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Cultura forestal y su lenguaje

l Atlas de Biomas. Bosques tropicales C , Correo del maestro • La Vasija, México, 2005. A t as d e Bi omas. B os ques trop i ca l e s , orreo d e l maestro • L a V as ij a, Mé x i co, 2005 . Y SIGNIFICADOS

Segunda parte

Arrigo Coen Anitúa (†)

El primer sinónimo de bosque (recuérde-

se que no hay sinónimo perfecto, sino ideas afi nes) que se nos ocurre es selva, más extensa, más agreste y más tupida que el bosque. La palabra selva es muy vieja en el español; se halla documentada desde fi nes del siglo XIII mientras que de bosque vimos que se introduce en el XV; pero esta voz vino ganando en difusión y rápidamente relegó a selva al terreno de la poesía y al del lenguaje técnico, y ya a fi nales del siglo XVIII se va fi jando la diferencia: es un ‘bosque más intrincado y muy espeso’. Parece que silva o sylva, el antecedente del español selva y su arcaico silva, así como de las semejante palabras en otras lenguas románicas, es voz exclusivamente latina. No le he hallado parentesco en otras indoeuropeas.

Selvoso (más raro aún silvoso) se emplea mucho menos en su acepción de “concerniente a la selva” que en la de “abundante en selvas”. También se dice enselvado por “lleno de selvas”. Enselvar y enselvarse equivalen a ‘emboscar’ y ‘emboscarse’. Salvaje no lo toma el español directamente del latín, sino por intermedio del occitano y del catalán selvatge, derivado del latín silvaticus, “relativo a las selvas o que se cría en ellas”; sin embargo, selvático, el español lo copia del italiano. Por transacción entre salvaje y selvático (o será por directo infl ujo de selva) se dice también selvaje. Salvajada es el “dicho o hecho propio de un salvaje”, tomado salvaje en el sentido de “sumamente necio, huraño, terco, zafi o o rudo”, en contraste con selvático, que es sólo “rústico, tosco, sin refi namiento”. Salvajería se interpreta generalmente como sinónimo de salvajada, pero no falta quien use el término por salvajez, o sea, la “calidad de salvaje”.

Salvajina, como sustantivo, es “conjunto de fi eras monteses”, “carne de esos mismos animales” y “sus pieles”; en gastronomía, “animal montaraz, como el venado, el jabalí, etc.” y “su carne”. Pero el adjetivo, salvajino, salvajina, es lo “concerniente a los salvajes o semejantes a ellos”, en tanto que selvajino, selvajina equivale a selvático, en el sentido de “propio de las selvas”. Salvajismo es el “modo de ser o de obrar propio de los salvajes”, aunque también puede ser un matiz de salvajez, de salvajería o de salvajada. Salvajuelo es un “diminutivo de salvaje”, registrado desde hace unos ciento veinte años.

Silvestre viene a ser un sinónimo de selvático, en cuanto “criado naturalmente y sin cultivo” y “agreste, rústico”.

El ‘habitante de la selva’ sí tiene su nombre: es silvícola. Y cuando, como ha sucedido en algunos lugares del sureste de nuestra República, un terreno va siendo ‘invadido por la selva’ o “convirtiéndose en selva”, se dice que está ensilveciéndose (de en- y silvescere, en latín ‘hacerse bosque’, ‘extenderse’).

Al natural de La Selva y a lo concerniente a esta villa de la provincia de Tarragona, en España, se lo llama selvatán y selvatana si es femenino. Hay otra La Selva, ésta en la provincia de Gerona, en España también, y a los de allí se les dice selvenses.

El mejor aprovechamiento y explotación de los bosques, por la aplicación de las diversas técnicas forestales, constituye el objeto de la silvicultura (selvicultura ha caído en desuso), y el que a estas ciencias y técnicas se dedica es el silvicultor.

Silva, en español, tal como en latín, tiene el signifi cado de “colección de varias materias o especies escritas sin método ni orden” y está documentada la voz desde 1541. También se entiende silva como “cierta composición métrica”, y hasta como sinónimo poético de selva.

Por último, el latín silva da su nombre al dios campestre Silvano, cuyos sellos distintivos eran muy semejantes a los del griego Pan y a los de Fauno. Se representa caprípedo, bicorne, constantemente enamorado de las ninfas, uno de cuyos subgrupos es el de las hamadriadas (otras son las náyades, las orestiades, etc.) que viven y mueren dentro de los árboles, algo así como el genio particular de cada uno. En la onomástica, aparte de

Atlas de Biomas. Bosques tropicales , Correo del maestro • La Vasija, México, 2005.

Silvano, hay más nombres derivados de silva: Silverio, Silvestre, Silviano, Silvino y Silvio, algunos con sus correspondientes femeninos.

Con la acepción de “sitio que en las riberas o vegas está poblado de árboles y arbustos” se halla en español la palabra soto, proveniente del latín saltus, ‘bosque’, ‘selva’. De hecho, en castellano está documentada desde el siglo X, en los orígenes de nuestra lengua, y se mantiene viva en la actualidad con varios matices de signifi cado.

De fl oresta, “selva o monte espeso o frondoso” o “lugar ameno poblado de árboles”, dice Corominas: “tomado del antiguo francés forest (hoy forêt) ‘selva’, quizá de un fráncico forhist, colectivo de forha, ‘pino’ (antiguo alto alemán forha, alemán fohre, anglosajón furh, inglés fi r, antiguo escandinavo fura, todos con el mismo signifi cado)”. No estoy conteste en lo de “pino” precisamente, sino que me inclino por otra conífera, de preferencia el abeto. (Me atrevería a pensar que a esta familia de la raíz forh se podría emparentar el latín quercus, ‘encino’.)

Desde luego, hay un camino más fácil: el adverbio latino foris, ‘fuera’, da el adjetivo frestis, ‘de fuera’, aplicado a silva nos resultaría silva forestis, ‘la selva de fuera’, y, por elipsis, la propia selva. Mas parece que el giro “forestis silva” sólo es válido en francés antiguo: según algunos, viene de la terminología administrativa desde la época merovingia (siglo VII), y según otros de la llamada “fl oresta real de Carlomagno”, en que forestis no deriva de foris, sino de forum –como forensis, ‘forense’– por lo que el giro equivaldría, en el sentido del primitivo latín medio, a ‘corte de justicia del rey’.

La l no pasa de ser un mero infl ujo de fl or.

Forestal lo tomamos del bajo latín forestalis, a su vez derivado del francés antiguo forest.

Uno de los aspectos en que se pueden presentar los bosques ecuatoriales (en la India y en el sureste de Asia) es la jungla, “selva sombría, salpicada de ciénagas, con árboles muy altos y delgados de cuyas ramas penden lianas leñosas muy fl exibles”. Mediante el inglés jungle, la palabra jungla reconoce el origen hindi jangal; esta voz, a su vez, deriva de un radical sánscrito jangala-, que da la idea de ‘soco’, ‘desierto’; por ello, el primer signifi cado del término, en hindi, es el de ‘terreno agreste no cultivado’; sólo por evolución semántica, pasando por ‘maleza’ y ‘espesura’, se llega a la más reciente acepción, arriba transcrita.

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