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Familia Ormazabal Retamales

Francisco Retamales, empresario de la locomoción colectiva de Valparaíso, decidió venirse a Maipú con toda su familia. Aquí una de sus nietas, María Angelica Retamales Duque, se enamoró de Luis Ormazabal Palominos, el Güilo. Maipucino de nacimiento, hizo sus estudios en la Escuela 85 y después, gracias a unas becas que dio el Liceo Comercial Nº 2, pudo estudiar contabilidad.

El Güilo solo trabajaba con su padre en las chacras, por lo que el cambio de ir a Santiago era complicado. Él era muy tímido, con decirles que los primeros días hacía parar la micro, subía y si no iba ningún compañero él se bajaba.

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Cuentan que el primer día de clases le pasó su primer percance. Se bajaron de la micro en Av. España y de ahí tenían que entrar caminando hasta el colegio. Iban todos de traje nuevo muy apurados cuando pasaron frente a una persona bajita que confundieron con un niño. El Güilo le dijo “apúrate huevón si no vas a llegar atrasado”, con tan mala suerte que esa persona era el rector del colegio, quien después de clases lo mando llamar a su oficina y lo reprendió muy fuertemente, con el riesgo de perder la beca.

Finalmente terminó casándose con María Angélica y llegaron los hijos. El primero fue Luis y después sus hermanas, María Angélica, Claudia y Andrea. Desde su nacimiento Luchito fue el querido de su abuelo paterno, Luis Ormazabal Guzmán, más conocido como don Virgo. Él se dedicaba a plantar hortalizas, tenía una parcela en la Rinconada donde la tierra no era muy buena. Un día le contó su drama al alcalde José Luis Infante, quien mandó a que desviaran el agua del zanjón de la Aguada para regar el predio de don Virgo.

Entre sus trabajadores había una persona que le manejaba el tractor, el rucio Pinto. Era él quien le enseñaba malas palabras al nieto regalón, Luchito, y don Virgo en las fiestas lo subía a una silla para que mostrara estas gracias y se moría de la risa.

Todos los 21 de junio, día de san Luis, llegaba tipo siete de la mañana

Luis Alberto Ormazabal Guzmán, Don Virgo, recorriendo sus siembras

Don Virgo con su nieto Luchito

a la casa de don Virgo su amigo el doctor Luis Ferrada, por lo que juntaban cuatro luises. Llamaban por teléfono a sus amigos y a la hora de almuerzo se reunían más de 40 comensales. Así empezaba la fiesta, que podía durar varios días.

El Güilo, que había seguido el negocio familiar de las hortalizas, empezó a interesarse en la hípica, una afición que no le gustaba mucho a la señora María Angélica. Así fue como llevó a toda la familia para que vieran el debut de su primer caballo, Payacán, que ese día llegó en último lugar. En el camino de regreso, el Güilo tuvo que aguantar los retos de su esposa.

Lo bueno fue que en la siguiente carrera el animal salió airoso y obtuvo el primer puesto. Pagó más de 40 veces y la familia recibió un suculento cheque.

El caballo siguió ganando carreras y todos los vecinos de Maipú le apostaban a Payacán. Lo principal era que ganara en las fiestas,

Luis Ormazabal Retamales, junto a su familia

como Navidad, Año Nuevo y 18 de septiembre. Fue tanto que en Maipú le llamaban el caballo de los pobres, porque traía regalos para todas las fiestas.

“Toda esta felicidad fue rota por una enfermedad de mi padre, que nos dejó a la edad de 48 años”, dice Luis Ormazabal Retamales, quien nos relató la historia de su familia.

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