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Películas Fast track

Alejandra Carmen

El cine es una herramienta poderosa que tiene diferentes atributos. Uno de ellos es el glamur o la forma de presentar los objetos de una manera irreal (magnificada o glorificada). Otro, es el asombro que causa el azar, pues el espectador no tiene la certeza de lo que verá ni la experiencia que obtendrá de la pantalla.

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Las historias cinematográficas son vitales. La humanidad no puede vivir sin narrativas o referencias que le permiten conocer, cuestionar o reconstruir el mundo. Tampoco sin medios de expresión. Por ello, las películas forman parte de las actividades políticas y culturales. Son objetos. Lucramos con ellos y la mayoría de las veces resultan en experiencias que satisfacen las necesidades lúdicas del ser.

La contribución del cine a la economía es cada vez más relevante. Por lo tanto, las instituciones que se encargan de la producción, distribución de proyectos tienen como objetivo respaldar propuestas con las que el público conecta de manera inmediata y sin complicaciones. Con esto nos referimos a las películas “populares” o “comerciales”.

El cine también sirve para llevar a cabo manifestaciones artísticas. Normalmente, son obras que se desarrollan mediante un lenguaje estético diferente a aquel del cine comercial: iluminación, sonido, montaje que dan cuenta de una búsqueda personal del autor. Están realizadas con símbolos, estilismos específicos, a veces difíciles de digerir. Por ejemplo, en la película Pina de Wim Wenders, vemos las coreografías de la afamada bailarina alemana, Pina Bausch. El público familiarizado con corrientes artísticas de vanguardia, las encuentran sublimes, pero las personas que no han visto danza o teatro contemporáneo, no comprenden la estética o la expresividad de los bailarines ni la puesta en escena que se aleja del ballet clásico. Escuché susurros en la sala: <<¿Es la llorona?>> (refiriéndose a una bailarina), <<¿Qué le pasa?, ¿por qué se tira al suelo?>>, <<¿No que era una película de baile?>>. Esta situación nos habla de cómo el <<cine de arte>> es un concepto elitista. No es accesible en cuanto a formas y contenido. Por este motivo, las películas más vistas son aquellas que están resueltas con una fórmula convencional: estructura clásica de guion, efectos especiales que impactan, actores reconocidos, etcétera...

Desde luego que algunas películas populares o muy comerciales han tenido rasgos artísticos y han aportado técnicas de innovación artística y sobre todo, nos han introducido a mundos que se han impregnado en nuestra identidad colectiva. El cine de la época dorada en México es un ejemplo. Fue una etapa en la que el país logró exportar obras de gran calidad. No hemos logrado un movimiento similar. Lo anterior, debido al rezago tecnológico y educativo del país, así como también a diferentes acuerdos comerciales que benefician a las películas extranjeras sobre las nacionales. Por lo tanto, la manera de obtener retribución económica segura, constante y rápida, es la creación de obras a las que llamaré: <<Películas fast track>>

Se trata de historias que obtienen la aprobación inmediata de las audiencias más amplias. Su función es complacer mediante el retrato de las aspiraciones más comunes y la posibilidad de concretarlas en el modelo socio-económico actual. Nos muestran un mundo feliz, idílico, aspiracional, o bien, poco realista donde la oscuridad (pobreza, desigualdad, violencia) es idealizada y en algunos casos, glamurizada. Por lo tanto, ofrecen experiencias amenas.

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