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PINCELADAS El herpes ocular

~ Pinceladas ~

Por Ana Sola Loja

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� hр pс oc� � Un virus es un trozo de ácido nucleico rodeado de malas noticias. Peter Brian Medawar (médico, investigador e inmunólogo)

Te juro mi querida Ana, me dice el herpes, que estoy asombrado de que no me odies por el terrible mal que te estoy causando en el ojo izquierdo.

Dices y con toda la razón, que te causo más dolores que un parto, pues éste, entre contracciones, se descansa en algún momento y puedes respirar, pero yo te hago sufrir sin descanso, sin darte la menor tregua para rehacerte.

Parir es traer al mundo un hijo que es lo màs grande, sin embargo, yo soy completamente infructuoso. Dolores por “el placer” de provocarte sufrimientos horribles, pinchazos, escozor, especie de descargas eléctricas, infl amación, rojez, falta de visión, calambrazos insoportables y tal infl amación, que a penas puedes abrir el ojo.

A todo esto, añade profusión de lágrimas y drenaje constante por un lado de la nariz. Sequedad de boca que los labios pierden sus pieles y encima estás afónica. Es un estado horriblemente deprimente. Todo junto trae como consecuencia nauseas, inapetencia y pérdida de energía vital hasta para poder andar.

Pero lo que más me asombra de tí, Ana, es que no me maldigas o me odies, que no me apliques los peores adjetivos de la lengua española y que pienses en mi, que ni sabes como soy, como en” un ser” más de la creación que hace lo que sabe hacer y no lo hace por dañarte, no, sino simplemente porque obra así sin tener conciencia ni el propósito de que sufras.

Hago simplemente lo que sé hacer sin otro fi n, y mas nada. Aunque yo no sea un ser consciente, siento no sé ni donde ni cómo, que tu comprensión y tu actitud positiva, me hacen un enorme bien, y si tengo el más mínimo átomo de corazón, con él te lo agradezco infi nitamente.

¡Créeme Ana! Soy simplemente un virus.

El amor amansa a las fi eras, decís en vuestra lengua con un gran sentido.

Gracias Ana por no odiarme ni maldecirme, por tratarme con serenidad e infi nita paciencia, y sobre todo por darte cuenta de que esta es mi misión en el planeta. Misión que yo no sé por qué me han elegido para desempeñarla.

Nada ocurre al azar; todo tiene un porqué y un para qué, y es indispensable para soportarlo LA ACEPTACIÓN que por tu parte estás teniendo.

Por eso repetimos en tantas ocasiones que a Dios no se le entiende, porque queremos hacerlo con la mente, que además de no ser la adecuada para tal fi n, es poco menos que un nido de grillos que todo lo enreda.

La mente es: La loca de la casa que decía con razón Teresa de Jesús, la santa de Ávila.

Pero gracias a Dios y a las expertas y sabias manos del Dr. Pérez Galindo, tu ojo ya disfruta de bienestar y salud y tratando de olvidar la pasada racha que has sufrido estoicamente sólo por mi culpa. Te ruego que me perdones.

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