Por mí y por el Evangelio

LUIS E. LARRA LOMAS

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EVANGELIO SA

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Testimonios y reflexiones de vida consagrada Prólogo del cardenal

Carlos Amigo Vallejo,

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arzobispo emérito de Sevilla Epílogo de monseñor

Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de Zaragoza

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Prólogo

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Testimoniar la misericordia de Dios

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enedicto XVI deseaba que la vida consagrada fuese considerada como una exégesis de la palabra de Dios. Así lo requería la especial vocación que se había recibido y el encargo misionero al que se llamaba. En el centro de la existencia, la identificación con Cristo y el testimonio convincente de una vida entregada por completo a la honra de Dios y al servicio de la Iglesia.

En la primera Relatio de la Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada y su misión en el mundo (1994) ya se afirmaba que el tema que se iba a tratar concernía a toda la Iglesia. De re nostra agitur, se repetía en la Asamblea, y después quedaría recogido en la exhortación postsinodal Vita consecrata: “La vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia... Don precioso y necesario también para el presente y el futuro del Pueblo de Dios, porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión... Parte integrante de la vida de la Iglesia, a la que aporta un precioso impulso hacia una mayor coherencia evangélica” (n. 3). La vida consagrada está en la Iglesia y la Iglesia sigue contando con la vida consagrada como parte integrante del pueblo de Dios.

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Apasionados por Cristo, los consagrados y consagradas saben muy bien dónde está el origen de su vocación y el empeño de vivir y anunciar el Evangelio, en formas y maneras muy diferentes y siempre respondiendo a lo que la Iglesia en cada momento necesita. Con la audacia del Espíritu, quieren ser testigos auténticos del Señor resucitado y eficaz levadura evangelizadora. Éxodo y vigilia, en lenguaje del Papa Francisco, serán actitudes permanentes de los consagrados. Tendrán que salir de sí mismos y vivir en una entrega incondicional a la misión que la Iglesia vaya marcando. En marcha y en vigilia, para estar atentos a la palabra de Dios y a los gritos y gemidos de aquellos que claman por la liberación del pecado y de las injusticias.

La Iglesia, con su magisterio, tiende la mano a la vida consagrada y va guiando los pasos hacia aquellos espacios y areópagos donde la semilla del Evangelio tiene que hacerse presente. Documentos especialmente importantes son en este sentido la constitución conciliar Lumen gentium y el decreto Perfectae Caritatis. Posteriormente se elaboraría el Mutuae relationes, una instrucción conjunta de la Congregación para los Obispos y la Congregación para la Vida Consagrada.

Con la exhortación postsinodal Vita consecrata, el Papa Juan Pablo II, asumiendo las propuestas del Sínodo, quiso exponer claramente el magisterio de la Iglesia sobre la vida y la misión de la vida consagrada. Como el sabio del Evangelio recogiendo lo mejor de lo antiguo y de lo nuevo, el Papa ofrece unas actualizadas reflexiones sobre la vida en fraternidad como espacio teologal y modelo que interpela a la sociedad; la participación de los laicos en el carisma y la vida apostólica de los consagrados; la mujer consagrada y el reconocimiento de su identidad; el sentido pascual de la vida contemplativa; la vida consagrada como

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escuela de inculturación y comunión eclesial; los obispos como agentes positivos de atención pastoral a la vida consagrada...

Con motivo de la celebración del Año de la Vida Consagrada, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ha publicado unas cartas en las que recoge el magisterio de la Iglesia, particularmente el del Papa Francisco. La primera se refiere a la alegría: donde están los consagrados siempre hay alegría, como resultado del encuentro con Cristo y la escucha creyente y perseverante de la palabra divina. Este es el secreto del gozo y la razón por la cual hay que dar siempre testimonio evangélico de la esperanza y de la alegría, andando el camino de los signos de Dios. En un éxodo obediente y en atenta vigilia, que es el tema de la segunda carta. La esperanza no es solamente una referencia al futuro, sino tomar conciencia de un presente evangélico, y tener en cuenta más el amor providente de Dios que los miedos y desencantos a los que posiblemente nos inclina una esperanza con fundamentos poco evangélicos.

