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Cambiamos: Argentina vuelve a tener presas y presos políticos

Por Estela Díaz

Estela Díaz es secretaria de Igualdad de Género de la Confederación de Trabajadores de la Argentina y Coordinación Nacional del Comité por la Libertad de Milagro Sala.

En la provincia de Jujuy está detenida hace más de 400 días la líder de la organización Tupac Amaru, diputada del Parlasur Milagro Sala. Su prisión se produce a raíz de un acampe en protesta por las políticas sociales del nuevo gobierno provincial, encabezado por Gerardo Morales. Aunque de esta primera causa resulta eximida de prisión, no se hace efectiva su libertad y el gobierno de turno presenta una sucesión de nuevas causas penales. Además, se detuvo a varios integrantes de la Tupac y se suspendió por decreto la personería jurídica de la organización, incumpliendo las normas vigentes. Todo el proceso estuvo viciado de nulidad desde su origen, configurando una detención arbitraria, que ha sido denunciada por organismos de Derechos Humanos nacionales e internacionales, por organizaciones sindicales, sociales y políticas. Hoy se encuentran en prisión además de Milagro Sala: Gladys Díaz, Graciela López, Mirta Ayzama, Mirta Guerrero, Javier Nievas y Alberto Cardozo. En octubre de 2016 se conoció la Resolución N°31 del Grupo de detenciones arbitrarias de la ONU, a través de la cual se reconoce la arbitrariedad de esta detención y se solicita al gobierno nacional la inmediata libertad de Milagro Sala, su reparación y la investigación de las responsabilidades políticas. Se sumaron a este pedido la CIDH y varios organismos de derechos humanos, primeros mandatarios y referentes mundiales de diversas extracciones políticas e ideológicas. La organización Tupac Amaru es un colectivo de bases populares e indígenas que fue fundada a fines de la década de los noventa en la ciudad de San Salvador, provincia de Jujuy, al noroeste de la República Argentina, en el límite con Bolivia. El poder de movilización y organización popular que logró la Tupac Amaru y el liderazgo de Milagro Sala, en particular, cuestionó el poder politico cuasi feudal y bipartidista de esa provincia. Desde el año 2004, a través de la gestión de programas nacionales y provinciales, la Tupac Amaru llevó adelante la construcción de miles de viviendas, polideportivos, la mayoría de ellos con piletas de natación; escuelas de nivel inicial, primario, secundario y terciario; fábricas de ladrillos, metalúrgica, textil y de muebles. Además de formar un partido político, por el que Milagro fue diputada provincial y en la actualidad diputada del Parlasur. La enemistad política del actual gobernador de la Provincia de Jujuy es manifiesta y pública. Siendo Senador Nacional, en el año 2009, presentó un pedido de informes para que se investigue a la organización Tupac Amaru, en el que criticaba explícitamente la capacidad de construir poder popular, como una amenaza para los “poderes constituidos”. Esta concepción sobre el poder de las organizaciones sociales y la figura de asociación ilícita, que caratula una de las causas contra Milagro, no hacen más que evidenciar el carácter político de su detención. A los dirigentes sindicales, hasta que se logró la ley de asociaciones gremiales, se los criminalizaba desde esa figura penal absolutamente difusa. Pero el colmo de su expresión pudo leerse en los medios nacionales, al conocerse la resolución de la ONU, cuando manifestó “no voy a liberar a esa mujer”. En la provincia de Jujuy se ha instalado un sistema represivo planificado desde el ejecutivo provincial, con la complicidad del Gobierno Nacional de Mauricio Macri. Las represalias y persecución no terminan en Milagro Sala, siguen amedrentando a dirigentes, persiguiendo judicialmente a los abogados defensores, además de avanzar en el desmantelamiento de las obras de la organización. La líder de la Tupac se expone como un botín para el poder concentrado de la provincia.

Lograron organización popular y eso parece vedado para los olvidados de la tierra, algo que están pagando con todo la fuerza que puede ejercer el poder dominante, cuando logra reunir, como en este caso, a los tres poderes del Estado, más la connivencia y favores del poder económico principal de la provincia (cómplices de la desaparición de trabajadores en la última dictadura cívico-militar, pero en libertad). Para ello cuentan con el linchamiento y la estigmatización mediática, que además de revanchismo político, trabajan con el peor de los sentidos comunes, al cruzar discriminaciones de clase, étnica-racial y de género. En el mes de diciembre pasado se realizaron dos juicios contra Milagro Sala. El primero fue por una causa del año 2009, impulsado por el actual gobernador, por una protesta que se hizo en su contra cuando estaba por dar una charla en el colegio público de contadores, siendo por esa época senador nacional. La Tupac Amaru no participó de esa acción, ni Milagro Sala lo hizo. Sin embargo, la defensa del Morales presentó un único testigo, que dijo haber sido instigado por Sala a realizar esa acción (de la que además ese testigo no participó), que tuvo como saldo uno vidrios rotos y unos huevos que le tiraron en el traje a Morales. O sea, ningún herido de consideración. Ese testigo se demostró en el juicio que actualmente es empleado en la provincia de Jujuy por el propio Morales, con la categoría administrativa más alta, además de recibir sumas dinerarias importantes por una cooperativa, que no tiene ninguna obra realizada. A pesar de ello, Milagro Sala fue condenada a 3 años de prisión en suspenso. Luego hicieron el juicio contravencional por el acampe, que fue el motivo del origen de su detención. Condenándola a pagar una multa y prohibiendo que pueda ejercer cargos en organizaciones por tres años. Casi el mismo período que le queda a Morales de gobernador. En una clara decisión de proscripción política anti constitucional. El 20 de marzo se presentó en una audiencia ante la Comisión Interamericana de DDHH nuevas denuncias contra la provincia de Jujuy por parte de sindicatos, organizaciones sociales y de derechos humanos. Belissa Guerrero Rivas, de la Oficina Regional de Amnistía Internacional, señaló en la audiencia la verificación de una política en la provincia de Jujuy “diseñada y articulada para responder a los conflictos sociales a través de la represión y la criminalización”. Sería interminable contar la cantidad de hechos que se suceden a diario para vulnerar los derechos de los sectores populares en Jujuy y consumar la destrucción de una organización como la Tupac Amaru. La palabra “cambiemos” identifica a la alianza que gobierna en Argentina a partir de diciembre de 2015. Es indudable que se han producido cambios significativos en nuestro país. Hoy gobiernan sin mediación política, los intereses hegemónicos del gran capital financiero y las multinacionales, con buena parte de sus directores en puestos claves de gestión. Pero el cambio no es sólo en lo económico, también tiene implicancias sociales, políticas e institucionales. Una de ellas tiene que ver con el intento de criminalización de la movilización popular, la estigmatización de la militancia política, e incluso de trabajadores y trabajadoras. En Jujuy opera en este contexto como un laboratorio de ensayo, que están todos los días intentando extender al resto del país, porque en Argentina crece también día a día la resistencia popular, la movilización y la solidaridad.

Las represalias y persecución no terminan en Milagro Sala, sino que siguen amedrentando a dirigentes, persiguiendo judicialmente a los abogados defensores, además de avanzar en el desmantelamiento de las obras de la organización.