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Verdes y viscosos... ¡Guácala son Mocos! SofíaLorenaMárquezPortillo
Verdes y viscosos... ¡Guácala son Mocos!
Si hay algo que siempre nos ha acompañado hasta el día de hoy, son ellos... ¿A quién me refiero? Bueno... Podría pedirle que lo averigüe usted mismo, pero sería algo descarado de mi parte. En resfriados, catarros o infecciones respiratorias, ellos mandan, a tal grado que se convierten en un completo fastidio y cuando creemos haberlos eliminado por completo, vuelven a aparecer... Simplemente no hay forma de escapar de esos efluvios verdosos. Se dice que, por aquello del año 1921, Alexander Fleming estaba resfriado y como todo buen resfriado común, tenía abundantes secreciones nasales, pero eso a él no le molestaba, aunque, eso sí, el laboratorio en el que se encontraba no era el lugar apropiado para deshacerse de ellos. Fleming, sentía una inmensa curiosidad por todo lo que le rodeaba, y eso también incluía mocos, así que tomó una muestra de sus propios fluidos nasales y los colocó en una placa de Petri. Mucho antes de que Fleming decidiera experimentar con sus secreciones nasales, él estaba enfocado en encontrar sustancias capaces de destruir a las bacterias, por ende, el laboratorio donde trabajaba, había un sin número de cultivos bacterianos. Incluso, también se asegura que acostumbraba a escribir y dibujar con bacterias coloreadas en placas de Petri, por lo que a nadie le tomó por sorpresa que aquel día se decidiera a jugar con sus mocos. Lo que Fleming no sabía, era que la placa donde había colocado la muestra de sus fluidos nasales, tenía bacterias y cuando menos lo esperó, observó cómo las bacterias que rodeaban su moco dejaban de reproducirse y morían. Fleming se sorprendió y en seguida supuso que había algún tipo de sustancia natural en los mocos que protegía a nuestros tejidos nasales de agentes microbianos. Luego de varios experimentos, el poder bactericida de los mocos quedó demostrado, y eso sí, la materia prima nunca faltó, pues era producida en abundancia por la nariz del investigador. Cuando quedó comprobado que algo dentro de los mocos tenía efectos protectores el investigador se decidió a probar con otros fluidos orgánicos, como las lágrimas, la saliva y la leche humana. Los resultados que obtuvo fueron similares. Fleming no lograba descubrir cuál, entre de las múltiples moléculas que contienen los fluidos que había estudiado, era la sustancia mortal para las bacterias. No fue hasta 1937, que la molécula antibiótica fue aislada y se le dio el nombre de lisozima (molécula orgánica que actúa como una barrera de protección frente a las infecciones). Este descubrimiento pasó a un segundo plano, porque años después, Fleming descubrió algo que le otorgó el Premio Nobel de Medicina en 1945: La penicilina. Me gusta decir que los mocos son el mejor amigo del cuerpo humano, porque nos protegen de bacterias y virus, aunque no precisamente de todas las bacterias y todos los virus. Es importante mencionar que algunas bacterias resisten a la lisozima presente en nuestros fluidos nasales y consiguen atravesar nuestra barrera de protección. Por otro lado, el resfriado común está causado por virus y la lisozima de los mocos ante estos, son menos efectivos. Pero en investigaciones llevadas a cabo durante la última década, se ha demostrado que la lisozima presente en la saliva tiene un efecto protector contra algunos virus como, el del SIDA, una aportación que sin duda, es muy valiosa porque la lisozima también está presente en los fluidos vaginales. Ahora bien, si usted está pensando que los mocos solamente están hechos de lisozima, se equivoca. Estos también están compuestos de aproximadamente 95% de agua, 2% de mucina (una proteína que produce un líquido viscoso tipo pegamento, y por tanto hace que los mocos sean pegajosos), 2% de sales y en menor can-
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tidad (1%) de lípidos (grasas) y otras proteínas como albúmina o inmunoglobulinas. El color característico de los mocos, verde amarillento y a veces con un toque de transparente, depende de una sustancia llamada mucopolisacaridos (hecho a de base de azúcar y aminoácidos), pero también influye el tipo de bacterias con las cuales se mezcle nuestro moco. Las células de Globet, son las encargadas de generar el moco que es también llamado muccus o mucosidad. La mucosidad no solo está presente en nuestra nariz, sino que también la podemos encontrar en la boca, en nuestros pulmones (las famosas flemas) y hasta en nuestro estómago, ya que esta sirve para recubrir las paredes internas del estómago e impedir que el jugo gástrico las destruya.
Esos pelos de la nariz que mucha gente se arranca sin importar el dolor que les provoque, se llaman vibrisas y junto con los mocos, atrapan a cualquier extraño indeseado. Así que, si usted es una de esas personas que se quitan los pelos de la nariz sin piedad alguna, yo empezaría a pensarlo dos veces antes de dejar sin protección a mis fosas nasales. En la parte alta de las vías nasales, tenemos millones de otros pelitos, llamados cilios, que son los encargados de mandar señales olfativas a nuestro cerebro, y nos hacen saber si algo huele bien o mal. Otros contribuyen a enviar mocos al estómago para que, en muy poco tiempo, las impurezas, bacterias o virus que se quedan adheridos, acaben su vida en el ambiente ácido del estómago. Los cilios de nuestra nariz, se encuentran vibrando miles de veces por minuto y cuando algún virus, una bacteria, polen, polvo u otro, entra en contacto con los cilios, estos se empiezan a agitar demasiado y mandan señales al cerebro indicando que tenemos que estornudar, para que de esa manera, los intrusos sean expulsados a velocidades que pueden llegar a 200 kilómetros por hora. Lo cierto es que dichos intrusos no mueren, sino que más bien, se quedan flotando en el aire y pueden llegarle a otra persona. De ahí también, la importancia de usar cubrebocas actualmente, pues cuando toses, estornudas o incluso hablas, expulsas pequeñas gotas de saliva que, aunque no ves porque son muy pequeñas, son lo suficientemente grandes para transportar el virus y transmitir el covid-19. A pesar de que la capa de moco es muy delgada (menor de 5 micras) forma una barrera muy eficaz que se renueva cada 20 minutos, por lo que, todos los días producimos alrededor de 1 litro de fluidos nasales. Como olvidar esas “pelotitas” de moco, que tantos aficionados tienen, ¿alguna vez te preguntaste cómo se producen? Resulta que se generan cuando debido a la entrada de aire seco, el moco que siempre ha estado en el interior de las fosas nasales, pierde agua y se hace más espeso, incluso se seca, justo el momento ideal para hurgarse la nariz...pero no se sienta señalado, hay toda una multitud de cazadores de pelotitas que esperan su momento cuando nadie los vea. En fin, son verdes, son viscosos, llegan a ser molestos, pero no todo lo relativo a los mocos es tan malo, ni tan desagradable.