El Papa Francisco ha querido dedicar el año 2015 a la vida consagrada, pero no solo para que reflexionen sobre su vocación y ministerio los miembros pertenecientes a los Institutos consagrados, sino todos los hombres y mujeres que componen el pueblo de Dios, para que se conozca mejor lo que el Señor ha regalado a la Iglesia. Los objetivos de este año pasan por considerar la primacía de Dios en la propia vida, arriesgarse a tomar decisiones evangélicas de renovación y dar testimonio de la esperanza y de la alegría. Un tiempo de conversión y de gracia y una llamada a la fidelidad, pues sin ella llega la esterilidad y la tristeza. Por el contrario, la alegría se fortalece en la experiencia de la fraternidad, como lugar teológico donde cada uno es responsable de la fidelidad de todos los demás.

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El camino del amor fraterno conduce necesariamente a la identificación con Aquel que encuentra, alcanza y transforma a la persona consagrada, que ya no puede dar razón de su existencia y vocación si no es en la proclamación, con la fuerza de la caridad profética, de la presencia de Cristo y de su Evangelio en medio de la humanidad. Esta es la gran fuerza de la caridad profética de la vida consagrada.

Habla el Papa de una crisis de adhesión consciente a la llamada de Cristo, pero también de una crisis de humanización que provoca una herida de incapacidad para realizar una vocación. No a un camino personal y fraterno marcado por el descontento, por la amargura que conduce a la lamentación y a la nostalgia, sino volver al centro existencial de la vida consagrada, que es Cristo y su cruz; solamente de esta manera se puede reencontrar el camino olvidado.

El testimonio de la misericordia, la ternura del Señor que enardece el corazón, despierta la esperanza y atrae hacia el bien es la misión que el Papa encomienda a los consagrados. ¡Testimoniar la misericordia de Dios! Confiar en una felicidad verdadera y en una esperanza posible, que no se apoye únicamente en los talentos, las cualidades personales y el saber, sino en Dios.

No se puede privatizar el amor. Habrá que salir a las periferias y encontrarse con la carne de Cristo. El amor de Cristo, servidor de los pobres, es el que abrasa el corazón de los consagrados y les lleva a servir a los demás en formas tan necesarias y dignas de alabanza como son la enseñanza, el cuidado de los enfermos y de los ancianos, la predicación del Evangelio y el ministerio sacramental, la atención a los pobres, la acción misionera, la vida contemplativa...

Con ocasión del inicio del Año de la Vida Consagrada, el

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Papa Francisco ha publicado una carta apostólica, Testigos de la alegría, resaltando que la vida consagrada no tiene solamente una historia gloriosa para recordar, sino una gran historia que construir. Habrá, pues, que mirar al pasado con gratitud, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza. Allí donde se encuentran los consagrados tendrá que brillar la alegría que nace de saber que el Señor ha estado grande con nosotros. Esta es la razón de nuestro contento.

La vida consagrada, como la Iglesia, mira con serenidad al pasado y no tiene miedo del futuro. Por eso, atentos a lo que queda por venir, pero sin olvidar todo lo bueno que se ha hecho y que es digno de elogio y gratitud a Dios. La Iglesia, también la vida consagrada, ofrece, pero no impone. La misión no es adaptarse al mundo, sino evangelizar el mundo, aunque ello exija estar atentos a los signos de los días y de las distintas situaciones históricas y sociales.

Luis Esteban Larra, bien entendido en comunicación y a lo que el Espíritu dice al mundo y a la Iglesia, se ha ido metiendo en el pensamiento y en las actitudes de consagradas y consagrados para recoger experiencias y sentidos, tendencias y direcciones de futuro. No es una colección de opiniones. Es el testimonio vivo de unos hombres y unas mujeres apasionados por Dios.

CARDENAL CARLOS AMIGO VALLEJO, Arzobispo emérito de Sevilla

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Presentación

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l resultado de este libro es fruto de un encargo de la Editorial San Pablo en el contexto del Año de la Vida Consagrada, convocado por el Papa Francisco para ser celebrado del 30 de noviembre de 2014 al 2 de febrero de 2016 en toda la Iglesia. A las diferentes ofertas de la editorial paulina para esta convocatoria eclesial mundial se une esta propuesta: un libro de entrevistas o, mejor, de conversaciones, con diferentes religiosas y religiosos españoles para ofrecer su testimonio y su reflexión en torno a la identidad y la misión de la vida consagrada.

