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Portugal

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Mancomunidades

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Aldeias Históricas de Portugal Viaje a la leyenda

Hechas de granito y esquisto, las aldeas históricas conservan leyendas de conquistas y tradiciones antiguas. Deslumbran sus paisajes, su patrimonio y la simpatía de la gente que las habita.

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Encaramadas a las sierras, se distinguen en la lejanía por las altivas torres de sus castillos medievales. Por eso se encuentran estratégicamente situadas a lo largo de la frontera. Reyes y terratenientes sabían que así podían dormir más tranquilos. Aunque a veces se equivocaban. Moros y cristianos, castellanos y portugueses, todos ellos intentaron tomarlas y, por eso, cada una tiene una historia muy antigua o una leyenda para contar. En la actualidad en ellas reina la paz y las piedras de las calles y de las casas conservan lo más genuino de Portugal: la autenticidad de su pueblo y el orgullo de una historia de 900 años.

Son doce en total y para conocerlas le sugerimos un recorrido que comienza en el único lugar en el que no hay ningún castillo para visitar: Piódão. La aldea se extiende por una ladera escondida en los confines de la Serra do Açor y, tal vez por eso, no necesitó de fortificación. La visita implica una gran caminata, ya que no hay otra forma de recorrer las estrechas calles que serpentean entre las casas de esquisto.

En Linhares da Beira, ya en la Serra da Estrela, destaca el castillo erigido en un altiplano, como atalaya sobre el horizonte. Tampoco debemos perdernos la iglesia principal de origen románico y que guarda tablas atribuidas a Grão Vasco, importante pintor del siglo XVI. El centro histórico de Trancoso se encuentra rodeado por murallas medievales y cuenta con una judería en la que podemos descubrir símbolos hebreos grabados en las piedras de las casas.

PARA NO PERDERSE

• Recorrer las estrechas calles de Piódão y fijarse en las ventanas y puertas azules. • Probar un vuelo en parapente en Linhares da Beira. • Probar las sardinhas doces de Trancoso (postre realizado con almendras, yemas y chocolate). • Admirar las ruinas del castillo, de la antigua Casa da Câmara en Marialva y del

Palacio de Castelo Rodrigo. • Recorrer las murallas de

Almeida en forma de estrella. • Descubrir las caras de Mendo y de Menda en dos casas de Castelo Mendo. • Conocer la historia de

Belmonte en el Museo interactivo. • Descansar en el chafariz de Bica en Castelo Novo y apreciar la arquitectura de la plaza. • Apreciar las distintas fases de construcción de la catedral de Idanha-a-Velha. • Traerse un adufe o una marafona (muñeca de trapo) de Monsanto.

Igreja do Senhor Bom Jesus

Es una ciudad antigua, situada en un emplazamiento con restos arqueológicos desde la Prehistoria. En el s. XII se le concedió fuero por D. Afonso Henriques que la convirtió en villa. En 1298, D. Dinis, queriendo gratificar a su mayordomo-mayor João Afonso, le convirtió en conde, donándole la población en título. En 1385, el Condestable Nuno Álvares Pereira se convirtió en el 7º Conde de Barcelos. Entregaría Barcelos como dote en la boda de la hija Dª. Beatriz con D. Afonso, bastardo del rey D. João I. Entonces comenzó una época de gran desarrollo y dinamismo para Barcelos, patente en la construcción del puente, la muralla, de lo que queda de la Torre de la Porta Nova, del Paço de los Duques y de la Iglesia Matriz. Estos monumentos son los que, hoy en día, constituyen el centro histórico de la ciudad que mantiene un agradable ambiente medieval caracterizado por casas solariegas y casas históricas como el Solar de los Pinheros o la Casa del Condestable. En un paseo por Barcelos no puede faltar una visita al antiguo Largo da Feira, hoy Campo da República, donde se encuentran las Iglesias del s. XVIII del Bom Jesús da Cruz, y de Nuestra Señora del Terço y donde todos los jueves, se realiza la mayor feria de artesanía del país. Si se pierde la feria semanal, visite el Museo da Olaria (alfarería) y el Centro de Artesanía de Barcelos, donde encontrará una excelente perspectiva de la expresión artística miñota. De todas las piezas aquí producidas, el vistoso Galo de Barcelos es el más representativo, sin olvidar las bandas de música y las figuras que representan hábitos y costumbres de la región.

