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¦ Nuestra escuela en un Chile altamente desigual

pero la falta de espacios concretos de participación política para construir soluciones de manera activa y colaborativa, que ha caracterizado al modelo democrático durante las últimas décadas, sumado al individualismo neoliberal, ha dificultado la deliberación, la negociación y la construcción colectiva de acuerdos y soluciones.

Los desafíos mencionados hasta aquí resultan aún más complejos cuando consideramos la profunda desigualdad y segregación que caracteriza a la sociedad chilena, ya que el grado de interés y la disposición hacia la participación política está directamente relacionado con su nivel socioeconómico. La mayor parte de los jóvenes que manifiesta tener mucho interés por la política, se concentra en los sectores socioeconómicos más acomodados, mientras que, en los sectores socioeconómicos más bajos, el desinterés bordea el 90% (Castillo et al., 2015). Esta evidencia está avalada por una serie de estudios que demuestran que los mayores porcentajes de marginación de la participación sociopolítica, tanto en Chile como en Latinoamérica, se concentran en los sectores más desposeídos de la sociedad (Castillo et al., 2015; PNUD, 2014, 2015). Por su parte, el Informe del Estudio internacional de Educación Cívica y Ciudadana del 2009 señala que el estatus socioeconómico promedio de las y los estudiantes es la característica escolar más importante en términos de

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efecto sobre el conocimiento cívico a nivel escolar (Schulz et al., 2010). Esta situación se vuelve a evidenciar en el informe del estudio aplicado el año 2016, que muestra que la brecha socioeconómica que existe en relación con los conocimientos cívicos y ciudadanos del estudiantado chileno es directamente proporcional al ingreso: a menores ingresos, menores son los niveles de logro (Shulz, et al., 2018).

En esta misma línea, el trabajo de Collado, Lomos & Nicaise (2014) plantea que dado el alto nivel de segregación que caracteriza al sistema educativo chileno, las escuelas tienden a profundizar la relación directamente proporcional que existe entre origen socioeconómico y los conocimientos cívicos alcanzados, es decir, que, a menor nivel socioeconómico, menores son los conocimientos.

En el campo académico, existe un consenso sobre el efecto negativo que el alto grado de segregación del sistema escolar chileno puede tener en cuanto a la formación de ciudadanos capaces de convivir en una sociedad cada vez más plural (Bellei, 2013; Valenzuela et. al, 2014). Nuestras escuelas no se caracterizan por ser un espacio de encuentro entre niños, niñas y jóvenes que representen dicha diversidad, sino que, más bien, los establecimientos educativos tienden a atender a estudiantes muy parecidos entre sí, tanto en términos socioeconómicos como académicos (García & Córdova, 2018).

Sin embargo, la investigación también muestra que la escuela podría tener un rol compensatorio o mitigador de la desigualdad política (Gainous & Martens, 2011; Neundorf et al., 2016). El trabajo de Treviño, Béjares, Villalobos &

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