Entrevista, conversación, testimonio y reflexión son los pilares que articulan esta iniciativa editorial. Se trata de ofrecer, a través de la conocida y reconocida fórmula de preguntas y respuestas, de enunciados y comentarios, el testimonio sobre la llamada y el seguimiento vocacional de veintitrés consagrados, y su reflexión en torno a la esencia y al cometido de esta forma de vida cristiana en el seno de la Iglesia y al servicio de la sociedad.

Ante tamaño objetivo, el primer pensamiento para empezar a seleccionar los candidatos para ser entrevistados era hacer una doble lista: la primera por razón del género (religiosos y

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religiosas) y la segunda pensando en la opción carismática (vida activa, contemplativa y misionera). Una tercera elección podría haber sido en función del cargo (superior/a provincial o general, abad o abadesa, obispo o teólogo). Otra incluso por edades o generaciones de los protagonistas, o por origen histórico de la orden o congregación (antiguas y nuevas formas de vida consagrada). Y así otros posibles criterios.

Por legítimas que parezcan estas opciones, lo cierto es que esta empresa sin duda es ardua, difícil de cumplir y en cierto modo inalcanzable. A fuerza de ser correctos en los formalismos se podría perder el espíritu de la idea, que no es otro más que presentar testimonios y ofrecer pensamientos sobre la vida consagrada en su ser y en su hacer, al margen de siglas y cargos. Por tanto, la limitación de este proyecto está en que no están todos los que son, pero su acierto es que realmente son todos los que están.

No obstante, para los amigos de las estadísticas ahí van los datos: aparecen nueve religiosas, sin contar las respuestas colectivas de dos comunidades religiosas femeninas (las clarisas de Salvatierra, en Álava, y las trinitarias de Suesa, en Cantabria), que en ese caso serían once, casi la mitad del total; el resto, lógicamente, son religiosos, aunque en este caso no hay respuestas colectivas. Uno de ellos es obispo y misionero; también hay un abad, una abadesa, dos prioras, tres superiores generales, una superiora general, un superior provincial y una superiora regional.

Pero lo más importante es que, aun huyendo de cuotas y paridades, en este volumen toda la vida consagrada está representada, si por tal entendemos los tres ámbitos donde se juega la vida y la misión de los consagrados: acción pastoral, contemplación activa y misión ad gentes. Este criterio al menos

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se ha podido salvar en gran medida. El de la extensión de las respuestas ha sido variable, no uniforme, respetando siempre la libertad y la peculiaridad de cada uno de los interlocutores.

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La riqueza de este libro está avalada por el testimonio de sus protagonistas. Son ellos y ellas quienes sostienen cada una de estas páginas escritas y transcritas, ordenadas y editadas. Los orígenes balbucientes de su vocación, la respuesta generosa a la llamada en medio de dudas e incertidumbres, pero también envuelta en certezas y seguridades, convicciones y confirmaciones; la andadura del seguimiento entre tareas y preocupaciones, misterios y ministerios, convierten a este volumen en una obra coral con varias voces pero una misma música: la partitura de Dios con diversas claves y diferentes notas que ellos y ellas han sabido interpretar con fidelidad y maestría.

Pese a ser distintos los protagonistas, la estructura de la conversación con todos ellos y ellas guarda un esquema similar. Hay dos grandes partes en cada entrevista, aunque con algunas variantes: la primera tiene que ver con el testimonio vocacional de los entrevistados, los orígenes de su vocación y su trayectoria de seguimiento hasta el momento presente, con una referencia explícita a las situaciones más gozosas (“estamos llamados a experimentar y demostrar que Dios es capaz de colmar nuestros corazones y hacernos felices, sin necesidad de buscar nuestra felicidad en otro lado; que la auténtica fraternidad vivida en nuestras comunidades alimenta nuestra alegría; que nuestra entrega total al servicio de la Iglesia, las familias, los jóvenes, los ancianos, los pobres, nos realiza como personas y da plenitud a

