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Xàbia: Calidad de Vida, Vicente Catalá Bover ¿Es posible ver Argelia desde el Cabo de La Nao?,

Xàbia: Calidad de Vida

Vicente Catalá Bover (junio 2019)

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| Jávea un paraíso escondido. Ramón Llidó

En estas líneas quiero reflexionar sobre las circunstancias concurrentes en la ya consolidada frase: “En Xàbia hay calidad de vida”, cuando se quiere expresar que en esta villa se vive bien o “de maravilla”. Pretendo dar una pincelada de información, dirigida a todos y particularmente a las generaciones jóvenes que no han vivido los pedacitos de historia local que voy a contar, y concretamente de la actuación y comportamiento político de unos representantes del pueblo, que formando parte del gobierno del municipio, allá por los años 50-60 del siglo pasado, supieron y tuvieron el acierto de afrontar con éxito, soluciones urbanísticas a la nueva estructura económica del turismo que se avecinaba. Analizando la palabra calidad, que es la idea objeto de la presente colaboración, hay que observar que dicho término es el conjunto de cualidades o condiciones en que se desarrolla la vida de una persona. Estas definición y otras las encuentro en los diccionarios de mi uso, pues tengo que decir que soy de la generación cultural del papel, y no de la generación informática de Internet. Calidad de vida es una idea que tiene su aplicación al ser vivo, ya que hace alusión al carácter, a la nobleza, a la superioridad, a la consideración social, etc…, del individuo. Es decir, un concepto referido a la riqueza, naturaleza, y bienestar en que se desarrolla la vida de una persona. Equivale a decir que son las condiciones en que vive una persona, y que hacen que su vida sea placentera. En este caso, la calidad de vida, que es un atributo inmaterial, pasa o se traslada de la persona a una cosa o lugar, que a su vez transmite placer y bienestar a esa persona. Para hablar de la calidad de vida de este pueblo, tengo que hacerlo acompañado de la mano y de las palabras del insigne y preclaro hijo del mismo, Ramón Llidó Vicente. Hace medio siglo, de la pluma de éste escritor e historiador Ramón Llidó, su pueblo, Xàbia, era “un paraíso escondido” en su documentada e inspirada obra Jávea, un paraíso escondido. Con la llegada del turismo, Xàbia se convirtió en “Amanecer de España”, eslogan que figuraba en forma de pegatina en el cristal trasero de los coches, cuyos conductores lo lucían con admiración, y ahora en pleno siglo XXI, Xàbia ha llegado a ser “Calidad de vida”. Tres adjetivos: paraíso, amanecer y calidad, que han calificado a esta villa con una notable puntuación.

| Jávea años 60 restos castillo Sant Martin

En los años 50-60, tras la elaboración de los Planes de Estabilización Económica del gobierno, para el funcionamiento y recuperación del país, como consecuencia de la guerra civil de 1936-39, empezó a vislumbrarse la llegada e inicio del desconocido fenómeno turístico. Xàbia culminaba una etapa de su desarrollo económico para adentrarse en otra actividad e industria desconocida. Primero fue el cultivo de secano (algarrobo, vid y pasa), luego llegó el regadío (naranjos), y la tercera y novedosa dimensión a desarrollar fue la construcción (el ladrillo), en su enfoque dirigido a la explotación y demanda de los turistas y visitantes. Tres actividades de la tierra, bañadas por el Mediterráneo que aportaba el soporte económico para los marineros. En definitiva, cuatro pilares de la economía: secano, regadío, construcción y pesca en el transcurso de dos siglos. Ramón Llidó, en 1964 escribió el libro JAVEA, en edición numerada de bibliófilos, ilustrado con aguafuertes de Andrés Lambert y cuatro años después, amplió dicha obra escribiendo Jávea un paraíso escondido. En el primero, situó y definió acertadamente a esta villa en sus aspectos urbanos, paisajísticos y arquitectónicos, describiendo la intimidad y tranquilidad de las angostas calles del casco antiguo, el abrazo de los cuatro cabos, San Antonio, San Martin, Negro y La Nao, a la fisonomía rocosa de los acantilados, calas y playas del litoral, así como las creaciones artísticas y consiguientemente arquitectónicas de las nayas y riu-raus, modelos de descanso y trabajo.

