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La solitaria muerte de Mario Calabazas
SIN NINGUNA HUELLA DE VIOLENCIA, SEGÚN LA VERSIÓN OFICIAL, FUE ENCONtrado el cuerpo de Mario Alberto Lugo Lara, Mario Calabazas, la mañana del martes 15 de agosto pasado, 19 días después de que los ejércitos de sicarios de El Chapo Isidro asaltaron la comunidad de San José de las Delicias, el pueblo natal de Los Calabaceños, como se le conocía a este clan familiar.
Para nadie era un secreto que Mario Calabazas se había adueñado de esa franja de la sierra sinaloense desde hacía más de 15 años, desde que su familia comenzó a obtener poder y dinero gracias a la siembra de enervantes en la región.
Junto con Fausto Isidro Meza Flores, El Chapito Isidro, logró sostener una alianza con los hermanos Beltrán Leyva en su época de oro, cuando en todo el noroeste del país los hijos de La Palma, Badiraguato, eran parte de la Federación de cárteles, en las que estaban los Guz-
Tras años de controlar la zona serrana del municipio de Sinaloa de Leyva, y después de la cacería emprendida presuntamente por el grupo criminal de El Chapo Isidro, la mañana del martes 15 de agosto fue encontrado el cadáver de Mario Alberto Lugo Lara, Mario Calabazas, bajo condiciones misteriosas: sin aparentes huellas de violencia, ni golpes, y vestido con un atuendo campirano, sin ningún séquito de pistoleros que lo protegieran ni armas potentes con las que defenderse. Por el contrario, el cuerpo estaba solo y los primeros reportes es que había fallecido de sed y hambruna, aunque otros especularon que de golpe de calor. Lo cierto es que su muerte ocurre justo cuando el gobierno de Rubén Rocha Moya se empeñó en sostener que la situación estaba bajo control en el municipio serrano y, sin muchas explicaciones, cerraron el refugio temporal en Guamúchil para trasladar a los cientos de personas a sus comunidades de origen. El deceso de Mario Calabazas dejó más dudas sepultadas que certezas, ¿solo cambió de dueño la plaza? mán, los Zambada, los Coronel y los Esparragoza.