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nuestra vida”, en palabras del Papa Francisco) y a las etapas o experiencias menos agradables (“también nosotros, al igual que todos los otros hombres y mujeres, sentimos las dificultades, las noches del espíritu, la decepción, la enfermedad, la pérdida de fuerzas debido a la vejez”, continúa el Papa). Aquí es donde ciertamente el lector puede acercarse con reverencia y agradecimiento al terreno sagrado de la vocación, a la memoria de una llamada y al misterio de una respuesta que, aunque en diferentes circunstancias o avatares, tiene un común denominador: Dios que irrumpe y alguien que está disponible.

La segunda parte de cada conversación tiene que ver con la reflexión que cada uno de los protagonistas ofrece sobre el momento actual de la vida consagrada, sus gozos y esperanzas, sus tristezas y angustias, en expresión conciliar (cf GS 1). Las preguntas o cuestiones abordadas en este bloque van desde la lectura actual de los votos o consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia hasta la valoración del Papa Francisco como consagrado, pasando por la presentación de iconos bíblicos de la vida consagrada o las claves de su renovación actual. En todas ellas resuena la palabra de Jesús “por mí y por el Evangelio” (Mc 10,29) que mueve a aquellos que lo han dejado todo.

Para toda la Iglesia El Año de la Vida Consagrada es una convocatoria para toda la Iglesia, no solo para los consagrados y consagradas. Lo ha dicho muy alto y claro el Papa en más de una ocasión y especialmente en la Carta a todos los consagrados con ocasión del Año de la Vida Consagrada (21 de noviembre de 2014):

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“Invito por tanto a todas las comunidades cristianas a vivir este Año, ante todo dando gracias al Señor y haciendo memoria reconocida de los dones recibidos, y que todavía recibimos, a través de la santidad de los fundadores y fundadoras, y de la fidelidad de tantos consagrados al propio carisma. Invito a todos a unirse en torno a las personas consagradas, a alegrarse con ellas, a compartir sus dificultades, a colaborar con ellas en la medida de lo posible, para la realización de su ministerio y sus obras, que son también las de toda la Iglesia. Hacedles sentir el afecto y el calor de todo el pueblo cristiano”.

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Por eso este libro tampoco está dirigido solo a los miembros de la vida consagrada sino, precisamente por el mismo motivo que indica el Papa, a toda la comunidad cristiana, incluso a la sociedad, de la que religiosos y religiosas forman parte y a la que sirven tanto con su acción como desde su contemplación.

Cualquiera que se acerque a estas páginas va a encontrar en sus protagonistas el sentido de su ser y de su hacer. La sinceridad y la claridad de sus respuestas contribuirán a conocer y a valorar más si cabe la vida consagrada, cuya permanencia y continuidad es vital para la vida y la misión de la Iglesia y, en muchos casos, de ciertos sectores sociales.

Para acabar, solo me queda agradecer las palabras del cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo franciscano emérito de Sevilla, en el prólogo, y las de monseñor Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de Zaragoza, presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada y miembro de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, en el epílogo. El cardenal Amigo ha sido fraile antes que arzobispo y purpurado, y por tanto conoce bien la vida consagrada por dentro. Don Vicente no es religioso, pero

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siempre ha mostrado un especial afecto por la vida consagrada. Desde su ministerio episcopal, ambos han animado e impulsado la vida consagrada en las diócesis de Tánger y Sevilla, el primero, y en las de Osma-Soria, Santander y Zaragoza, el segundo, lo que les ha llevado a conocer y promover diferentes carismas e institutos religiosos. Sin duda, su testimonio y reflexión enriquece y realza las páginas de este libro.

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LUIS E. LARRA LOMAS Madrid, 1 de enero de 2015

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Índice

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Prólogo. Testimoniar la misericordia de Dios.................

Card. Carlos Amigo Vallejo

Presentación. Gratitud, pasión y esperanza ................... 11 Luis E. Larra Lomas

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Juan José Aguirre ......................................................... 17 Obispo comboniano La vida consagrada debe vivir como Jesús, austeramente, para dedicar más tiempo y energía a los pobres.