| Javea. Texto literario Ramón Llidó

No me resisto a transcribir unas líneas del libro de Ramón Llidó, debido a la claridad y cariño con que describe algunas piezas del terreno, de carácter arquitectónico. Veamos, lo que dice: “No cabe duda que las casas urbanas y rurales de la villa conjuntan estas dos concepciones arquitectónicas (nivel artístico y estético)…”la arquitectura varía según las épocas y regiones y que los elementos arquitectónicos de un pueblo contribuyen a la matización artística del paisaje…·”no hay que olvidar que la savia helénica y romana que corre por estas costas y que el gótico ojival de la iglesia y d los arcos de las “nayas” y de las “riu-raus” no han nacido por generación espontánea… “El término municipal de la villa está salpicado de un inmenso caserío que recoge durante la estación estival el éxodo total de los javienses del casco de la población. Se instalan en casas campesinas, las cuales en una inmensa mayoría, están dotadas de cuatro elementos arquitectónicos fundamentales: 1º. La “naya”…2º. “La habitación vivienda”. 3º. “Un patio o corral abierto”… y 4º “Una cuadra para las caballerías y población avícola…”. “La “naya” o galería abierta, ocupa el sitio central de la vida, donde se come, se trabaja y se divierten los jóvenes. Es el elemento más característico y el más importante de la arquitectura rústico local. Después de estas matizaciones de Ramón Llidó, retomo la narración. La calidad de vida de Xàbia, en mi modesta opinión, tiene su significación, expresión y apoyo en dos puntales básicos: el plan urbanístico municipal implantado en esos años 50-60, y la belleza del marco paisajístico y pintoresco envolvente del término. Voy a situarme en esa década y tratar de recrear la situación y la gestión urbanística del ayuntamiento. Al acabar la guerra civil, el gobierno de Franco, aprobó la Ley de Bases de Régimen Local de 1945 para el control, funcionamiento y desenvolvimiento de los municipios. La composición de estas entidades locales y sus competencias venían determinadas en dicha ley. Los concejales debían ser designados por terceras partes de los vecinos empadronados, del siguiente modo: 1). Por elección entre los vecinos cabeza de familia (tercio familiar). 2). Por elección de los órganos sindicales del municipio (tercio sindical) y 3). Por elección entre las entidades económicas, culturales y profesionales (tercio corporativo). Los alcaldes eran nombrados por el gobernador civil de la provincia. Éste marco político, en el que no había intereses contrapuestos en el consistorio, por la inexistencia de partidos políticos, duró hasta la muerte de Franco en 1975. La Constitución de 1978 estableció la elección de los ayuntamientos por sufragio universal entre las candidaturas presentadas por los partidos. Por lo que se refiere al conjunto nacional y local las pri-

meras elecciones municipales se celebraron en 1979. En esta población tuvieron lugar el 3 de abril de 1979 y el profesor e historiador Francisco Reus, ha escrito sobre estos acontecimientos políticos un documentado libro Les eleccións municipals a Xàbia (1979-2012) donde argumenta sobre la composición y finalidad de los distinto candidatos de los partidos a las primeras elecciones democráticas, haciéndolo con lealtad política, no dando (como dice él) opiniones personales sobre los políticos protagonistas, sino basadas en los comentarios de prensa. En la mencionada década, del régimen del Caudillo, el ayuntamiento de Xàbia, percibiendo la recuperación del país y la evolución favorable de la economía, elaboró un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), es decir, el documento normativo de clasificación y calificación del suelo, a efectos de su aprovechamiento. Los planes urbanísticos municipales en los tiempos actuales, para la ordenación del territorio, están proyectados y elaborados por el correspondiente equipo técnico de cualificados arquitectos urbanistas, topógrafos y funcionarios municipales especializados, basados en una compleja legislación urbanística, cuya terminología técnica no es de fácil comprensión e interpretación por el ciudadano medio. Por ello, y por esta ocasión voy a prescindir del contenido técnico y farragoso de los mismos, y centrarme en la cuestión de comentar el impacto popular que tuvo el plan concebido y desarrollado por el consistorio municipal en los 50-60.