BARCELOS

Artesanía de piedra

Atravesando el antiguo puente sobre el Río Cávado, entramos en una de las ciudades más emblemáticas del arte popular miñoto: Barcelos.

CASTELO RODRIGO

Los caminos de la historia

Desde la cima de una colina, la pequeña aldea de Castelo Rodrigo domina la llanura que se extiende hacia España, al este, hasta el profundo valle del Duero, al norte. Según la tradición, fue fundada por Afonso IX de Leão, para donarla al conde Rodrigo González de Girón, que la repobló y le dio este nombre. Con el Tratado de Alcanices, firmado en 1297 por D. Dinis de Portugal, rey y poeta, pasó a la corona portuguesa.

Castelo Rodrigo conserva las marcas de algunos episodios de disputas territoriales. El primero se dio antes de cumplirse cien años de su integración en Portugal, durante la crisis dinástica de 1383-1385. D.ª Beatriz, hija única de D. Fernando de Portugal estaba casada con el rey de Castilla. Al morir su padre y subir ella al trono, Portugal perdería su independencia a favor de Castilla. Castelo Rodrigo tomó partido por D.ª Beatriz, pero D. João Mestre de Avis, venció a los castellanos en la Batalla de Aljubarrota, en 1385 y por este hecho fue coronado rey de Portugal con el nombre de D. João I. Como represalia por el hecho de que los señores de Castelo Rodrigo tomasen partido por Castilla, el nuevo rey ordenó que el escudo y las armas de Portugal fuesen representadas en posición invertida en su blasón de armas. Más tarde, en el s. XVI, cuando Felipe II de España anexó la Corona Portuguesa, el Gobernador Cristóvão de Mora se hizo defensor de la causa de Castilla, sufriendo la venganza de la población que incendió el enorme palacio el 10 de diciembre de 1640 en cuanto recibió la noticia de la Restauración (producida el 1 de diciembre), quedando de esta historia antigua las ruinas en lo alto del monte, junto al castillo. En otros tiempos, también fue lugar de paso de los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. Cuentan las leyendas que el propio S. Francisco de Asís pernoctó aquí en su peregrinación hacia la tumba del Santo.

De regreso a su quietud, Castelo Rodrigo merece una visita por sus glorias pasadas, por la belleza y limpidez del lugar, por su casa dentro de los muros y, también, por la conmovedora imagen de Santiago Matamoros guardada en la iglesia del Reclamador.

Puerta de la muralla de Castelo Rodrigo. David Pérez

GUARDA

La esencia del enclave

Situada en una de las laderas de la Sierra da Estrela, es la ciudad portuguesa situada a mayor nivel de altitud, a 1056 metros. Este hecho siempre ha provocado que fuese una plaza de guerra por naturaleza desde la prehistoria, idónea para el asentamiento de las poblaciones castrenses y, más tarde, de los romanos.

Reconocido como importante baluarte fronterizo, en 1199 D. Sancho I fundó la ciudad de Guarda, elevándola a sede de obispado con Catedral. Una vez que se construyó el castillo, las murallas fueron reforzadas por D. Afonso II y D. Afonso III, cuyos trozos, integrados en el conjunto de casas, aún son visibles en la Torre Principal, en la Torre dos Ferreiros y en las Puertas da Erva y d´El Rei. Por Guarda han pasado diversas personalidades de la realeza: D. Dinis residió aquí después de su matrimonio en Trancoso, con D. Isabel de Aragão, D. Fernando buscó este clima para curarse de una enfermedad pulmonar y D. Afonso V organizó las Cortes de 1465.