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Dolores Aleixandre........................................................ 39 Religiosa del Sagrado Corazón La vida consagrada está llamada a ser en medio del mundo un signo tan pobre como el del pesebre o la tumba vacía.

Mercedes Arbesú ........................................................... 60 Misionera de María Mediadora La vida consagrada debería echar a andar sin dudas, dar un paso adelante sin mirar al pasado, atreverse con lo que viene.

Joxe Mª Arregi ............................................................... 75 Franciscano Nuestro lugar es el codo a codo con la gente, su vida diaria, y ser ahí anuncio gozoso de Jesús.

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Pilar Avellaneda Ruiz .................................................... 98 Congregación Cisterciense de San Bernardo Nos alegra una vida consagrada que mira al mundo no como una amenaza, sino como su propio claustro.

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Nuria Calduch-Benages ................................................ 128 Misionera Hija de la Sagrada Familia de Nazaret La vida consagrada es una bocanada de aire fresco, un grito de libertad, un abrazo misericordioso al mundo.

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Luis Ángel de las Heras................................................. 148 Misionero claretiano La belleza de la consagración religiosa está en el impulso que el encuentro con Jesús va marcando a través de la vida.

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Jesús Etayo ..................................................................... 166 Hermano de San Juan de Dios Necesitamos crear un mundo más hospitalario y menos hostil.

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Ángel Fernández Artime ............................................... 203 Salesiano La misión de la vida consagrada consiste en vivir la vocación con una alegría profunda para ser capaces de despertar al mundo.

Julia García Monge ........................................................ 220 Calasancia La búsqueda de Dios permite mirar el futuro con esperanza y abre a la novedad que el Espíritu nos regala.

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José Cristo Rey García Paredes .................................... 240 Misionero claretiano La vida consagrada permanece en medio de admirables transformaciones y a pesar de algunas horribles deformaciones.

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Pilar Germán.................................................................. 262 Cisterciense La vida consagrada tiene valores que no son moneda corriente, y sin embargo no podemos renunciar a ellos.

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Prado González ............................................................. 302 Agustina del Monasterio de la Conversión La vida consagrada es una humilde diaconía a los pies de Dios y del hombre, un servicio hecho adoración y ofrenda.

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Miguel Márquez ............................................................. 337 Carmelita descalzo La vida consagrada tiene mucho que inaugurar desposeída de sí misma.

Felicísimo Martínez ....................................................... 365 Dominico La vida consagrada vive una crisis de sentido por haber perdido la dimensión teologal.

Fernando Millán ............................................................ 388 Carmelita La vida consagrada no puede sino imitar al Maestro y estar donde se juega lo humano.

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Patricia Noya.................................................................. 423 Carmelita descalza Las vocaciones son para el Reino, no para nosotros. Hemos venido a la vida consagrada a dar la vida, no a sobrevivir.

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Rosaura Rodrigo ............................................................ 452 Hermanita de Jesús Solo seremos creíbles si, viviendo el Evangelio, contagiamos esperanza, paz, sentido y ternura.

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Elías Royón .................................................................... 480 Jesuita Desde la sabiduría de la cruz, la vida consagrada entenderá la llamada del Espíritu a nacer de nuevo.

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Hermanas Clarisas ......................................................... 506 Salvatierra (Álava) Nuestra estabilidad y clausura no hablan de parálisis y vidas trasnochadas, sino de vidas enraizadas en lo esencial.

Josep Mª Soler................................................................ 532 Benedictino La interpelación que supone la vida consagrada por sí misma es un reto a muchos falsos valores de nuestra sociedad.

Monjas trinitarias........................................................... 547 Suesa (Cantabria) La vida consagrada es gozosa cuando se confía en la utopía o en la eternidad del momento presente.

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Emili Turú ...................................................................... 570 Hermano Marista La vida consagrada no pertenece a la estructura jerárquica de la Iglesia, y por eso no se sitúa en el centro, sino en la periferia.

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Epílogo. Bendición de Dios para la Iglesia y la sociedad .... 592 Mons. Vicente Jiménez Zamora

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