
3 minute read
El triste papel de la prensa
Uno de los argumentos más recurrentes de la extrema izquierda en el Perú, y también, últimamente, de la izquierda caviar peruana, sobre todo cuando de lo que se trata es de victimizarse (cosa que, como es de amplio conocimiento, solo suelen hacer cuando no están demasiado ocupados victimizándose) es que la prensa, esa suerte de aparato del mal dirigido y financiado por el nefasto imperialismo (para utilizar una expresión que les es particularmente grata), tiene una especie de acuerdo bajo la mesa con los grandes poderes económicos que, a su decir, son los que a fin de cuentas conducen y controlan los destinos del país. Y que es en virtud del referido pacto, que los principales medios de comunicación peruanos vienen llevando adelante desde hace ya varios años una innegable y descarada campaña de desacreditación en su contra. La misma que sería la real y verdadera culpable, más que cualquier otra cosa, de que un nada despreciable sector de la ciudadanía comenzase a ver con recelo, con preocupación incluso, el que la izquierda permanezca en el poder más tiempo del establecido.
Posición, la antedicha, que, naturalmente, llegó a cobrar una particular relevancia durante el gobierno del hoy encarcelado Pedro Castillo, por su enorme difusión por parte del Ejecutivo, desde luego, pero también por la innegable repercusión que llegó a tener en amplios sectores de la población. Sobre todo en aquellos a los que, por haber estado sufriendo la consuetudinaria marginación a la que los sucesivos gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas, estuvieron sometiendo durante decenios, el llegar a tener de un momento a otro, esto es, sin que nada hiciera presagiar que podría ocurrir de esa manera, un gobernante que en realidad los representase, “obligaba”, como por lo demás resulta a todas luces comprensible, a que se mostrasen plenamente identificados con él, a que hiciesen suyas todas y cada una de sus posturas, por más descabelladas incluso que estas pudieran ser, como es el caso de la aquí señalada.
Advertisement
De ahí que no haya sido en modo alguno sorpresa para nadie el que una vez caído en desgracia el aprendiz de golpista, y finalizada, aparentemente, la lluvia de millones con que se había venido irrigando los siempre ávidos terrenos del comunismo, y también, claro, los de sus más ardientes defensores, se intensificasen como nunca los ataques a la prensa por parte de la izquierda. En gran parte por considerarla como una de las principales culpables de que el autoproclamado
Jorge Farid Escritor,articulista,profesor deLenguayLiteratura

Gabino González
“presidente del pueblo”, el autocacareado “presidente de los pobres”, hubiese terminado saliendo finalmente del poder, dizque víctima de una siniestra conspiración urdida en su contra.
En lo que pocos parecen haber comenzado a reparar hasta ahora, sin embargo, y ello a pesar de tenerlo ante sus propios ojos, es en el hecho de que, si las cosas fuesen realmente como ellos dicen, esto es, si la prensa, en realidad, estuviese, como se suele pregonar, confabulada con los llamados dueños del país para atacar a la izquierda, para injuriarla, no estaríamos asistiendo a diario al espectáculo grotesco de tener que encontrarnos con titulares que lo único que demuestran es la evidente parcialización de un significativo sector de los medios con las acciones de vandalismo, de terrorismo, de violencia, cometidas a diestro y siniestro durante las marchas y protestas realizadas en el país desde la caída del tirano. Que no de otra manera se podría calificar a la forma descarada en que una parte significativa de la prensa peruana ha estado parcializándose con la izquierda. Minimizando los reales niveles de afectación de las protestas a la economía del país. Sacramentando el silencio cómplice de los dirigentes y principales figuras del comunismo, cuando de lo que se trataba era de que elevasen su más enérgica voz de protesta cada vez que las marchas devenían en claras violaciones al Estado de derecho.
¿Y pretenden seguir diciendo, todavía, que son víctimas de la prensa, que lo que esta ha venido haciendo hasta ahora no ha sido otra cosa que satanizar a la izquierda, que mostrarla como la mala de la película? Pues déjennos decirles que ese cuento ya nadie se los cree. Y no se los cree porque, como ya quedó mencionado arriba, basta poner un poco de atención a la forma en que cierto sector de los medios presenta las noticias relacionadas con las marchas, desmanes, bloqueos de carreteras y demás tropelías cometidas por un amplio sector de los manifestantes, para darse cuenta en el acto de que la prensa, aquella que la izquierda tanto critica, podrá ser cualquier cosa, menos enemiga suya. Es más, podría decirse incluso que lo que es en realidad es su principal aliada. Aquella que le lava la cara con una diligencia tan pero tan admirable, que solo se puede explicar si detrás de ella se esconde, aquí sí, algún oscuro acuerdo bajo la mesa. Uno que lejos de estar suscrito entre los poderosos del país y algunos medios, estaría en realidad refrendado por aquellos que andan quejándose de todo y aquellos otros que, sabrá Dios por qué, ahora andan exculpándolos de todo.