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Stop: El rol de la mujer en seguridad no existe, el profesional sí

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Mag. Claudia E. MARTINEZ MARCOS

Consultora en seguridad patrimonial - Miembro de Asis WIS Capítulo 215Argentina. Panelista en el IV Foro Latam de Mujeres en Seguridad Asis 2023.

En los últimos años, la participación de la mujer en el ámbito de la seguridad ha experimentado un avance significativo. Sin embargo, es momento de dejar de hablar de “roles” y reconocer que el trabajo es el mismo para todos. No hay un rol específico de la mujer en seguridad, sino profesionales altamente capacitados cumpliendo funciones estratégicas, sin importar el género. Cada vez más mujeres ocupan puestos gerenciales en empresas, liderando equipos y tomando decisiones estratégicas. Hoy, negociamos y conversamos de par a par con otros profesionales, demostrando nuestra capacidad en la toma de decisiones y en la gestión de la seguridad.

Asimismo, muchas profesionales han logrado posicionarse como docentes en prestigiosas universidades, transmitiendo su conocimiento y experiencia a nuevas generaciones de especialistas. Esto no es una cuestión de género, sino de preparación y capacidad. El éxito en este campo no depende del género, sino de la formación académica, la preparación y la capacidad de tomar decisiones estratégicas basadas en análisis de riesgos y gestión eficiente. Las mujeres han demostrado habilidades excepcionales en áreas clave como auditorías de seguridad, consultoría estratégica, implementación de tecnología y formación de equipos de trabajo en diversos sectores, desde el industrial hasta el educativo. El camino hacia una seguridad más inclusiva sigue en construcción, pero la tendencia es clara: el talento y el compromiso y la profesionalidad son lo que importa. Ya basta de diferenciaciones innecesarias. No hay rol de la mujer en seguridad; hay profesionales comprometidos con su labor, sin importar su género.

En esta nota no voy a enfocarme en los puestos que no nos contratan por ser mujeres. Me sumo a quienes sostienen que profesional no es quien solo se recibe, sino quien sabe aplicar lo aprendido, quien sabe diseñar, quien sabe resguardar su integridad y quien sabe demostrar por qué y para qué decide tal procedimiento. ¿Puede equivocarse? Sí. Pero equivocarse al pensar no está mal; lo que está mal es copiar lo que hicieron otros en otro lugar sin saber defenderlo. Hombre o mujer, somos profesionales. Nosotras nos ponemos nuestros zapatos de seguridad, nuestras camisas de seguridad y salimos a trabajar. En nuestra vida privada usamos pollera y tacos, igual que los hombres usan traje o jeans. Pero en nuestra vida privada, al igual que ellos, somos hijos, padres, tíos, amigos, primos. Jugamos, vemos novelas, noticieros, cocinamos. Por ejemplo, en la cocina, nadie contrata o admira a un chef por ser hombre o mujer; vamos a su restaurante para deleitarnos con sus recetas. En ese mundo, tampoco se distingue quién pone las cebollas en la cacerola. Son profesionales, como todos. Médicos, periodistas, escritores, ingenieros… todos ocupan cargos por sus conocimientos y profesionalismo.

Frankenstein, excelente novela, más allá de sus diferentes adaptaciones cinematográficas, es una obra rica en reflexiones sobre la vida, el amor y la amistad. En su época, la literatura no solo estaba dominada por hombres, sino que las mujeres debían buscar medios alternativos para ser reconocidas. Mary Shelley, su autora, desafió estos límites y dejó una frase que resuena hasta hoy: “No deseo que las mujeres tengan más poder que los hombres, sino que tengan más poder sobre sí mismas”. Frase que llevo conmigo, que nos impulsa a seguir luchando por un trabajo digno y un trato humano y profesional. Vamos en ese camino y, aunque falta por recorrer, hemos avanzado más que antes.

Otra historia inspiradora es la de Antonia Louisa Brico, la primera mujer en dirigir una orquesta sinfónica reconocida. En una época donde la dirección orquestal era exclusiva de los hombres, Brico rompió barreras y en 1938 dirigió la Orquesta Filarmónica de Berlín, un logro sin precedentes. Lo hizo enfrentando discriminación, cuestionamientos y una lucha constante por el reconocimiento de su talento. Vestida con un sobrio traje negro, sin adornos ni concesiones a la feminidad impuesta de la época, se plantó ante la orquesta y demostró que la música, como cualquier otro rubro o profesión, no entiende de géneros, sino de preparación, talento y determinación. Nosotras elegimos esta profesión, nos apasiona. Y quiero cerrar con una frase de una mujer admirable, que no tuvo prejuicios en hacer lo que su corazón dictaba: “Trabaja como si con sólo tu trabajo pudieras alcanzar la meta”. - Juana de Arco

La seguridad no entiende de géneros, solo de conocimientos, experiencia y compromiso. No se trata de ocupar un espacio por ser mujer u hombre, sino por ser profesional. Sigamos avanzando sin etiquetas, sin barreras y sin permisos, porque el trabajo bien hecho no tiene género. Solo hay una diferencia real: quienes se atreven a asumir el reto y quienes no.

El futuro de la seguridad no se define por géneros, sino por capacidades. Sigamos construyendo un sector donde el talento y el profesionalismo sean los únicos criterios de evaluación. El cambio no es una promesa, es una realidad que seguimos consolidando día a día. Como profesionales de la seguridad, nuestro compromiso es claro: hacer nuestro trabajo con excelencia, sin etiquetas ni barreras. La historia ya nos ha demostrado que el talento no tiene género; ahora es nuestro turno de seguir escribiéndola. Profesionalismo, compromiso y conocimiento son los valores que nos definen

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