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Javier Urra

@inigocosin
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Un respiro de Naturaleza
Un respiro de Naturaleza
Por
Javier URRA PORTILLO

Fundada en 1920 Nuestra Señora del Rosario, 14, bajo 28701 San Sebastián de los Reyes - Madrid - ESPAÑA morata@edmorata.es - www.edmorata.es
Un respiro de Naturaleza
Vivimos en un mundo en el que se nos ha olvidado la importancia de la Naturaleza para nuestra naturaleza, para nuestra condición de seres humanos.
Los escenarios físicos en los que desarrollamos la vida cotidiana juegan un importante papel en la configuración de nuestra identidad.
Cada vez más urbanizados, una de cada 10 personas vive en ciudades y se espera que en 35 años vivan en ellas dos de cada tres personas (UNFPA 2011). Cada vez más lejos de los paseos por el campo, de disfrutar de una puesta de sol o perdernos por el bosque. Sin llegar a ser conscientes de los beneficios que puede tener para nuestra salud pasar más tiempo en entornos naturales, sin ruido, sin prisas, respirando aire puro.
Hay niños que crecen en atmósferas esterilizantes de urbanizaciones modernas, higiénicas, poco favorables a la plena eclosión de las potencialidades humanas, que precisan de experiencias múltiples.
Parece que no amamos la Naturaleza, ni la respetamos, contribuyendo al deterioro del planeta en el que vivimos, sin darnos cuenta del daño que puede desprenderse de nuestras acciones, unas veces por
ignorancia, otras por dejadez. Ser humano paradójico, que en su afán de mejorar la calidad de vida en ocasiones consigue justo lo contrario. El deterioro no es un suceso, es un proceso por eso puede que no nos demos cuenta de la repercusión que tienen nuestros actos en el medio.
Hemos de considerar a la persona y al medio ambiente como una entidad única. La persona actúa en el medio ambiente, y el medio ambiente afecta a la persona. Hay que transmitir el amor a la Tierra, como ama el recién nacido el latido del corazón de su madre.
Paradójicamente, las macrourbes de alta contaminación ruidosas, populosas, estridentes, estresantes, “inhumanas”, son las que más rápidamente aumentan de población. Generan inseguridad, estrés, ruido, falta de espacio personal, y dan paso a la frustración-agresión. Pero atraen innumerables ciudadanos de todo el mundo.
Teniendo en cuenta los cambios sociales producidos en las últimas décadas, en los que se han visto modificadas las actividades de ocio y han cobrado amplio protagonismo las nuevas tecnologías (desplazando de forma significativa el contacto directo con la naturaleza) hay quien habla entre la población infantil y juvenil de un Trastorno por Déficit de Naturaleza. Dicho trastorno supone una persistente desconexión de la naturaleza y todo lo que ello conlleva (paseos, deporte, aire libre, etc.) pudiendo favorecer la aparición de patologías tales como la obesidad, ansiedad y/o estrés, hiperactividad, déficit atencional e hipovitaminosis D.
Hoy una mayoría de niños viven en ciudades y han perdido la posibilidad de salir de manera autónoma a la calle. Pasan muchas horas sentados y encerrados, cuando para desarrollarse de forma sana necesitan moverse, jugar en espacios abiertos, y tener muchísimo más contacto con otros niños, con plantas, con animales. Precisan horas de juego espontáneo en la naturaleza donde desarrollar su psicomotricidad, sus habilidades, su capacidad de resolver problemas, su sociabilidad.
El Trastorno por Déficit de Naturaleza es real, es un mal que afecta a muchos niños alejados del contacto con entornos naturales,
deviene en estrés, trastornos de aprendizaje, hiperactividad, fatiga crónica, depresión, y obesidad, entre otros síntomas. Psicólogos, pediatras, psiquiatras, y educadores, lo constatamos.
También la obesidad, el asma, o las alergias podrían en gran medida vincularse a esa carencia. El sedentarismo conlleva en España que los niños sufran un 8% de obesidad, un 11% de asma, un 4% de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (mayor índice en los entornos urbanos).
Hemos constatado casos de adolescentes diagnosticados en París de depresión y que han sido recomendados para residir en espacios rurales de mucho sol, superando su estado depresivo.
Confirmamos que la inmensa mayoría de los jóvenes que nos son remitidos a nuestra residencia Campus Unidos, del programa recURRA-GINSO, un espacio abierto y natural, desde las distintas áreas de psiquiatría de los hospitales de España con diagnósticos de TDAH (déficit de atención con hiperactividad) no se confirman.
