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Francisco del Río

Noticias falsas

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Todos los que estudian la sociedad y los movimientos sociales nos dicen que estamos en lo que llaman “la sociedad de la comunicación”. El hombre actual está más y mejor comunicado que aquellos que nos precedieron. Cualquier cosa que suceda en cualquier lugar de nuestro planeta es conocida en el polo opuesto a los pocos minutos. Esto sin olvidar que las consecuencias de algunos acontecimientos que vive el hombre de hoy tienen una repercusión planetaria en cuestión de pocas horas.

La aparición de las conocidas como redes sociales, o simplemente redes, porque de tan habituales las hemos convertido en alguien más de la familia, nos permite comunicarnos más y mejor con nuestros semejantes, vivan donde vivan, el mundo se ha convertido, al fin, en una aldea global. Nuestro pueblo ya no es Almagro, es el mundo, somos ciudadanos del mundo. Y eso está muy bien siempre que sirva para construirnos como personas y nos permita evolucionar como seres humanos, como los seres sociales que somos.

Sin embargo, permitidme una pregunta ¿estamos, realmente, preparados para asumir con criterio todo lo que nos llega a través de las redes? ¿Estamos haciendo un buen uso de esta herramienta, potentísima, que la ciencia pone en nuestras manos? Creo que son dos preguntas de las muchas que nos debemos hacer, si queremos de verdad ser partícipes de esta sociedad de la información.

Estas dos preguntas acuden a mi pensamiento tras observar que las noticias falsas corren por algunas de estas redes con una facilidad pasmosa y, en muchos casos, con una impunidad absoluta. Noticias falsas que, en ocasiones, nos hablan de personas o de instituciones no precisamente para alabarlas, sino lo contrario. Todo se hace mucho más tremendo cuando la prensa nos cuenta que una de estas redes ha manipulado datos de millones de personas para apoyar campañas políticas en lejanos países. Una noticia que a mí me hizo sentir la sensación de estar totalmente desarmado ante los poderes que controlan y rigen estas redes sociales.

En el momento histórico en que el hombre es más libre, resulta que podemos estar ante una falta de libertad propiciada por una tecnología que, teóricamente, nos debe a hacer más libres, más iguales y mejor informados y que, por el contrario, está contribuyendo a que nos sintamos manipulados.

Tampoco estoy tan seguro que las nuevas tecnologías nos socialicen más. Es cierto que nos permiten comunicarnos con personas que están en el otro punto del globo, pero ¿cómo nos comunicamos? Yo confieso que soy un defensor de la conversación cara a cara, me es muy difícil hablar con alguien de quien, la mayoría de las veces, sólo conozco un alias de internet y cuyo rostro no veo, por muy interesante que pueda ser el tema de conversación. Como también me es complicado lo de expresar pensamientos en 150 caracteres. Siento que estas limitaciones cercenan cualquier conversación porque para conversar, sea del tema que sea, es importante ver la cara del otro, interpretar sus gestos, lo que llamamos comunicación no verbal, que tantos matices aporta a una conversación enriqueciéndola. Esos matices que no se pueden expresar en 150 caracteres, porque cualquier tema del que hablemos, seguro, que tiene una multitud de pequeños detalles que dan color y vida a nuestra charla.

Y, por último, algo que me causa preocupación: ver a jóvenes, y no tan jóvenes, en grupo y cada uno mirando las conversaciones de su móvil. Siempre me surge la misma pregunta: ¿por qué no hablan con los que tienen al lado?; a la que sigue otra: ¿es que no tendrán nada de lo que hablar con quien está a su lado, y deben buscar hablar con alguien a quien no ven?

La feria, nuestra feria, ha sido desde siempre momento de encuentro entre familiares, amigos, conocidos que, con motivo de la Feria de San Bartolomé, se reúnen en el pueblo que los vio nacer y que un día, más o menos lejano, los vio partir. Han sido días de paseos por el Real, charlas en los chozos, mientras degustábamos el vino de la tierra y los ricos aperitivos, compartiendo las vivencias, las alegrías y los sinsabores del tiempo que va de una feria a otra feria. Días en los que no hace falta el móvil para comunicar y comunicarnos con aquellos que queremos, para saber de los otros.

Os invito a que en estas fiestas nos olvidemos un poco del móvil y conversemos con aquellos con los que compartimos este tiempo. Practiquemos comunicación de la buena, de la verdad. Será un modo eficaz de combatir las noticias falsas.

¡¡FELIZ FERIA Y FIESTAS!!

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