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Paredones, enigmáticas ruinas en los Andes de Cuenca

Estudiosos del fenómeno OVNI aseguran es sitio de avistamiento Paredones, enigmáticas ruinas arqueológicas en los Andes de Cuenca

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Llegar a las enigmáticas ruinas de Paredones es vivir un encuentro con un espacio de la ruralidad morlaca, que muchos nativos de esta tierra no conocen, el cual sin embargo, perdura entre las inclemencias del tiempo, la falta de atención de los organismos públicos pertinentes y el saqueo y la destrucción que “huaqueros” ávidos de oro, cumplieron en este enigmático sitio, ubicado en los estribos occidentales de los Andes de Cuenca.

Es encontrarnos también con una energía especial que emanan las alturas y los cerros en esta parte del Azuay, cuya majestuosidad y grandeza envuelven de gozo el espíritu del caminante foráneo, puesto que a pesar de la actual realidad física de estos vestigios, su esencia parece permanecer inamovible y reinando en el tiempo, en medio del frío del páramo, el sonido del viento y las lluvias constantes, propias de su entorno.

27 Don Miguel Ángel Criollo Guayllas es oriundo de Paredones, pasó toda su vida junto a estas ruinas, dedicado a agricultura en una época y ahora a la crianza de caballos para su alquiler en las fiestas populares, como las escaramuzas, pases del Niño y otras, además que, cuando se tiempo le permite, es un guía natural para los visitantes, sean estos locales, nacionales o extranjeros.

“Soy nativo de Paredones, mis padres fueron nativos de Paredones. Es un lugar muy hermoso, porque aquí me crié, aquí anduve estudiando y hasta ahora estoy aquí, acompañándoles a los turistas. Es un gusto hacerles conocer y estoy listo para servirles”, sostiene con tranquilidad y cierta alegría, al ser abordado por el equipo de esta revista.

“Me da gusto que vengan y estoy para servirles hasta cuando yo viva, sigan viniendo. Pero mi gusto más grande es que vengan a recorrer, a apreciar los trabajos personales que han dejado nuestros antecesores”, agrega, mientras nos invita gentilmente a cabalgar sobre su brioso corcel llamado “Apache”.

Al arribar al sitio, el relinchar de la madre de “Apache” nos da la bienvenida, junto a un pequeño grupo de equinos que pastan por los alrededores. De pronto, entre el horizonte, se observan las ruinas de Paredones, que venciendo el paso del tiempo, aún están allí para trasladarnos imaginariamente a épocas de nuestros ancestros, de la presencia inca en nuestro territorio, cuyo genio constructor dejó huella a lo largo de la cordillera andina.

Con evidente preocupación, don Miguel Ángel comenta cómo esta antigua ciudad inca ha ido destruyéndose poco a poco, mayormente por la actividad humana, pues desde que era niño, recuerda la primera llegada de un grupo de cinco extranjeros que hicieron excavaciones y sacaron entierros de Paredones.

“Recuerdo que cuando yo era pequeñito, vinieron unos señores gringos que decían vamos a sacar oro. Ellos vinieron con una perinola de metal y le hacían girar, y dónde se moría, allí excavaban”, asegura este nativo del lugar, al mencionar que a cambio de su ayuda le regalaban caramelos de distintos colores y sabores.

Paredones, además de los vestigios incaicos hoy en proceso de destrucción, encierra leyendas, que son trasmitidas de generación en generación por los lugareños. Una de esta habla de un sitio encantando de los incas, a donde se puede ingresar por un hueco, hoy perdido entre los matorrales.

Según don Criollo, del grupo de cinco investigadores extranjeros que llegaron al lugar cuando era niño, uno se aventuró a ingresar a

29 ese sitio encantando, del cual salió luego de varios días, casi moribundo, siendo auxiliado por sus progenitores, quienes con medicina tradicional lograron su recuperación.

El extranjero contó a sus padres y abuelos, que en esta cueva existe una puerta que conduce a un mundo subterráneo, donde se observa como una gran mercado, lleno de gente y de productos agrícolas listos para su consumo. Sin embargo, el que ingresa a este mundo subterráneo, ya no puede volver.

Según estudiosos locales del fenómeno OVNI, como Nelson Pineda Brito, los vestigios de Paredones y sus alrededores son considerados zona de avistamiento de estos Objetos Voladores No Identificados, donde es posible tener contacto de segundo tipo, como es el hecho de observarlos físicamente.

Al respecto, don Miguel Ángel Criollo, asegura que es usual observar el movimiento de luces y objetos luminosos a partir de la una de la madrugada, que se mueven en diferentes direcciones y que son de distintos tamaños.

“Hasta ahora es siempre todas las noches, después de la una de la madrugada, unos están subiendo y otros están bajando”, enfatiza, al traer a la memoria una explicación que le dio un sacerdote que llegó al lugar, quien le dijo que eran naves de científicos que andan por el mundo investigando.

Junto a los vestigios arqueológicos de Paredones, se puede observar un gran tramo del Camino del Inca o Qápaq Ñam, perfectamente definido, que desciende desde las alturas y se pierde entre los matorrales.

Desde Paredones es posible observar las comunidades bajas de Molleturo y gran parte de la provincia del Guayas.

Llama la atención la perfección del trazado del Qápac Ñam en este sitio, cuya estructura central presenta una conformación de piedras, debidamente alineadas tipo grada, de un ancho aproximado a los cinco o seis metros, más los debidos “espaldones” a sus costados, para que corra el agua, cercano a un metro cada uno.

Parte de la flora nativa del lugar, son las llamadas joyapas, con frutos de sabor agridulce, cuyas hojas y flores son usadas en la medicina ancestral.

Plano detalle de una esquina de las ruinas de Paredones, que aún se conforma en parte de su estructura original.

La destrucción de estos vestigios de Paredones, considerados el mayor legado arqueológico incaico en los Andes del Azuay, es evidente.

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