
1 minute read
CAPÍTULO 1
Ocho Chicas
Muy Afortunadas
Advertisement
Hay niños con más suerte que otros.
Algunos tienen tanta suerte que uno no puede evitar sentir envidia y preguntarse: ¿por qué este tipo de cosas no pueden pasarme a mí?
Nuestras ocho protagonistas...
... tuvieron ese tipo de suerte. Y si bien son muchos los que ahora se cambiarían por ellas, seguro que nadie envidiaría la forma en que empezaron.
Las ocho vivían juntas en un diminuto orfanato, en una de las zonas menos agraciadas de la ciudad.
Habrá algunos lectores aquí con unos padres tan estrictos, pesados y regañones, que tal vez piensen que eso de ser huérfano en realidad no suena tan mal. Pero seguro que cuando se acerca el momento de ir a dormir, todos y cada uno de ellos admitirán que por pesado que sea soportar a los padres, saber que habrá alguien para darte un beso de buenas noches resulta muy tranquilizador, y ya solo por eso casi compensa el esfuerzo de aguantarlos. Nuestras protagonistas no tenían esa opción.
En cuanto la directora de su orfanato apagaba las luces y las ocho se quedaban a oscuras bajo las sábanas, sabían que nadie se acercaría a ellas con un gesto cariñoso que las ayudara a olvidar, aunque fuera solo por unos instantes, lo oscuro que parecía también su futuro. Y pese a eso, nunca se mostraban tristes.