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THE MISSION’S ‘CRISIS’ WON’T BE SOLVED WITH MORE POLICING

LA ‘CRISIS’ DE LA MISIÓN NO SE RESOLVERÁ CON MÁS VIGILANCIA POLICIAL

Mara Cavallaro y Alexis Terrazas

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El Tecolote mar a la policía es una invitación a más violencia estatal. “La vigilancia es peor que inútil, es dañina”, dijo a El Tecolote Peter Calloway, un defensor público adjunto de San Francisco. Cuando la policía se acerca a las personas sin hogar, “hemos visto varios casos en los que la policía mata a esa persona, [como en el caso de] Luis Góngora Pat…” Y si no es eso, dice Calloway, “lo que sucede muchas veces es que se menosprecia a la gente, se la trata mal, se le falta el respeto, a veces se la empuja, se la maltrata un poco. He visto a la policía simplemente patear las pertenencias de las personas por toda la acera... Tengo clientes a los que los agentes les han amenazado, instancias en las que los agentes tienen mágicamente apagadas las imágenes de su cámara corporal hasta que se lleva a cabo el arresto. La rutinaria deshumanización y violencia que constituye la vigilancia policial estadounidense… ocurre en San Francisco”.

Mara Cavallaro es miembro de Report for America y reporta para El Tecolote sobre la salud mental y la desigualdad en la atención médica en la comunidad Latinx.

La Misión, con su legado de marginalización y resiliencia frente a ola tras ola de gentrificación, ha sido durante mucho tiempo un vecindario con una desigualdad económica discordante. La gente vive en las aceras, afuera de nuevos edificios lujosos con apartamentos vacíos; los dueños de las tiendas barren sus pertenencias en la calle por las mañanas.

Con frecuencia, esta realidad es explotada por las empresas, los medios corporativos y los políticos por igual para descartar la política progresista: sacar a las personas en lugar de albergarlos, y vigilar en lugar de apoyar. “Lo que hemos visto una y otra vez es que las personas sin hogar en San Francisco son utilizadas como chivos expiatorios políticos”, dijo Jennifer Friedenbach a El Tecolote, directora ejecutiva de la Coalición para las personas sin hogar.

El mes pasado, líderes comunitarios de más de una docena de organizaciones de la Misión se reunieron para pedir el estado de emergencia luego del asalto perpetrado a la maestra Yolanda Melara, de 78 años, quien se dirigía hacia su trabajo cuando un hombre le agarró el bolso y la tiró al suelo. Pero la manifestación, organizada originalmente en apoyo a Melara, rápidamente se convirtió en una condena no solo de la violencia que sufrió, sino también de algunas de las personas más marginadas de la Misión y las consecuencias visibles de la desigualdad extrema.

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Aquí en la ciudad, las personas negras tienen 9.7 veces más probabilidades de ser asesinadas por la policía que una persona blanca, según los análisis de Police Scorecard de 20132021. Los latinos tienen 4.3 veces más probabilidades de ser asesinados que sus homólogos blancos. En los casos en que el Departamento de Policía de San Francisco (SFPD, por sus siglas en inglés) mató a alguien, los oficiales prácticamente no han tenido que rendir cuentas y las familias quedan buscando una justicia aparente durante años.

El Tecolote

Mara Cavallaro is El Tecolote’s Report for America Corps Member who reports on mental health and healthcare inequality in the Latinx community.

The Mission — with its legacy of redlining and resilience in the face of wave after wave of gentrification — has long been a neighborhood with jarring economic inequality. People live on the sidewalks outside new luxury buildings with vacant apartments; store owners sweep their belongings into the street in the mornings.

Too often, this reality is exploited by business, corporate media, and politicians alike to dismiss progressive policy — to remove people from spaces rather than house them, and to police rather than support. “What we’ve seen over and over again is that unhoused people in San Francisco are used as political scapegoats,” Jennifer

Friedenbach, the Executive Director of the Coalition on Homelessness, told El Tecolote Last month, community leaders from over a dozen Mission organizations gathered to call for a state of emergency following the assault of 78-year old teacher Yolanda Melara, who had been walking to work when a man grabbed her purse and pushed her to the ground. But the rally, organized originally in support of Melara, quickly became a condemnation not just of the violence she suffered but of some of the most marginalized people in the Mission, and the visible consequences of extreme inequality.

Speakers repeatedly generalized and scapegoated unhoused people, sex workers, people struggling with substance abuse, and street vendors for a perceived neighborhood “crisis.” And to deal with it, leaders like Roberto Hernandez, who is rumored to be running for the Board of Supervisors, and William Ortiz-Cartagena, a city Commissioner for Small Business, called broadly on the police for help. “SFPD … get out and do your job!” Ortiz-Cartagena demanded. For many, though, to call on police is an invitation for more state violence. “Policing is worse than unhelpful — it’s harmful,” Peter Calloway, a San Francisco deputy public defender, told El Tecolote. When police approach unhoused people, “we’ve seen a number of instances where police kill that person [like in the case of] Luis Góngora Pat …” And if not that, Calloway says, “what happens a lot of the time is people are belittled, treated poorly, disrespected, sometimes shoved around, roughed up a little. I’ve seen police just kick people’s belongings all over the sidewalk … I have clients who have had threats made against them by officers, instances where officers magically have their body camera footage turned off until the arrest has taken place. The routine dehumanization and violence that constitutes American policing … happens in San Francisco.”

Los oradores participantes en esta manifestación, generalizaron y usaron como chivos expiatorios a las personas sin hogar, las/los trabajadoras/ es sexuales, las personas que luchan contra el abuso de sustancias y los vendedores ambulantes de una “crisis” percibida en el vecindario. Y para lidiar con eso, líderes como Roberto Hernández, quien se rumora se postulará para la Junta de Supervisores, y William Ortiz-Cartagena, Comisionado de Pequeñas Empresas de la ciudad, pidieron ayuda a la policía.

“Policía de San Francisco…¡sal y haz tu trabajo!”, exigió Ortiz-Cartagena.

Para muchos, sin embargo, lla-

Esta semana, hace nueve años que la policía mató a Alex Nieto. Se comió un burrito en Bernal Hill antes de su turno como guardia de seguridad, llevaba consigo un taser que portaba como parte de su trabajo, un detalle que el SFPD sabía antes de llegar a la escena, porque quien llamó al 911 les informó que tenía un taser y no un pistola.

Aún así, cuando llegaron los cuatro oficiales, dispararon 59 tiros contra Nieto. En el juicio, los cuatro fueron absueltos. Incluso en uno de los casos con la evidencia más condenatoria de brutalidad policial, uno de los pocos que llegó a juicio, los oficiales no enfrentaron repercusiones.

Para la familia de Luis Góngora Pat, quien fue asesinado por la policía en 2016, el proceso de búsqueda de justicia ha sido desesperadamente lento y desmoralizador. El año pasa-

Vea POLICÍA, página 9

-Cat Brooks, cofundadora del Proyecto Anti Terrorismo Policial