En 1510, el fuero de la ciudad fue modificado por D. Manuel I. Aun en el s. XVI, el obispo D. Nuno de Noronha, empeñado en renovar la vida eclesiástica, dispone la construcción de algunos edificios de gran valor, entre los cuales se destaca el Seminario y el Paço Episcopal, hoy transformado en Museo de Guarda.

Durante el s. XVIII, Guarda refleja modestamente la política regia de ostentación con la reconstrucción de la Iglesia de San Vicente y de la Iglesia da Misericordia. Con el s. XIX se inició un período de transformación para la ciudad. Después de las Invasiones Francesas que desolaron el área fronteriza, Guarda es elevada a la capital de distrito en 1835 y, en 1881, recupera la jurisdicción del efímero obispado de Pinhel y del de Castelo Branco, ambos creados por el Marqués de Pombal. La modernización de las vías de comunicación y la reconstrucción de infraestructuras ayudaron a resolver el problema de aislamiento que amenazaba a esta región y a abrir las puertas al progreso y al desarrollo. Fachada Norte de la Catedral de Guarda

Puerta de la ciudad de Guarda. Cláudio Franco

GUIMARÃES

Escenario del tiempo

La ciudad de Guimarães se considera la cuna de Portugal. Aquí nació Alfonso Henríquez, quien se convertiría en el primer rey de Portugal.

Asociada a la formación e identidad de Portugal, la UNESCO catalogó la zona intramuros del centro histórico de Guimarães como Patrimonio de la Humanidad, gracias a los valores de originalidad y autenticidad utilizados para su recuperación. En la actualidad, la ciudad todavía cuenta con un conjunto patrimonial armonioso y bien cuidado que se puede ver en graciosas barandillas de hierro, balcones y pórticos de granito, casas señoriales, arcos que unen calles estrechas, losas del suelo pulidas por el paso del tiempo, torres y claustros. Por momentos nos sentimos transportados a un escenario medieval, en el que la nobleza construyó sus viviendas, como la casa Mota Prego, el Palacio de Vila Flor, de Toural y tantos otros que aportan a Guimarães una atmósfera única.

Podemos comenzar por el corazón de la parte baja de la ciudad, el Largo da Oliveira, donde se encuentra el Padrón de Salado y la Iglesia y Colegiata de Nuestra Señora de Oliveira, que alberga el valioso Museo Alberto Sampaio. Al pasar los Palacios Municipales, coronados por almenas, la Praça de Santiago recibía a los peregrinos que en la Edad Media se dirigían a Compostela, al igual que hoy en día recibe a los residentes y turistas en sus restaurantes y terrazas. En Rua de Santa Maria, que sirve de unión con la parte alta de la ciudad, se encuentran el Convento de Santa Clara, la Casa del Arco y otras casas nobles.

Subimos por esta calle, o por la Av. Alberto Sampaio, flanqueada por restos de la antigua muralla que sigue en la parte alta de la ciudad, entre el Palacio de los Duques de Bragança y el castillo. Al llegar a lo alto del castillo encontraremos el mencionado palacio, monumento del siglo XV en el que podemos observar la influencia de la arquitectura señorial francesa, el Monumento a Don Alfonso Henríquez, la románica Capilla de San Miguel y, por último, el castillo, que data del siglo X y que está íntimamente relacionado con la fundación de Portugal.

PARA NO PERDERSE

• Conocer el Parque de la Ciudad • Pasear por los diversos recorridos señalizados en el entorno de la ciudad • Visitar Citânia de Briteiros

LOULÉ

Pinceladas del Algarve

La fundación de la ciudad es incierta y lejana en el tiempo, pero existen restos concretos de ocupación romana, de los que el centro de pesca y salazón de pescado del Cerro da Vila en Vilamoura, son el mejor ejemplo y se sabe que, cuando llegaron aquí los árabes, en el año 715, ya existía una aldea importante.

