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Friedrich Hölderlin, la divinidad poetizada / Carlos Mongar págs. 3 a

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Del sueño de ellos surge la vida. Pero el extravío ayuda, así como el dormir, la angustia y la noche fortalecen, hasta que los héroes crezcan lo suficiente en cunas de bronce, igual en valor a los dioses, como solía ser. Llegarán retumbando. Entretanto a veces me parece mejor dormir que estar así sin compañeros, aguardando, ¿y mientras tanto, no sé qué hacer? ¿Qué decir? No lo sé. ¿Y para qué poetas en tiempos de indigencia? Pero tú dices que son como los santos sacerdotes del dios del vino que iban de tierra en tierra por la noche sagrada.

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Cuando hace algún tiempo, que ahora nos parece lejano, ascendieron todos los que hacen la vida feliz, cuando el padre apartó de los humanos su mirada y la tristeza empezó, con razón, sobre la tierra, cuando por fin apareció un genio silencioso y celestialmente consolador, que anunció el final del día y desapareció, dejó como señal de su presencia y de que habría de retornar, el coro divino y algunos dones, de los que humanamente podríamos disfrutar como antes, pues para alegrarse con el espíritu era excesivo lo supremo entre los humanos, y faltan, aún faltan los fuertes para las más altas alegrías, si bien permanece, en silencio alguna gratitud. El pan es el fruto de la tierra y está bendecido por la luz, y del dios tonante viene la alegría del vino. Por eso si pensamos en los celestes que antes vivieron entre nosotros y volverán a su tiempo, por eso cantan solemnes, los poetas, al dios del vino, y no escucha vanidosa, el antiguo dios, la alabanza.

Sí, tienen razón al decirlo, él reconcilia el día y la noche, que guía a los astros eternos del cielo, salir y ponerse. Dichoso siempre, como el follaje del pino siempre verde y que él ama, como la corona que quiso de hiedra, porque permanece y hasta la huella de los dioses huidos trae a quienes no los tiene, abajo, en las tinieblas. Lo que predijo el canto de los antiguos sobre los hijos de Dios, ¡Velo! ¡Somos nosotros, el fruto de las Hespérides! Maravilloso y exacto se consuma en los humanos, ¡lo cree quien lo ha probado! Pero por mucho que acontezca nada nos afecta, pues somos cual sombras sin corazón, hasta que el padre éter reconozca a cada uno y a todos pertenezca. Entretanto viene blandiendo la antorcha entre las sombras, el Hijo del Supremo, el Sirio. Lo ven los sabios benditos y se ilumina una sonrisa del alma cautiva, se abren sus ojos a la luz. Duerme y sueña plácidamente en brazos de la Tierra, el Titán, Y aun el envidioso, aun el Cerbero bebe y duerme.

Traducción del alemán: Carlos Mongar

mongar66@hotmail.com *Poeta y ensayista, autor de Fragmentos sin fondo

“El poeta como vate, a la vez, es profeta y vaticina, profetiza y adivina la presencia del Todo”

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Jürgen Habermas

o el devenir de la reflexión social

POR FERNANDO MANCILLAS TREVIÑO*

Através de diversas fuentes a Jürgen Habermas se le ha denominado como: “Paladín de la modernidad”, “el maestro de la comunicación”, “conciencia moral pública de la cultura política”, “el Hegel de Alemania”, “el polemista de Frankfurt”, “el filósofo alemán más influyente desde Marx, Nietzsche y Heidegger”.

Por la profundidad y exuberante expansión de su obra, Habermas es reconocido como uno de los pensadores y teóricos sociales contemporáneos más importantes de los siglos XX y XXI, entre ellos: Edmund Husserl (1859-1938), Ludwig Wittgenstein (1889-1951), Martin Heidegger (1889-1976), Walter Benjamin (1892-1940), Theodor W. Adorno (1903-1969), Jean-Paul Sartre (1905-1980), Michel Foucault (1926-1984), Niklas Luhmann (1927-1998), Pierre Bourdieu (1930-2002).

