
5 minute read
Barco a puerto
Barco a puerto

Advertisement
Friedrich Nietzsche
Este encuentro con Simón Rodríguez se da con la palabra y desde la palabra, en un diálogo donde me dimensiono como lectora y escritora: he vivido no solo una experiencia de lectura, sino además una experiencia de escritura, porque “todo diálogo es ya de por sí una escritura: es literatura, luego todos los diálogos integrados al holograma donde nos desplegamos para palpitar junto a la otredad, nos transforman en seres escritos, personas literarias”. (149) Nos leímos y escribimos el Maestro y yo; él se encontró conmigo en el porvenir que vio, en la educadora que presintió, que corazonó: allá me leyó y escribió, y vino a este tiempo mío, para que me apropiase de su palabra leyéndolo y escribiéndolo desde su texto y desde la educadora que soy. Este prodigio del Maestro de trascender en las dimensiones temporales es lo que le da vigencia a su pensamiento: lo hace pertinente y necesario aquí y ahora. Y es por esto que este diálogo se dio en una relación de alteridad, viéndonos ambos como legítimos, reconociéndonos. Solo así puede ser diálogo.
En la búsqueda de un discurso para compartir esta experiencia, que respetara y dignificara este encuentro del Maestro conmigo, me apropié de la narración autobiográfica, para hablar desde mí, de lo que me pasó, y mostrar al Rodríguez que yo encontré, el que se desdobló ante mí, conversando, y el Rodríguez que me encontró a mí, en este diálogo maravilloso, que convocó a la apertura y a la entrega.
Dice Larrosa que para comunicar una experiencia necesitemos, quizás, “una lengua que esté atravesada de pasión, de incertidumbre, de singularidad. Una lengua con sensibilidad, con cuerpo. Una lengua, también, atravesada de exterioridad, de alteridad. Una lengua alterada y alterable. Una lengua con imaginarios, con metáforas, con relatos”. (150) Por allí caminé. Anduve tras la heurística para atraparla y asirme de ella, para transmitir en este diálogo los sentires que desplegamos el Maestro y yo. Respondí al llamado a ser originales: O Inventamos o Erramos me aprendió el Maestro.
“Dejen que esta lectora se acerque a mí”
Esta experiencia de lectura, donde lo acontecido entre el Maestro y yo se desplegó desde un diálogo que partió de un acercamiento cordial, franco y amoroso, exigió de mí una apertura para exponer mi vida ante el maestro. Y así mismo el Maestro se me mostró como lo que es: un hombre sensible, inteligente, comprometido con su pueblo y conocedor de su realidad, con una propuesta filosófica para la construcción de un hombre nuevo.
Leer implica crear subjetividades. Y ¿qué es subjetividad?, ¿de qué viene eso? Cuando nos relacionamos con el mundo, estamos creando en nuestro imaginario lo que desde él percibimos, y lo creamos y re-creamos desde nuestro modo de pensar o sentir, y no sólo desde la cosa-objeto en sí mismo. Son las inquietudes o las emociones “lo que guía nuestro hacer, no nuestro razonar, aun cuando pensamos que nuestra conducta es racional”, (151) y es así como nacen en nuestra conciencia sensaciones, imaginarios, ficciones o interpretaciones de las experiencias que tenemos en nuestro contexto-mundo. En esta relación con el Maestro, lo recreé en mi imaginario, eso implicó que germinaran en mí dimensiones como curiosidad, susto, incertidumbre, preocupación, entusiasmo, alegría. Y pude también ver en él enojo, impotencia, consternación, firmeza, preocupación, sonrisas, esperanza.
Hay un libro con una lectora que se lee
Larrosa plantea que la formación y la transformación que se geste en el sujeto lector, como consecuencia de una experiencia de lectura, solo ocurre si a éste le pasa algo durante el ejercicio lector. Además, para que pase algo, esta lectura debe ser dialógica, conmovedora y reflexiva: debe ser una lectura de verdad. (152) En esta lectura, que fue libre y voluntaria, en la que me encontré con Simón Rodríguez y él se encontró conmigo, donde hubo también un encontrarme conmigo a través de él, se gestó un proceso formativo: hubo reflexión, investigación, indagación, curiosidad, y es desde allí donde se inicia la transformación: desde la formación. Entonces ¿habrá sucedido en mí una transformación?
La transformación implica que en el proceso de lectura el lector ha procurado el cuidado de sí, como vía para llegar a ser quien es, a través de la comprensión del otro, lo que a su vez conlleva a la comprensión de sí mismo, es decir, “el lector se comprende a sí mismo y al otro, dentro de una dinámica de doble vaivén, del sujeto al texto y del texto al sujeto, donde es posible la transformación del lector”. (153) He comenzado a reconocerme como una investigadora acuciosa, llena de interrogantes que me dieron la oportunidad de reflexionar sobre mí, lo que sin dudas originó también mi crecimiento personal.
Me veo además, como una mujer más paciente y dispuesta al goce, al disfrute: esto me lo permitió el Maestro. Estudié, leí, investigué, busqué. Me asombré, reí, lloré. Esto ha hecho posible reconocerme como lo que soy. ¿Habré vivido una formación que me llevó a transformarme? En este momento de mi vida, luego de la experiencia que se desplegó alrededor de este encuentro, no me siento la misma que hace un año, sin embargo sigo siendo Carmen Petra: soy yo pero distinta. ¿Qué me pasó?, ¿me transformé?, ¿habré llegado a ser quién soy?
Post Scriptum
En suma, es esta investigación mi experiencia. Muestro acá como leí al Maestro, como me apropié de él: es este mí Simón Rodríguez. Por eso, nada más lejos de este trabajo que pretender ser una guía, un manual o una prescripción para la lectura o la escritura.
De modo que, con este trabajo no busco hacer declaraciones ni enunciados conclusivos. Todo lo contrario, solo deseo dejar incertidumbres, silencios, inquietudes, suspensos y hasta incomodidades que sirvan como convocatoria para continuar trabajando en función de caminar hacia una transformación de la práctica educativa de la lectura y la escritura, y, sobre todo, continuar leyendo y escribiendo al Maestro para que construyamos cada uno de nosotros, en nuestras mentes y corazones, a nuestro propio Simón Rodríguez.
CITAS
(149) Rodriguez, O. op.cit. p. 52
(150) Larrosa. J., Experiencia. op. cit. p.43
(151) Maturana, H.(1997) La Objetividad, un argumento para obligar. Santiago: Dolmen. p.141
(152) Se entiende como lectura de verdad “aquella que nos conmueve, haciéndonos tomar posición frente a ella, y como al tocarnos, no sólo permite el conocimiento del otro o de lo otro que nos habla, sino que, lo que es igualmente importante, arroja un cierto conocimiento sobre nosotros mismos”. Madriz, G. (2010). Soy desde ti. La lectura (entre) el tú y el (nos) otro(s). Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana. p.57
(153) Ibid., p.56