Fue reconquistada por los cristianos en 1249, en el reinado de D. Afonso III, recibiendo Carta de Fuero en 1266. De la Edad Media perdura el Castillo, cuyas torres aún pueden observarse entre las casas, así como algunos trozos de muralla. En 1291, el rey D. Dinis creó una feria en Loulé, convirtiéndola en el centro comercial de la región.

Siendo una población del interior, no se benefició directamente de las riquezas de la Época de los Descubrimientos como otras localidades del litoral, aunque se encuentren detalles decorativos manuelinos en las casas y monumentos que reflejan esta época, como en la Iglesia de São Clemente o en la Iglesia de la Misericórdia. El desarrollo económico derivó de la apuesta en los productos agrícolas, principalmente, en los frutos secos (almendras e higos) y de las producciones artesanales que se mantuvieron durante siglos. Fue elevada a ciudad en 1988.

Actualmente, Loulé es el mayor centro económico de la región, donde las poblaciones costeras viven del turismo y, las del interior, del comercio y de la agricultura. En su perímetro, alberga algunos de los enclaves turísticos más conocidos del Algarve, como Vilamoura o Quarteira en la costa y Salir o Alte en el interior. Muy cerca de la ciudad, los amantes de la naturaleza se sorprenderán con enclaves como Benémola y la Roca da Pena que esconden un Algarve diferente, con vegetación endémica y donde podrán realizar rutas organizadas.

Al fondo, Castillo de Loulé (Museo Municipal de Arqueología de Loulé). Jose A. > El Carnaval de Loulé es uno de los festejos más famosos del país.

REGIÓN CENTRO DE PORTUGAL

Universo de piedra y agua

En el interior, macizos montañosos y aldeas de granito y esquisto. Junto al mar, poblaciones pesqueras y playas cosmopolitas en las que los deportes náuticos marcan el ritmo de los días. Y en todas partes, el patrimonio milenario muestra con orgullo la historia de la región.

Algunos de los lugares que salpican esta región están incluidos en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Es el caso de los Monasterios de Alcobaça y de Batalha, del Convento de Cristo en Tomar y de la Universidad de Coímbra. Pero hay otros con características únicas que merece la pena descubrir. Por ejemplo, las Aldeas Históricas y los castillos que defendieron las fronteras de la nación. Las Aldeas de esquisto y las villas de casas blancas, como Óbidos, un tesoro entre murallas. Y las ciudades, en las que la modernidad se alía a la tradición: Coímbra con los estudiantes, Aveiro entre la ría y el mar, y Viseu, Guarda y Castelo Branco, en las que en la arquitectura de piedra mantiene trazos de un antiguo pasado. jes interminables y lagos glaciares. O las sierras de Lousã, Açor y Caramulo, en las que los senderos pedestres y ciclistas nos ofrecen caminos para descubrir la naturaleza. Pero aquí también podrá practicar la escalada, el rappel, el rafting o el piragüismo, como en el Geoparque Naturtejo, cuidado territorio en el que conviven varias especies de aves y animales.

Las aguas cristalinas que brotan de los manantiales termales equilibran cuerpo y alma. Las playas fluviales enmarcadas por bosques o de mar abierto en el litoral atlántico, son garantía de frescura en los cálidos días de verano. Y también son spots muy conocidos entre los surfistas de todo el mundo, que en Peniche encuentra olas perfectas y, en Nazaré, incluso gigantes. Para reconfortar el estómago hay sabores para todos los paladares. Quesos y embutidos, calderetas de pescado y cochinillo asado, o la miel y la repostería conventual. Los vinos de las regiones demarcadas elevan el espíritu con distinción. Son el producto de los sabores de estas gentes, auténticas y acogedoras, que reciben al visitante con lo mejor que tienen.

REGIÓN DE LISBOA

El río del sentimiento

Lisboa, capital de Portugal, es el centro de una región polifacética que atrae a diferentes públicos. Historia, gastronomía, cultura a ritmo de fado, la ciudad y la región de Lisboa dejan en su visita ese poso profundo que sólo ostentan las más insignes manifestaciones del patrimonio mundial.