De su ingente obra George Lichtheim señala: “No es nada fácil valorar el trabajo de un erudito cuya competencia profesional se extiende desde la lógica de la ciencia a la sociología del conocimiento, vía Marx, Hegel y las fuentes más recónditas de la tradición metafísica europea… En una época en la que casi todos sus colegas han conseguido controlar con mucho esfuerzo una parte del campo, él se ha adueñado de la totalidad, tanto en lo referente a la profundidad como a la amplitud. No hay nada que se le escape, ni tampoco evade ningún tipo de dificultades o la enunciación espúrea de conclusiones que no estén apoyadas por la investigación: tanto si refuta a Popper, examina minuciosamente el pragmatismo de Charles Peirce, investiga los antecedentes medievales de la metafísica de Schelling, o pone al día la sociología marxista, existe siempre el mismo dominio misterioso de las fuentes, unido a un envidiable talento para aclarar los complicados problemas lógicos. Parece haber nacido con una facultad para digerir el tipo de material más difícil y transformarlo después en totalidades ordenadas”.

Justa y simbólicamente en 1929 —el año en que el escritor alemán Thomas Mann (18751955) es laureado con el Premio Nobel de Literatura y también cuando se desata la gran crisis económica mundial— nace Jürgen Habermas el 18 de junio, en Düsseldorf, Alemania.

De sus primeros años en la escuela de educación básica, Habermas recuerda “cuando en el aula y en el patio de la escuela me tuve que hacer entender con una nasalización y con una articulación distorsionada, de las que yo mismo apenas era consciente”. De ahí, que su biógrafo señala: “Resulta fácil imaginar que a causa de su discapacidad lingüística se burlarían de él y lo discriminarían. Como Habermas explicó más tarde, estas experiencias tempranas de discriminación le sensibilizaron moralmente para toda forma de marginación y conformaron de modo no irrelevante su pensamiento político”.

El verano de 1949 se inscribe en la Universidad de Gotinga donde estudió filosofía, historia, filología, psicología y economía. En ese tiempo es un asiduo lector de George Büchner, Bertolt Brecht, Arthur Miller, Franz Kafka, Thomas Mann y Herman Hesse, así como aficionado al cine de Carol Reed, Marcel Carné, Jean Cocteau, entre otros. Después de un interludio de un semestre en la Universidad de Zúrich, en otoño de 1950 estudia en la Universidad de Bonn, incursionando en el pensamiento de los presocráticos, Wilhelm Dilthey, Humboldt, Edmund Husserl y Martin Heidegger, entre otros.

Decisiva será en Bonn la influencia de Karl-Otto Apel (1922-2017), tan solo siete años mayor que él, por su contribución al estudio de la filosofía del lenguaje y la comunicación, en una perspectiva de crítica hermenéutica que los llevó a una amistad duradera. En 1954 presenta su tesis doctoral en la Universidad de Bonn: Lo absoluto y la historia. Sobre la discrepancia en el pensamiento de Schelling.

Entre 1954 y 1956, Habermas trabaja como periodista autónomo en varios diarios y revistas culturales, publicando más de 70 artículos, sobresaliendo su documento “Pensando con Heidegger contra Heidegger”, en el Frankfurter Allgemenie Zeitung del 25 de julio de 1953, donde se pregunta: “¿Puede interpretarse también el asesinato planificado de millones de hombres, del que hoy ya no ignoramos nada, como un error que nos fue deparado como un destino en el contexto de historia del Ser? ¿No es la principal tarea de los que se dedican al oficio del pensamiento la de arrojar luz sobre los crímenes que se cometieron en el pasado y mantener despierta la conciencia de ellos?”.

De 1956 a 1959, Habermas ocupa el puesto de ayudante en el Instituto de Investigación Social en Frankfurt, así como el de primer ayudante personal de Theodor W. Adorno, desarrollando en consecuencia un extraordinario proceso de aprendizaje. Tuvo el privilegio de experimentar la fuerza de expresión de su maestro en el discurrir de su filosofar. De esta manera: “Los pensamientos de Adorno —recuerda— no se los podía observar mientras se estaban gestando: por así decirlo, salían de él ya terminados […]; no podía interrumpir ni por un momento la tensión de su pensamiento. Todo el tiempo que uno estaba junto a Adorno, se estaba en el movimiento del pensar”. Además, colaboró en varios proyectos de investigación empírica en el Instituto, como el de Estudiante y Política (1961) donde se analizaba la conciencia política de los estudiantes alemanes.

En el periodo de 1961 a 1964 ejerce como profesor de filosofía en la Universidad de Heidelberg, en donde se encuentra con el gran fun-

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dador de la escuela hermenéutica Hans-Georg Gadamer (1900-2002) y admiró su obra esencial Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica (1960). Para Habermas, Gadamer convirtió Heidelberg en el centro filosófico de Alemania durante más de dos décadas. Asimismo, Habermas publicó Historia y crítica de opinión pública (1962), Teoría y praxis. Estudios de filosofía social (1963). social, como marco teórico de referencia que se publica en su obra Problemas de legitimación en el capitalismo tardío (1973).

