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La Santa que vio, amó y sirvió a Dios en los Pobres

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Prólogo

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l tema Madre Teresa es de los que más nos llenan el alma.

A un primer encuentro, entre casual y curioso, no han dejado de seguir muchos otros, frecuentes e intensos –¡inolvidables, más bien!– y en profundidad con ella.

Una clase de contactos –¡inolvidables!, intensos y frecuentes, repítese!– sólo en poquísimas ocasiones hechos de proximidad física.

De las escasas circunstancias en que esa vecindad física con una Santa Madre Teresa fue posible y las muchas más en que el roce espiritual y humano con Ella fue –porque no podía haber sido más inolvidable e intenso sin poderlo decir cuantificable y mensurable en tiempo, me han quedado grabados de ella cada detalle, cada palabra, cada uno de los gestos más mínimos que no han dejado de sobrevivir en el recuerdo y en las profundidades del corazón.

Detalles y gestos tan densos, por otra parte, de contenido espiritual y también humano! humano.

Confieso que nunca he querido ver en Madre Teresa a un mito. No necesita ella serlo, para cobrar su verdadera grandeza. Una grandeza que es, a fin de cuentas y en primer lugar, la de su desarmante sencillez.

Uno lleva siempre a cuestas al escritor / periodista.

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Aquel primer encuentro, a medias entre casual y curioso, fue el de un periodista / escritor con un tema.

Quizá por eso fuera también, en origen, un contacto superficial. Todos los demás, y cada vez más, fueron (y son ya) los encuentros de un cristiano tibio que recupera la mala conciencia de su tibieza cada vez que tiene la suerte, que mejor se llama gracia, de acercarse a ese zarzal ardiente de cristianismo de 24 quilates que es Madre Teresa. El escritor / periodista se queda, en tales casos, muy en segundo plano, pero no anulado por completo: nunca se puede anular del todo lo que se es vocacionalmente.

Uno ve y observa, se deja impresionar y un poco arrastrar, en función de sí mismo.

En un segundo momento, experimenta el deseo de compartir con otros lo que ha visto y vivido: aquello mismo que ha logrado desentumecer su propia tibieza interior.

A meses y años, cuando todo ha sedimentado, cuando el profundo shock del espíritu se ha remansado, uno da vida, bajo forma escrita, a tales recuerdos con voluntad testimonial.

Lo que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros (1Juan 1,3).

El evangelista se muestra convencido aquí sobre la mayor credibilidad de los testimonios de primera mano.

En este libro uno habla, sobre todo, de lo que ha podido observar y oír: observar con los ojos del cuerpo y del alma; oír en atenta escucha, con los tímpanos del oído y las fibras del corazón.

Sé que este libro se añade a una bibliografía abundante, que conozco y a la que yo mismo he contribuido, sobre Madre Teresa y su obra. No tendría justificación publicar, sobre Madre Teresa, libros que repitiesen otros ya conocidos y de indiscutible valor. (Me refiero, en primer lugar,

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a los de Malcolm Muggeridge y Desmond Doig antes que a la biografía que yo mismo he escrito y que ha tenido numerosas ediciones aunque menos, por ahí, que la «pionera» de Muggeridge, en español, inglés, francés, alemán, italiano, portugués y catalán).

Este libro se diferencia notablemente de los demás, aunque una parte mínima de las anécdotas que contiene puedan resultar conocidas para algunos de sus posibles lectores.

La mayoría de ellas, desde luego, son completamente inéditas.

Alguien pudiera mostrarse sorprendido por esa apariencia, en algún caso, de indiscreción.

Cuantos conocemos de cerca a Madre Teresa guardamos para la íntima discreción de nuestros corazones las anécdotas más personales y las impresiones más profundas.

Este libro ha brotado de un sincero y casi filial amor por Madre Teresa, de un intenso deseo de dar a conocer su obra. A sabiendas de que, en esto, contravengo su deseo de que no se escriba sobre ella. Tampoco Jesús quería que el leproso, curado por él, se lo contase a nadie (Lucas 1,44).

Quisiera disipar una posible impresión: la de reducir la vida de Madre Teresa a la categoría de anécdota.

El recurso a esta forma narrativa es estrictamente funcional, por mayor amenidad de lectura.

Para los lectores –si alguno pudiera haber– incapaces de descubrirlo por sí mismos, dejo constancia de mi propósito: aspiro a que todos logren captar (yo, el primero) la profundidad de una fe y de un amor de obras bajo la ágil amabilidad de unas anécdotas.

Por lo demás, y para que nadie se quede en la simple anécdota, el libro contiene una parte menos cuantitativamente vistosa y más sinceramente profunda: esos pensamientos llenos de autenticidad vivida, con el calor

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y la firma de Madre Teresa, que siguen a cada anécdota.

Son todos sencillos y profundos.

Todos son, al menos en apariencia, fáciles de comprender.