La ciudad histórica es puro sentimiento. El devenir del tiempo ha dejado un poso de melancolía y belleza que pocos lugares pueden transmitir. Lisboa hay que sentirla, vivirla, pasear por sus calles y sentarse en sus tranquilas terrazas. El tiempo pasa despacio en esta ciudad cargada de pasado. Podemos recorrer la cuadrícula de calles de la Baixa pombalina que se abre al Tajo en Praça do Comércio y, siguiendo el río, conocer algunos de los lugares más bonitos de la ciudad: la zona monumental de Belém con monumentos Patrimonio de la Humanidad, barrios medievales y, también, zonas de ocio más recientes o contemporáneas, como el Parque de las Naciones. Siguiendo por la desembocadura del río, comprenderemos por qué se dice que Lisboa es el centro de un amplio resort. Por la carretera de la costa conoceremos playas y lugares de veraneo que combinan villas y hoteles de principios del siglo XX con puertos deportivos, terrazas y excelentes campos de golf. Siguiendo por la costa nos encontraremos spots de surf de fama mundial, pero también palacios repartidos por el paisaje cultural de Sintra, Patrimonio de la Humanidad. Tanto al norte como al sur de la capital, la gran variedad de paisajes y de patrimonio se encuentra siempre a poca distancia. Con playas, parques naturales, recorridos culturales y alojamiento para todos los gustos. Al visitar Portugal resulta difícil pasar por alto la región de Lisboa.

El fado es otra expresión portuguesa catalogada como Patrimonio de la Humanidad. Podemos escuchar su lamento por las noches en una casa de fados o en un barrio popular. Pero también nos reunimos en animados bares y discotecas, en los que reinan otros tipos de música. Del reggae a la música africana, pasando por la new wave, indie o electrónica, la diversidad de sonidos y de ambientes es grande, pero son buenos motivos para beber una copa y bailar toda la noche. Rua Chiado. Turismo Lisboa

> La gran variedad de paisajes y de patrimonio se encuentra siempre a poca distancia

Terraza con vistas Turismo Lisboa

REGIÓN PORTO E NORTE

Estela del Duero

Portugal nació en la región Porto y Norte, en la que, en el siglo XII, los portugueses se convirtieron en un pueblo y en una nación.

Porto, ciudad Patrimonio de la Humanidad, es la puerta de entrada y el punto de partida de un viaje por la diversidad natural y cultural de la región. Se la conoce por el vino de Porto, que desde aquí se exporta al resto del mundo, pero también por un patrimonio que sabe combinar la antigüedad de iglesias y monumentos, como la Catedral o la Iglesia de San Francisco, con la contemporaneidad de destacados edificios, como la Casa de la Música o el Museo de Serralves. Y también por la Escuela de Arquitectura, de la que salieron los nombres de Álvaro Siza Vieira y Eduardo Souto de Moura, ambos Premios Pritzker. recorrer todo el paisaje del Patrimonio de la Humanidad en el que se cultivan los vinos de Porto y de Douro. Allí el vino que va hasta las bodegas de Gaia se cruza con los cruceros que visitan la región.

En esta zona de montañas y parques naturales, el patrimonio se reparte entre castillos, como el de Guimarães, o santuarios e iglesias que en verano son escenario de romerías. Al lado de ermitas rurales encontramos el barroco del Norte de Portugal, realizado en granito y talla dorada. En ciudades que han sabido conservar la escala humana, como Viana do Castelo, Braga, Lamego, Chaves o Vila Real, o en casas solariegas y señoriales, encontramos al portugués más auténtico, a aquel que le gusta compartir su mesa, sus costumbres y sus tradiciones. En Porto y en el Norte de Portugal la alegría y la gratitud por todo lo que tenemos y somos se vive de forma natural.

Coliseu do Porto. Associação de Turismo do Porto

Coliseu do Porto. Associação de Turismo do Porto

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