Las nuevas tecnologías conllevan el riesgo de adicción, su estimulación es muy intensa y al tiempo, vacía. Al concentrarse ante una pantalla el niño queda privado de estimulación sensorial. Si a un niño se le pregunta cómo es un día maravilloso, no contesta jugando con maquinitas, sino un día en el campo con la familia o los amigos. Obviamente estar mirando una máquina, una pantalla, no es una necesidad vital, en cambio respirar aire puro, moverse, poder tocar y abrazar otras personas… sí lo es.
Los padres tienen pánico a que los niños jueguen en los parques de las ciudades o bajen a la calle si no están a la vista, alegan riesgos de pederastas, secuestros. Viven una obsesiva y limitante realidad paranoica golpeados por los ecos de sucesos aireados por los medios de comunicación. Y es un problema. Porque los niños tienen que jugar, que correr, que revolcarse en la hierba, en la tierra, que respirar aire libre. El desarrollo emocional y cognitivo así lo exige.
Este denominado trastorno por déficit de Naturaleza está en la base explicativa de la disminución, aparente al menos, de capacidad creativa, de curiosidad, de falta de implicaciones en la relación social,
en el contacto, en el piel con piel, y que conlleva a un aislacionismo que se concreta muchas veces en estar en contacto en la red, en estar excesivamente ante una pantalla.
La Naturaleza sana, es una evidencia demostrada por los científicos. Las ventajas para la salud mental y física, la cognición y la habilidad para aprender e incluso para socializarse del contacto con la naturaleza están fuera de toda duda.
Es importante estar en la Naturaleza, aprender de ella dentro de ella. Educar y educarnos en Naturaleza, pero no desde el aula, sino desde el mismo medio natural, impregnándonos de él. Precisamos menos doctrina y más contacto con la Naturaleza y en la Naturaleza.
Somos muchos los humanos y obviamente deseando vivir como lo hacemos en el primer mundo, y es así como inconscientemente estamos echando del planeta a nuestros socios. Los microorganismos, los mohos, los gusanos, son esenciales más allá de que en las televisiones nos regalen la presencia de leones, elefantes, ballenas.
Nuestra sociedad capitalista y desde la lógica mercantil busca convertir el paisaje en lugar de diversión, de actuación, de seducción, con una vertiente de consumo, que se aleja del encuentro, apego, o vinculación emocional entre el individuo y el paisaje.
Se entiende que toda persona que gusta de la Naturaleza, la cuida, recicla, no usa muchas bolsas de plástico, utiliza vehículos eléctricos o híbridos ¿es así?
La Tierra se comporta como un sistema único y autorregulado, formado por componentes químicos, biológicos, físicos y, claro, humanos. El verdadero problema, es que hemos reducido la capacidad del planeta de regularse a sí mismo.
El ser humano no posee derechos absolutos sobre la naturaleza, debe administrar sus recursos naturales en un marco de respeto hacia la realidad natural en si misma considerada y hacia las futuras generaciones.
Es conveniente utilizar mensajes que resalten las posibles soluciones al problema del medio ambiente, antes que mensajes que resalten la magnitud y gravedad del problema.
Destruir la naturaleza, no respetar su riqueza, dinamismo y leyes equivale a no respetar al ser humano que ha de vivir de ella y en ella.
Busquemos saber a dónde vamos, no nos entretengamos demasiado en aclarar de dónde venimos. Alcanzamos el futuro hora a hora, minuto a minuto. Nuestra conducta, debe tener un norte, el porvenir.
Hagamos un verdadero regalo a la siguiente generación. El futuro, el futuro, no hablemos tanto del futuro, eduquemos hoy a nuestros niños. “A muchos les preocupa el mundo que dejaremos a los niños. A mí me preocupa qué niños dejaremos al mundo”. (Javier Urra, 2018).
Javier Urra Dr. en Psicología. Dr. en Ciencias de la Salud Académico de Número de la Academia de Psicología de España

Javier Urra
Primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.
Psicólogo de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y de los Juzgados de Menores de Madrid (en excedencia voluntaria). Doctor en Psicología y Doctor en Ciencias de la Salud. Profesor de Pedagogía Terapéutica y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Académico de Número de la Academia de Psicología de España.
Embajador de la Asociación Iberoamericana de Psicología Jurídica. Presidente de la Comisión Rectora del Programa recURRA-GINSO para padres e hijos en conflicto.
Trabaja además como: Profesor de Magistrados y Jueces, en cursos organizados por el Consejo General del Poder Judicial.
Profesor de los continuados cursos de especialización de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional, a propuesta de la Comisaría General de Policía Judicial.
Tutor de trabajos de fin de Grado y de fin de Máster y miembro de tribunales de tesis doctorales sobre la temática que nos convoca, en Psicología, Derecho y Criminología.