desarrollo de las ideas estéticas. No es momento de detallar esto aquí, pero baste al lector interesado leer Meditaciones del Quijote, de Ortega, en el que el filósofo habla de la manera como Cervantes amplía el mundode loliterarioalintroducirlarealidad enelmundo literarioconvencional. Lo mismo ocurre en el caso de Galdós. Llegar a captar la lengua hablada, que el personaje nos hable desde el texto, va a ser el gran afán galdosiano. Stephen Gilman, en el libro citado antes, ya estudia el uso de la lengua hablada en Fortunata y Jacinta. Muchos años antes Luis Cernuda había escrito que el genio de Galdós consistía en introducir en la literatura española «el estilohablado».
Respecto a la técnica, Galdós introduce al narrador en el texto creando un universo de perspectivas que envuelven al lector, en ocasiones aclarándole algo, otras veces oscureciéndoselo (piénsese en la descripción del viaje de novios de Jacinta, en Fortunata y Jacinta), pero siempre haciéndole partícipe de lo narrado. John Kronik y Germán Gullón, entre otros, se han especializado en investigar la elaborada construcción narrativa que caracteriza a las novelas de Galdós.
- ¿Qué destacaría de las primeras novelas de Galdós?
Hay que volver a ellas sin prejuicios. Hoy bastante desatendidas, pues la crítica tiene una marcada preferencia por otros períodos de la producción del escritor, yo decidí investigarlas atendiendo a sus rasgos genéricos,y prestando atención a lo que hacían otros escritores españoles en el mismo momento. Resultado de ello fue mi libro La novela ideológica, 1875-1880. La literatura de ideas en la España de la Restauración. Inmediatamente después de 1875, escribió un tipo de novela interesada en las formas de pensamiento y en el debate de ideas. Se trata de una novela alegórica que se ofrece como una interpretación abstracta de la realidad española; es una novela destinada a un público culto, interesado en el debate de ideas. Se escribe a comienzos de la Restauración de los Borbones en un momento en que la política, y el debate político, interesaron a la novela. Con frecuencia se han estudiado como una preparación de la novela que sigue. Yo he postulado que es un género muy diferente, el cual los autores (Galdós, pero también Alarcón o Pereda) dejan de practicar a partir de 1880, cuando se publica El Niño de la Bola, la última noveladelgénero.
- Con la publicación de La desheredada se inicia un período naturalista, bajo el estímulo de Zola, ¿cuáles son las características principales de este período así como la caracterización de las obras más importantes del mismo? Algo de esto ya hemos visto y hemos hablado de ello. Se trata de un tipo de novela que abandona las abstracciones o las visiones alegóricas, del tipo de Gloria o Doña Perfecta. El personaje no está dominado por una idea, sino que se entiende vestido de virtudes y defectos, los cuales determinan su experiencia. Se trata de una visión cervantina de la novela. La complejidad formal es bien visible gracias al uso de importantes recursos lingüísticos, como elestiloindirecto libreque ofrecelainmediatezdelaconcienciadelpersonaje.
- Llegamos a las grandes novelas como Fortunata y Jacinta, Miau ¿Brevemente cómo las podría describir, sin entrar en mucho detalle? Creo que hay común acuerdo que Fortunata y Jacinta está entre las mejores novelas de Galdós. Si tuviera que elegir cuáles son las novelas que acompañan a ésta en calidad, yo elegiría Las novelas de Torquemada, Doña Perfecta, La desheredada, Ángel Guerra, Misericordia y, en efecto, Miau Concentro mi respuesta en Fortunata y Jacinta, sobre la que hay acuerdo general.
La novela nos cuenta la historia de la próspera familia Santa Cruz, que tiene dificultades para conseguir un heredero pues Jacinta, la esposa de Juanito Santa Cruz, el único hijo de la familia, no consigue quedarse embarazada. Esto es particularmente doloroso para Jacinta, pues ésta descubre que su marido ha tenido ya un hijo con una mujer de clase baja, Fortunata. Lo que Galdós nos ofrece en esta novela es una historia sobre la fecundidad vista, como es habitual en el autor, desde la perspectiva inversa, desde la esterilidad. Se ha llegado a ofrecer una visión simbólica de este argumento desde una perspectiva social, indicándose que se trata de la fecundidad de la clase baja, y de la esterilidad de las clases gastadas. Se trataría de los términos de la dialéctica hegeliana, se trata de la tesis, de la antítesis y de la síntesis necesaria conseguida al unirse las dos propuestas anteriores.JacintayFortunatase hermanansimbólicamentealfinde lanovela.
- ¿Qué significó el período espiritualista delautor?
El término «espiritualismo» fue inicialmente propuesto por Clarín, y establecido porCasaldueroparahablarde latendenciadelanovelagaldosiana posterior a 1887, en las novelas que siguen a Fortunata y Jacinta. Pienso que la mejor definición de este «espiritualismo» la ofreció el profesor valenciano
Joan Oleza quienhabló deunmovimiento general de laintelectualidadeuropea que se aleja progresivamente del Naturalismo favorecido por Zola, y busca a cambio una regeneración espiritual que conlleva una nueva estimación del sentimiento. Una sociedad que, con anterioridad, ha confiado en la ciencia y en los logros de larazón positiva, busca unas nuevas ideas enque creer, sintener éxito. Elresultado esun irracionalismo, querechazael positivismoydefiende la metafísica; proclama la conciencia como primer mecanismo del conocimiento, por encima de la razón y de la experiencia; traslada al mundo espiritual la esencia de lo real; y, en fin, concibe el tiempo, no como una cronología, sino como una duración.Las novelas del espiritualismo comienzan con Miau, y cuentan,entreotras,con Nazarín, Misericordia, Ángel Guerra o Halma.
- ¿Cómo resumiría la importancia de Galdós en dos o tres líneas?
Echo mando de una anécdota que cuenta el crítico J. P Stern en su libro On Realism. En la televisión británica preguntaron a un reputado crítico inglés cuáles eran, en su opinión, los grandes novelistas del Realismo europeo. El crítico respondió con los nombres habituales (Dickens, Balzac, Flaubert, Tolstoi, etc.) y añadió finalmente a Benito Pérez Galdós. El entrevistador le interrumpió entonces, para preguntar: «¿Galdós? Lo lamento, no lo conozco.» Y el entrevistado respondió, con esa flema británica que a veces es tan divertida: «También yo lo lamento, porque se pierde usted un novelista soberbio». Me parece una buena anécdota, y una descripción que sirve bien de despedida. Dejar a los lectores con un novelista verdaderamente excepcional,absolutamenteprodigioso.