Pero tras el rompimiento de 2008, en que la caída de Alfredo Beltrán, El Mochomo, desató una de las peores reyertas criminales, Los Calabaceños, Isidro y sus aliados se mantuvieron leales a Arturo Beltrán, El Barbas
En aquellos años eran enormes los territorios de mariguana y amapola que sembraban los Lugo en los altos de Sinaloa de Leyva, los troques con las cargas iban y venían, con lo que se procuraron, además, los favores políticos de los gobernantes en turno.
Fue así, a punta de dinero, amenazas y homicidios, en que Los Calabaceños bajo el liderazgo de Mario, se apoderaron de la región, creando un cacicazgo criminal que fue cimbrado en las guerras del 2012, cuando ya el estado era gobernado por Mario López Valdez, Malova.
Las guerras calabaceñas
Justo en el gobierno de Malova, la guerra en la sierra estalló. Muy poco se supo de la sangre que corrió entre brechas y cerros, pero como testimonio del conflicto quedaron cientos de familias desplazadas de varias comunidades, como San José de los Hornos, Ocoragüe, Las Ciruelas, Atezcalama, El Chipil, Sierrita de Germán, La Cantera, La Chirimoya, El Pilar, Metatito, Tarahumares, Tierra Larga,
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Puerto de Santiago, Mesa del Zapotillo, El Hornito, Las Tunas, Las Mesas, La Mesa de Don Panchito, El Bejuco, Rancho Blanco, El Limón de los García, Arroyo Seco, Vinatería, Barranca de los Bueyes, El Chapote, La Casita y Los Laureles.
Se supo por los desplazados que los Beltrán Leyva obligaron a las familias al desplazamiento forzado, bajo la excusa de que trabajaban para Los Chapos, pues en ese tiempo Joaquín Guzmán Loera todavía era el líder plenipotenciario del Cártel de Sinaloa.
Decenas de familias que bajaron de la sierra ya no volvieron nunca más a sus comunidades, muchas de las cuales fueron rehabitadas por personas de otros lados. Otras sí consiguieron volver con el paso de los años.
De este conflicto del que se tuvo poca noticia sobre el terreno, no se contabilizaron ni desaparecidos ni muertos, pues rara vez las autoridades se internaban en aquellos rumbos alejados de las ciudades.
Traiciones y vendettas
Los testimonios recabados no precisan cuándo El Chapito Isidro y Mario Calabazas se confrontaron, pues desde hace años se habla que Meza Flores había dejado la plaza en manos de sus socios los hermanos González Peñuelas.
Unas voces aseguran que Mario trai- cionó a Isidro, pero otras señalan que fue al revés. Unos dicen que El Chapito se alió con los de Culiacán, como refiere un corrido de Los Tucanes de Tijuana, y otros que era El Calabazas el que buscaba el cobijo de Los Chapitos.
Eso sí, que el punto de quiebre comenzó en junio de este año, cuando los rumores de una guerra invadieron el pueblo. Primero la exalcaldesa del PRI María Beatríz León Rubio, supuesta expareja sentimental de Mario, fue encontrada muerta en el interior de una camioneta volcada en un canal de Los Mochis.
Aunque la Fiscalía del Estado dictaminó que fue un accidente, en Sinaloa de Leyva nadie creyó la versión, pues colaboradores de la señora habían sido levantados –se dice que su exsecretario particular no aparece–.
No hubo ninguna autoridad que confirmara las versiones. Poco a poco, comenzó a hacerse público las andanzas de Mario y María, quienes, a decir de personas del municipio, había una relación desde antes de que llegara como presidenta municipal.
María León, antes de convertirse en alcaldesa por el PRI en la administración de Quirino Ordaz Coppel, primero fue tesorera del Ayuntamiento con el alcalde Aarón Verduzco Lugo, también del mismo partido.
León Rubio era sobrina del fallecido
Cuatro días después de que el gobierno de Rocha regresó a los pobladores del refugio de Guamúchil, apareció el cadáver de Mario. Solo, sin sicarios, ni nada que indicara que era el mismo hombre que antes mandaba. Se dijo que murió de sed, de hambre, de golpe de calor.
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alcalde panista Saúl Rubio, asesinado en 2005. Su hijo Raúl Rubio Valenzuela fue alcalde también durante la administración de Malova. Así, Saulito era primo de María, quien era originaria de la comunidad del Opochi, ella misma se consideraba empresaria ganadera y durante seis años ejerció el mando en el municipio.
Ella misma apoyó la campaña de quien era su síndico procurador, Rolando Mercado Araujo, para que se convirtiera en el alcalde desde 2021. Fue el único priista que ganó un Ayuntamiento. Los morenistas fueron amenazados para que no hicieran campaña, de este clima de amenazas, dieron muerte al profesor Román Rubio López, semanas después de perder la contienda.
La cacería Bajo este contexto de amenazas, muertes, desapariciones e imposiciones que le atribuían a Mario Calabazas, como el jerarca criminal del municipio, y tras la muerte de María León, los tambores de guerra estaban sonando por todos lados.
Según afirmaron habitantes de San José de las Delicias, desde días atrás Mario avisó que la gente de su anterior aliado tomaría por asalto la región, por lo que pidió que se salieran.
La madrugada del viernes 28 de julio hubo enfrentamientos, bloquearon caminos con vehículos que fueron incendia- dos, los pobladores quedaron atrapados. Las casas de Los Calacabeños fueron acribilladas, pero según contaron, Mario ya no estaba, había escapado para el monte.

La violencia volvió dos días después más abajo, por El Opochi, pero al parecer la gente del Chapito Isidro pretendía cortar los caminos de escape a la de los Lugo. Los habitantes comenzaron a desplazarse a Guamúchil, Sinaloa de Leyva se volvió foco de atención nacional, la tensión recorrió rancherías y caminos, cientos de policías y militares circularon por esas brechas.
La guerra ya no volvió a estallar. El grupo de Isidro se replegó, no hubo ni siquiera confrontación con los militares que montaron operativos, la tensa calma volvió a los días a esa franja de la sierra.

Cuatro días después de que el gobierno de Rocha regresó a los pobladores del refugio de Guamúchil, apareció el cadáver de Mario. Solo, sin sicarios, ni nada que indicara que era el mismo hombre que antes mandaba. Se dijo que murió de sed, de hambre, de golpe de calor.
De manera pública el cuerpo no se vio, en medios locales, su esposa señaló que sí era. Gobierno decidió trasladar el cuerpo a Culiacán “para la autopsia”. Y aunque se dijo que todo volvió al remanso de calma en Sinaloa de Leyva, se pasó por alto que el imperio del Chapo Isidro reclamó para sí ese territorio.
Iván Grijalva