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Trastorno del espectro autista
CRECIENDO JUNTOS, CLÍNICA DE REHABILITACIÓN NEUROLÓGICA Y PSICOLÓGICA. TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA
Dra. Angélica Sánchez Dorantes Neuro Pediatra CED.SUB.ESP-12896081 Psic. Lery Monserrat Pérez Barradas Psicóloga Clínica CED.PROF-12362851 Dra. Karen Mayte Dávila Cepeda Neuro Pediatra CED. SUB.ESP-12797269
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El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es un término que engloba diferentes grados y combinaciones de dificultad en la interacción y comunicación social, y la tendencia a presentar conductas repetitivas y restrictivas. Pertence al grupo afecciones del desarrollo cerebral que se manifiestan en los primeros años de la infancia y cambia conforme el niño crece.
El diagnóstico de autismo ha evolucionado conforme se ha obtenido mayor conocimiento de este trastorno, previamente se clasificaba en cinco diagnósticos: Trastorno Autista, Trastorno de Asperger, Trastorno de Rett, Trastorno Desintegrativo Infantil y Trastorno Generalizado del Desarrollo.
A partir de mayo del 2013, se eliminó la subdivisión y se describió un sólo diagnóstico: Trastorno del Espectro del Autismo, el cuál se clasifica en tres grados de acuerdo a la capacidad del individuo para realizar sus actividades de forma independiente. En México se considera que 1 de cada 115 niños y adolescentes, se encuentran en el espectro del autismo (2016), siendo más frecuente en varones que en mujeres, hasta el momento no se ha identificado una causa específica del TEA. Los niños con un diagnóstico de TEA deben tener un equipo multidisciplinario que puede estar formado por:
• Neuropediatra, paidopsiquiatra. • Psicólogo o neuropsicólogo. • Genetista. • Logoterapeuta. • Terapeuta ocupacional. • Audiólogo.
La importancia de llevar seguimiento por parte de un neurólogo pediatra, es por que los niños con TEA pueden tener o desarrollar una serie de condiciones comórbidas, que incluyen:
• Hiperactividad, falta de atención e impulsividad. • Agresión, arrebatos y autolesiones. • Ansiedad. • Comportamientos obsesivo-compulsivos, rigidez y comportamientos repetitivos. • Síntomas depresivos. • Disfunción del sueño. • Trastornos médicos (p. ej., convulsiones, posibles trastornos genéticos, envenenamiento por plomo en niños con pica).
Las intervenciones farmacológicas se pueden usar para abordar comorbilidades médicas o psiquiátricas, o proporcionar control de los síntomas, pero no tratan los déficits centrales. Los programas de tratamientos específicos deben individualizarse de acuerdo con el funcionamiento y las necesidades del niño.
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