Algunos parecen reiterativos de otros: pero cuando las cosas se viven antes de decirlas como ocurre con Madre Teresa, nada es repetido sino que todo, hasta lo aparentemente repetido, es original y novedoso.

Cada uno de tales pensamientos de Madre Teresa tiene elocuencia y fuerza autónoma.

Pero en su distribución se ha buscado, para la mayoría de ellos, la posible afinidad con la anécdota que lo precede, sin cambiar palabra ni sílaba alguna de ninguno de ellos.

De esta forma, sin perder su elocuencia original e intrínseca, llegan a cobrar, a través de su posición, una accidental eficacia corroborante.

En el penúltimo capítulo de este libro, el lector hallará expresada más claramente que en otros mi angustia de autor por la incapacidad de reflejar con adecuación lo formalmente constitutivo del espíritu y vida de las Misioneras (y Hermanos Misioneros) de la Caridad.

De ahí el recurso al largo y expresivo testimonio, como apéndice, del hombre –el jesuita maltés padre Paul Chetcuti– que ha escrito, tras experimentar de cerca y personalmente, las cosas más vibrantes y posiblemente fieles acerca de esa vida y de ese espíritu.

Estoy firmemente convencido de que las vocaciones auténticas vienen de Dios. Pero Dios se sirve de medios a veces bien sencillos para ayudar al sujeto a descubrir su propia vocación.

Sé que, independientemente de mi incapacidad e inadecuación, Dios puede servirse de este libro (como se ha servido de otros) para despertar en algunas personas que lo lean un destello o quizá un deseo íntimo y profundo de incorporación a las Misioneras (o Hermanos Misioneros) de la Caridad.

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Esta perspectiva de inmerecida instrumentalidad acrecienta mayormente esa voluntad de reflejar cumplidamente un espíritu y una vida de casi imposible captación y traducción por escrito.

En los últimos días del verano de 1981 tuve la oportunidad de visitar a un par de aspirantes españolas en la casa-aspirantado para Europa de las Misioneras de la Caridad.

Ambas me habían hablado, con serena convicción y con interior aceptación de los hechos, de la profunda diferencia que advertían ellas entre las veleidades y sueños, por una parte, y la realidad, por otra.

La veleidad y el sueño arrancan a veces (o pueden arrancar) de la atracción del exótico sari y hasta del deseo muy sincero de generosa entrega al servicio de los Pobres.

La realidad es una vida marcada por el exigente rigor de una obediencia y de un desprendimiento de sí mismas que están presentes en todos los momentos y en cada detalle. Y es el hecho básico de que antes de (o como condición indispensable para) el servicio –gratuito, de por vida, generoso– a los Pobres más pobres, está la consagración transformante a Dios.

En otras palabras: la consagración total a Dios es lo esencial y constitutivo; el servicio amoroso a los Pobres es la consecuencia. ¿Que esto es poner las cosas difíciles a las posibles candidato? Más bien es intentar exponerlas como son.

Las dos aspirantes españolas coincidían –desde la gozosa aceptación de la realidad– sobre lo esencialmente constitutivo de la consagración a Dios con anterioridad al propio servicio de los Pobres. Me pareció que tenían bien asimilado algo que Madre Teresa repetía a menudo: la primacía de la vida de consagración sobre el trabajo. Les hablaba de que la consagración a Dios es el fin. Y de que el trabajo, el servicio a los Pobres más pobres, es solo un medio.

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Si una cosa se capta con transparencia en la conducta de las Hermanas respecto a las candidatas a Misioneras de la Caridad es una claridad «desmitificante», situada en las antípodas de cualquier proselitismo más o menos al uso.

A las jóvenes que desean experimentar su vida –y son muchas– no les conceden exención alguna en sus horarios rigurosos ni en sus prolongados espacios de oración contemplativa. Tampoco, en la dureza del trabajo. Pero, aun siendo duro, el trabajo es para todas lo más llevadero y fácil de aceptar.

Si ocurre que, a pesar del rigor de la prueba, algunas de tales jóvenes siguen manteniendo el interés por la congregación, no es infrecuente que se oigan decir que en el aspirantado y en el postulantado y en el noviciado y... después, la vida será todavía más difícil.

A pesar de lo cual, hay respuestas conmovedoramente alegres. No es fácil ver personas más alegres que un grupo de aspirantes a Misioneras de la Caridad en uno de sus escasos momentos de esparcimiento. La claridad hacia las candidatas, especialmente por parte de las responsables de la aceptación y formación, tropieza a veces con un momento de manifestación incómoda: cuando –ocurre a menudo– tienen que disuadir a candidatas que, a su juicio, no reúnen las condiciones para una vida nada fácil.

El lector comprenderá por todo esto mi deseo, si no ya mi escrúpulo, por reflejar con la mayor adecuación posible el espíritu y la vida de las Misioneras de la Caridad, a sabiendas de que, pese a todo esfuerzo por hacerlo honestamente, la vida y el espíritu de las Hermanas son... otra cosa.