En el verano de 1964 es nombrado catedrático de filosofía y sociología en la Universidad de Frankfurt, como sucesor de Max Horkeimer (1895-1973). Producto de sus arduas investigaciones publica en 1968 Ciencia y técnica como “ideología” , Respuestas a Marcuse, Conocimiento e interés —obra que le da reconocimiento internacional— y posteriormente Sobre la Lógica de las Ciencias Sociales en 1970.

Obtiene el Premio Hegel de la ciudad de Stuttgart en 1974 y es nombrado profesor honorario de filosofía en la Universidad de Frankfurt en 1975. Publica la Reconstrucción del Materialismo Histórico (1976) y recibe el Premio Sigmund Freud de prosa científica otorgado por la Academia Alemana de Lengua y Literatura en 1976. Asimismo, recibe el Premio Theodor W, Adorno de la ciudad de Frankfurt en 1980. La New School for Social Research de Nueva York le otorga el doctorado Honoris causa.

De 1967 a 1968 realiza una estancia como profesor invitado con la cátedra “Theodor Heuss”, por la New School for Social Research de Nueva York, con el objetivo de “tener en Nueva York a un representante célebre de la sociología alemana”. Ahí conoce al sociólogo Daniel Bell y a la filósofa Hannah Arendt. Con la invitación del Instituto Goethe en Nueva York, Habermas imparte una conferencia sobre el movimiento estudiantil, en ese momento en auge, donde señala que esa generación se opone a que “la vida del individuo singular, a pesar del alto nivel de desarrollo tecnológico, siga estando determinada por la ética del rendimiento competitivo, por la presión de la competencia por alcanzar un estatus y por los valores de posesión cosificante y de las satisfacciones sucedáneas que se ofrecen”. En el desarrollo de esa dirección reflexiva se publica, Movimientos de protesta y reforma universitaria (1969).

En febrero y marzo de 1971 es profesor invitado por la Universidad de Princeton para exponer su teoría de las competencias comunicativas y la teoría de la sociedad en la teoría del lenguaje, con un giro que va desde la filosofía de la conciencia a la pragmática del lenguaje. Entre 1971 y 1981 fue director del prestigiado Instituto Max Planck para la Investigación de las Condiciones de Vida del Mundo Científico y Técnico, en Starnberg, Alemania. Ahí Habermas fundamenta una perspectiva argumentativa para un conjunto de proyectos interdisciplinarios de investigación

Después de una estancia en 1980 como profesor invitado en la Universidad de Berkeley y la Universidad de Yale, en 1981 obtiene la cátedra de filosofía social y filosofía de la historia en la Universidad Johann Wolfgang Goethe, de Frankfurt. También publica su obra más célebre: Teoría de la acción comunicativa (1981), de más de mil páginas,

“No hay nada en dos volúmenes, con un tiraje de que se le escape, 10,000 ejemplares que se agotó ráni tampoco evade pidamente. Se establece así, como ningún tipo de dificultades o la enunciación espúrea de “un marco dentro del cual puede retomarse aquel proyecto de estudios conclusiones que no interdisciplinares sobre la pauta seestén apoyadas por lectiva de racionalización que reprela investigación…” senta la modernización capitalista. Si reunimos sus explicaciones del concepto de lenguaje y del concepto de razón, de los conceptos de acción y sistema, así como de la dialéctica de la racionalización social y sus patologías, este conjunto representa el fundamento conceptual sobre el que se puede establecerse una teoría de la modernidad. Por lo tanto, significa “el cambio de paradigma de una acción estratégicamente orientada e instrumental a una acción orientada al mutuo entendimiento y a la comunicación. Eleva el mutuo entendimiento a la categoría de genuina forma racional comunicativa, que apunta al reconocimiento intersubjetivo con pretensiones de validez criticables”. En marzo de 1983 imparte conferencias en el Collège de France, en París. Aparece El discurso filosófico de la modernidad (1985), donde debate con la crítica neoestructuralista francesa de la razón y la “posmodernidad”, estableciendo un diálogo hacia una reconstrucción de un “proyecto inacabado” de modernidad en un horizonte de expectativas que va desde Schiller, Hegel y Nietzsche, hasta

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