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BATALLA DE ISSUS

BATALLA DE ISSOS

La trayectoria militar de Alejandro es ejemplar. Nunca nadie ganó tanto con tanta desproporción de medios, ni recorrió tan enormes distancias ni obtuvo tantos territorios en tan corto espacio de tiempo. Cuando murió, Alejandro ya no sabía hacia dónde dirigir su ejército porque había conquistado prácticamente todo lo que se propuso sin perder una sola batalla. Dos años antes de cruzar el Helesponto –el estrecho de los Dardanelos–, corredor marítimo que separa Europa de Asia, el rey macedonio Filipo II, padre del gran conquistador, había sido asesinado en la boda de su propia hija, y Alejandro, que tenía entonces veinte años, fue entronizado por el ejército como nuevo rey de Macedonia. El joven rey no perdió el tiempo. Se había propuesto conquistar el mundo y tenía prisa, pero antes debía consolidar su base de partida y retaguardia estratégica: Grecia. Los años 336 y 335 a. C. los pasó reafirmando su autoridad ante todas las ciudades griegas y ejecutando a cualquier posible aspirante a disputarle el trono, entre ellos su madrastra Cleopatra. Arrasó Iliria (Yugoslavia) cuando le llegaron noticias de que desde allí se estaba planeando invadir Macedonia.

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Entretanto Tebas se rebeló, y Demóstenes reorganizó la oposición a Macedonia en Atenas contando con el oro persa. Alejandro asombró a todos realizando una marcha en catorce días desde la frontera iliria hasta Tebas. Deshizo al ejército tebano y mandó demoler todas las casas de la ciudad, excepto los templos y la mansión del poeta Píndaro. Con Atenas, en cambio, tuvo clemencia. Las ciudades griegas, quizá deseosas de tenerle lejos, vieron con buenos ojos los sueños de conquista de Alejandro. Le proporcionaron veinte mil soldados para el cuerpo invasor de los inabarcables y ricos dominios del “rey de reyes” persa, que en ese momento era Darío III Codomano, de la dinastía aqueménida. Darío era un monarca débil y mediocre, aunque dispusiera de un ejército muy superior en número y recursos al de os griegos. En él figuraban, además, casi 20.000 mercenarios helenos al mando de Memnón de Rodas, un buen general. Memnón aconsejó a los persas que dejasen avanzar a Alejandro hacia el interior de Anatolia, mientras le cortaban las comunicaciones por mar y fomentaban la sublevación de las ciudades de Grecia. Por fortuna para Alejandro, los persas no hicieron caso a Memnón, que además murió combatiendo en la isla de Lesbos. Las tropas desembarcadas de Alejandro ascendían a unos 30.000 infantes y 6.000 jinetes.

LA BATALLA DE ISSOS (noviembre. Año 333 a.C)

Darío acudió con un gran ejército a defender su imperio. Alejandro, después de tomar Tarso, prosiguió el avance hacia el este, y ambos contendientes se enfrentaron en la estrecha llanura de Issos, cerca del golfo de Alejandreta, entre el río Pinarus, el mar y las montañas. Una mala posición para los persas, que no podían desplegar al completo su enorme ejército. Ese factor lo aprovechó muy bien el macedonio, que condujo a sus tropas en columna al combate, colocando delante a la infantería y a la caballería detrás. Luego fue desplegando sus unidades a medida que el terreno se abría. En el flanco derecho colocó a los hipaspistas, a continuación a la falange, y en el flanco izquierdo de la falange a otro contingente de infantería ligera. A ambos lados de los combatientes de a pie situó la caballería, y él mismo se colocó en el flanco derecho, al frente de los jinetes tesalios y

macedonios.

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