Se lo había oído confesar a la Madre Celine, responsable del aspirantado de las Misioneras de la Caridad para Europa: que a menudo tenía que decir a más de una joven que llega tras haber leído libros como el de Malcolm Muggeridge (por otra parte, quizá el que mayormente ha

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contribuido, junto con otros uno incluido, a la expansión vocacional de la congregación de las Misioneras: «Bueno, ahora olvídate de lo que has leído en los libros y ponte a vivirlo...».

A lo mejor también este libro, u otros que otros hemos escrito, necesitan que se los olvide una vez leídos. Que cada uno vivamos ese algo que su lectura pueda sugerir y que corresponde al deseo más íntimo de quien ha tenido el placer, tan inmerecido como agradable, de escribirlos.

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Índice

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Prólogo ............................................................................7

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El suicida se arrepiente..............................................15 «Solo tú haces esto» ..................................................17 Los Pobres van al cielo ..............................................18 Desde el fondo del corazón .......................................18 La diosa Kalí en persona ...........................................20 6.495 esterlinas .........................................................21 Un cheque de mil dólares .........................................23 El Nobel con antelación............................................25 La «fiesta» del Nobel .................................................28 «Madre Sonrisa» .......................................................30 Un rostro lleno de ternura ........................................32 «Usted no debería votar...» .......................................33 Proyectos turísticos incumplidos ...............................36 La Madre Teresa y san Francisco de Asís ..................38 Carta de unos niños austríacos .................................40 Regalos de primera comunión...................................41 El evangelio vivo .......................................................42 El secreto de la felicidad............................................42 Un corazón herido ....................................................43 Regalo de bodas para la Madre Teresa ......................45 Récord de dos mil doscientos veintidós marcos........46 El beso del limpiabotas ..............................................47 La primera postal de su vida .....................................47 Generosidad de una joven brasileña .........................48 Sin problemas de dinero............................................49 La limosna del mendigo ............................................50

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La colaboración de los niños .....................................50 Amor sin fronteras ....................................................52 Anécdotas vividas ......................................................54 El coordinador protestante .......................................56 «Lo hermoso es el sari» .............................................57 Una madre para el huerfanito ...................................58 No dinero sino tierra .................................................59 Gracias, Madre Teresa ...............................................60 Las manos sucias de la Hermana Agnes ...................61 Una diadema de oro de los Pobres ............................62 Joyas para la Madre Teresa ........................................62 El cumpleaños de la abuelita.....................................63 La Madre Teresa y Dom Hélder Cámara ..................64 Pobreza y hambre en la India ....................................66 «Mi trabajo es más fácil» ...........................................67 Tres días con la Madre ..............................................68 Una maravilla de Dios ..............................................69 El retrato de la Madre ...............................................70 Doscientos dólares ....................................................73 «¡Especular no!»........................................................74 Purtroppo! (¡Por desgracia!) ......................................77 El atasco y la lluvia ....................................................81 Un avión para ella .....................................................83 Puntual... impuntualidad ..........................................87 «Descanse, coma...» ..................................................88 Doce horas de retraso ...............................................91 La religiosa y el policía ..............................................96 «Apego» al dinero .....................................................99 Jimmy Carter y la Madre Teresa..............................100 Cita en las afueras ...................................................102 La Madre Teresa India ............................................108 Dos reinas y una monja ...........................................110 Un padrenuestro en TVE........................................112

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La nevera de los Pobres ...........................................113 ¿Discoteca, pub? ¡Comedor! ...................................117 Por qué los Pobres son... pobres ..............................120 Por amor a los Pobres ..............................................124 Récord de besos españoles ......................................126 La ayuda de los Jesuitas ...........................................129 Tres veces humana ..................................................135 Cita a cada instante con la Muerte .........................137 La Madre Teresa y el fisco italiano ..........................140 «Doctorado» en Cirugía ..........................................143 La Madre Teresa agradece.......................................146 ¿Es que es aburrida la virtud? ..................................150 Mujer más admirada 1981 ......................................151 Dos obispos se disputan cuatro monjas...................153 A la mesa en París con los Hermanos Misioneros .................................159 «El mérito es suyo...»...............................................165 Dos anécdotas coreanas ..........................................168 La señora Patterson recuerda... ...............................172 Algo más que anécdota ...........................................176

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Opción por los Pobres más pobres ..............................179 El infierno humano de Calcuta ...............................179 La enfermedad es el fin ...........................................181 El significado profundo de la pobreza: vacío del hombre ....................................................183 Al servicio de Dios en el hombre ............................184 Por sus frutos... ........................................................186 Fe absoluta en Dios .................................................187 La Eucaristía como centro de su obra .....................188 ¿Es eficaz el trabajo de la Madre Teresa? ................190 La opción por los más humildes ..............................193 La Madre Teresa, profeta de nuestro tiempo ..........196

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