| Puerto de Xàbia años 1955-1960

Mi primera intención al escribir sobre esta cuestión, para mayor enriquecimiento, era solicitar del recién creado archivo municipal, datos obrantes en los fondos documentales del mismo. En el escrito solicitando la consulta de documentos, manifesté entre otras cosas: “gracias a la visión de futuro de aquellos regidores…trato de rendir un homenaje a aquellos políticos que evitaron la masificación de edificios como ha ocurrido en otros lugares de la Marina…” Pero he cambiado de idea y he pensado en enfocar esta colaboración desde un punto de vista más coloquial, y desenfadado, prescindiendo de la aportación de informes y memorias técnicas que cansan al lector. Mi idea al escribir estas líneas ha sido la de darle un carácter más anecdótico e informal que técnico. No renuncio a investigar sobre el plan, para desarrollarlo en una próxima ocasión. Siguiendo con el hilo de la narración, la promulgación del nuevo plan de ordenación urbana trajo consigo información y noticias vagas, difusas, y nada claras. Hay que tener en cuenta que en esa época los medios de comunicación locales y generales eran muy exiguos, e inferiores a lo que disponemos en el siglo actual. No se conocían los bufetes de abogados urbanistas, no había asesores ni consejeros para orientar. El turismo se identificó, concibió y materializo con la construcción de viviendas en las playas o lugares cercanos a las mismas. Estas unidades de vivienda para descanso y uso como segunda residencia, en un principio eran de modestas dimensiones. Fenómeno social parecido con el lanzamiento del Seat 600. Pequeño, pero satisfacía los gustos de la familia. El novedoso plan de urbanismo aprobado por la Corporación municipal, del que estamos hablando, clasificó el término en varias zonas, aplicando a cada una, según su situación, unos parámetros especiales para la edificación. Esas bases obedecían a limitaciones en cuanto al volumen y altura de los edificios. El hecho cierto es que el nuevo plan se recibió con frialdad y desconfianza por parte del sector afectado. Se sabía que en Benidorm el aprovechamiento del suelo era más intensivo y generoso que en Xàbia, y que en las playas estaban proliferando los edificios de gran altura, y la construcción de hoteles de categoría para la absorción turística, mientras que aquí las restricciones de la nueva normativa no colmaban las aspiraciones de propietarios y especuladores. Por ello, una nube de pesimismo y desengaño empañó los ánimos del ramo inmobiliario. Todo el mundo veía en el modesto Benidorm el modelo perfecto de crecimiento, con la construcción de rascacielos que daban al pueblo categoría, y atractivo de masas para el ocio y diversión. El modelo de Xàbia era menos espectacular y más conservador, pero, eso sí, con un marco paisajístico de gran belleza. La reacción de los afectados (propietarios) por un plan que no era de su agrado económico, hizo que se movilizaran en un discreto nivel optimista y celebraran contactos a fin de obtener asesoramiento para for-

mular alegaciones. Los descontentos eran fundamentalmente los oriundos del lugar y los forasteros de Valencia, Carcagente, Alcoy, Requena…etc. que poseían terrenos susceptibles de edificación en zonas estratégicas, mostraron su deseo de oponerse al plan. Los encuentros y tertulias, de carácter informal tuvieron comienzo en el bar del Pósito de pescadores, en torno a partidas de dominó y cafés, servidos por el paciente Joaquín Barber. Mi padre, conocía a todos y también acudía como un interesado más. En esos años, yo había iniciado la carrera de Derecho en Valencia, y mi padre, sobrevalorándome, se ofreció para que como “abogado en ciernes”, pudiera realizar gestiones para la contratación de algún abogado para una mayor compresión, y posibles alegaciones a la nueva normativa. Este plan de Ordenación urbana, preocupaba porque cercenaba mucho las esperanzas de obtener un buen rendimiento económico. Me encargaron buscar algún afamado abogado de Valencia, especialista en administración, para que iniciara en primer lugar el trámite de alegaciones. Yo, estudiante primerizo de la facultad no conocía a ningún letrado de categoría o “primer espada”, y pensé que lo mejor sería encargarle el asunto al catedrático de derecho administrativo, D. Juan Galváñ Escutia, hombre de sabiduría indiscutible. Le pedí audiencia en su despacho profesional, y le transmití el encargo que me habían confiado. Aceptó la defensa de los intereses de estos afectados, y me hizo una lista de los datos imprescindibles para iniciar las gestiones ante el Consistorio. El hecho cierto es que los trámites administrativos municipales se complicaron, se demoraron, y cundió la apatía y la desmoralización en el grupo opositor y acabaron desistiendo de la defensa jurídica y de actuar unidos. El ayuntamiento acabó aprobando lo que había acordado, salvo las excepciones que fueron aceptadas. El suelo del término municipal se calificó de tal manera que evitó el levantamiento de monstruos de torres de apartamentos y rascacielos, con la consiguiente masificación humana, y aire de ciudad. Solamente, y son una excepción al plan restrictivo de alturas las tres torres que se construyeron sin las limitaciones de las que estamos hablando, desconociendo las razones de su licencia. Son la Torre del Puerto, en el acceso al mismo puerto, la Torre del Montañar, en el primer Montañar y la Torre del Castillo, construido sobre los restos del antiguo castillo de San Martín, en el siglo XV por el rey Alfonso V de Aragón. Como dato curioso los cañones que defendían dicha fortaleza son los que están situados en el exterior de la iglesia de San Bartolomé. Estas torres son el testimonio histórico-urbanístico que desentona del resto de las edificaciones del “paraíso escondido”. Para finalizar no alcanzo a adivinar el grado de calidad que adquirirá Xàbia dentro de unas generaciones. ¿Será “Xàbia, calidad de cielo”? •••

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